Capítulo 10

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Cuando Feng Xin se despertó se sintió algo aturdido, podía escuchar murmullos que correspondían a las voces de su alteza y lluvia sangrienta.

—No creo que Feng Xin sepa.

—Entonces debemos decírselo.

—No creo que nosotros debamos, Mu Qing debe hacerlo.

—¿Saber qué? ¿Y por qué estoy atado aquí? —Feng Xin se quejó al verse inmovilizado.

Xie Lian y Hua Cheng le voltearon a ver.

Xie Lian muy calmado se acercó: —Feng Xin solo queremos ayudarlos, ustedes deben solucionar las cosas, debes escuchar a Mu Qing.

-¿Cómo lo voy a escuchar si es él quien huye de mí? Estoy preocupado pero no me deja verle —se queja Feng Xin. Xie Lian entiende que el carácter difícil de Mu Qing es capaz de hacer todo esto más difícil —Si tiene que algo que decir lo escucharé.

Justo después de decir sus palabras Mu Qing de había despertado, de inmediato se puso a la defensiva al ver a todos ahí reunidos.

Se inició una pelea con reclamos de ambas partes. Mu Qing le ordenaba irse de su palacio y Feng Xing pedía explicaciones.

Xie Lian pudo deducir que Mu Qing había tomado algunas señas como si fueran prueba de que Feng Xing lo quería lejos, así que se había ofendido sin preguntar nada y había descubierto su embarazo justo después.

Feng Xing se retorcía en su prisión mientras Mu Qing intentaba acercarse para darle un golpe.

Hua Cheng miraba el espectáculo, no pensaba intervenir.

—¡Suficiente! —dijo Xie Lian con voz autoritaria.

De inmediato, algo se encendió en Feng Xing y Mu Qing. Era como si su alteza el príncipe heredero hubiera hablado en sus días de gloria.

Ambos guardaron silencio y lo miraron. Hua Cheng sonrió complacido de poder presenciar esa faceta de su esposo.

—Deben dejar de gritar y hablar civilizadamente, escuchar lo que se tengan que decir, si no lo hacen como pretenden llegar a entenderse.

—Cómo si quisiera que él me entienda —dijo Mu Qing con los ojos en blanco.

—Siempre eres así. Simplemente te encerraste aquí para evadirme —se quejó Mu Qing.

—Tengo mejores cosas que hacer que preocuparme por verte. No entiendo porqué te haces el preocupado, después de todo solo querías aprovecharte de la situación y acostarte conmigo, seguro todos aquí ya saben que el general Nang Yang logró hacer caer al general Xuan Zhen.

—¡Me preocupo por ti porque me importas idiota! —le gritó Feng Xin.

—Dices eso ahora, pero...

Xie Lian pudo notar lo nervioso que estaba Mu Qing, de un momento a otro para sorpresa de Feng Xin, Mu Qing estaba llorando.

Feng Xing se congeló al verlo llorar. En 800 años eso jamás había ocurrido.

Aunque resistió el impulso de ir con Mu Qing por la vergüenza, a los pocos segundos terminó por rogar que lo desataran para acercarse y abrazarlo. Por supuesto, Mu Qing no no recibió con los brazos abiertos, después de un par de bofetadas se quedaron abrazados.

—Ya repasé todo lo que hice, incluso lo que comí y lo que dije y no sé qué fue lo que hice o dije que te molestó tanto. Tengo opciones pero me tienes que ayudar a descartarlas.

—¿Cuáles son las opciones? —preguntó Mu Qing en tono desafiante.

—Mi única opción, en realidad, era que te alejaste porque no fui claro con mis intenciones... yo... quiero que seas mi generala. Quiero que se establezca que al general Xuan Zhen se le adora como mi esposa.

La bendición de la bendición del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora