Seis meses después.
Sentía que el corazón me explotaría en cualquier momento. Me movía de un lado a otro en la habitación mordisqueandome las uñas nerviosa.
Madeleyn se acercó a mi y me dio un manotazo en la mano.
— ¡Ya deja de comerte las uñas! ¿Sabes lo costoso que salió el ponertelas?
— ¡Estoy nerviosa!
— Lo se, lo sé. Pero arruinandote la manicura no lograrás nada.
Barbie y mi hermana entraron a la habitación con el mismo vestido celeste que tenía puesto Madeleyn. Mi amiga venía con un batido en las manos.
— Ely, por favor siéntate, vas a arrugar el vestido. Toma esto. — me tendio el batido de fresa y me obligó a sentarme en unos de los sofás.
Succione el batido por el pitillo disfrutando del sabor tan delicioso. Pero unos segundos después ya me encontraba nerviosa otra vez mordisqueando la pajilla.
— Cariño, debes calmarte. Sé que estás nerviosa. Pero este es el mejor día de tu vida y no puedes estresarte. — Madeleyn se acercó a mí. Luego mi hermana la siguió.
— Bueno, no te culpo por estar así. Yo seguramente estaré llorando del estrés cuando me case. — Luisi se dirigió a mí, y yo sonreí porque sabía perfectamente que eso podía pasar.
Respire profundo y trate de calmarme.
— Ok, ya estoy bien.
Ellas sonrieron aliviadas, pero luego la puerta se abrió de un portazo y mi madre se adentro a la habitación con un escándalo descomunal.
— ¡FALTAN CINCO MINUTOS!
Me levanté alarmada caminando a la entrada de la habitación, pero me detuve porque comencé a temblar.
— ¡Ay Dios mío! Esto no puede ser real. ¡Me voy a casar! No aguanto los nervios. ¡Ahora quiero llorar!
— ¡Mamá! ¡La estás alterando! — le reprochó mi hermana.
— ¡JUNGKOOK YA ESTA ALLÍ!
— ¿¡TAN RÁPIDO!? — me desespere junto a ella.
— ¡CALMADAS TODAS! — el grito de Madeleyn me distrajo por unos segundos. Barbie se acercó a mi revisando mi maquillaje y dando unos últimos retoques. Luisi se acercó a ajustarme el vestido, y Madeleyn reviso mi peinado.
Un sollozo nos hizo observar a mi madre. Está tenía un pañuelo en las manos secándose las lágrimas.
— No puedo creer que mi pequeñita se va a casar.
Hice un puchero.
— ¡Mamá! Me voy a poner sentimental.
Sentí como mis ojos se cristalizaron, a punto de soltar lágrimas.
— ¡NO LLORES! JODER, SE ARRUINARA EL MAQUILLAJE EN EL QUE TARDE TRES HORAS. — El grito de Barbie me hizo volver a la realidad.
— Ya nos tenemos que ir. En dos minutos sales. — aviso Madeleyn.
Barbie se acercó a mi para tomarme las manos.
— Te ves hermosa. Todo saldrá bien.
Asentí con una sonrisa nerviosa y luego salieron de la habitación. Ellas debían irse porque eran las damas de honor.
Solo quedó mi madre en la habitación, se acercó a mi y tomo mi rostro entre sus manos para dejar un beso en mi frente.
— Estoy muy feliz por tí mi pequeña. Ahora sí me voy antes de que te haga llorar.