CAPITULO 2
EL CAMPINGS
Hermione, Ron, Harry y los gemelos soltaron la bota a unos cuantos Kilómetros del suelo, cayendo bruscamente.
—¡Creo que debí decirles como soltarla! —grito la pelirroja debido al viento, esta estaba al lado de Cedric.
Los chicos se apoyaron en sus codos para observar cómo el Señor Weasley, el señor Diggory y Cedric bajaban como si caminaran en el aire, mientras que la pelirroja levitaba suavemente en el aire hasta bajar.
Cedric quien fue el primero en descender, le extendió su brazo a Harry, quien la aceptó.
—Gracias—agradeció al Hufflepuff.
—Bueno, chicos —nos llamó Arthur pasando una mano por su cabellera—. Continuemos, para llegar aún falta.
—Desde la colina de Stoatshead a las cinco y siete —anunció una voz.
Habían llegado a lo que, a través de la niebla, parecía un páramo. Delante de ellos había un par de magos cansados y de aspecto malhumorado. Uno de ellos sujetaba un reloj grande de
oro; el otro, un grueso rollo de pergamino y una pluma de ganso.—Buenos días, Basil —saludó el señor Weasley, cogiendo la bota y entregándosela en mano al mago de la falda, que la echó a una caja grande de trasladores usados que tenía a su lado.
—Hola, Arthur —respondió Basil con voz cansina—. Has librado hoy, ¿eh? Qué bien viven algunos... Nosotros llevamos aquí toda la noche... Será mejor que salgan de ahí: hay un grupo muy numeroso que llega a las cinco y quince del Bosque Negro. Esperen... voy a buscar dónde están... Weasley... Weasley...
Consultó la lista del pergamino.
—Está a unos cuatrocientos metros en aquella dirección. Es el primer prado al que llegan. El que está a cargo del campamento se llama Roberts. Diggory... segundo prado... — Pregunta por el señor Payne.
—Gracias, Basil —dijo el señor Weasley, y les hizo a los demás una seña para que lo siguieran.
Se encaminaron por el páramo desierto, incapaces de ver gran cosa a través de la niebla. Después de unos veinte minutos encontraron una casita de piedra junto a una verja.
—¡Bien! Aquí nos separamos, amigos. —se despidió el Señor Diggory estrechando la mano del señor Weasley— Cami, Cariño, ¿vienes con nosotros?
—¿Puedo quedarme? Claro, si al señor Weasley no le molesta.
—¡Oh Claro que no! ¡Hasta el partido, Amos!
Después de que se despidieran de los Diggory, se encaminaron a la puerta de la casita. Había un hombre en la entrada, observando las tiendas. Nada más verlo, Cami reconoció que era un muggle, probablemente el único que había por allí. Al oír sus pasos se volvió para mirarlos.
—¡Buenos días! —saludó alegremente el señor Weasley.
—Buenos días —respondió el muggle.
—¿Es usted el señor Roberts?
—Sí, lo soy. ¿Quiénes son ustedes?
—Los Weasley... Tenemos reservadas dos tiendas desde hace un par de días, según creo.
—Sí —dijo el señor Roberts, consultando una lista que tenía clavada a la puerta con tachuelas—. Tienen una parcela allí arriba, al lado del bosque. ¿Solo una noche?
—Efectivamente —repuso el señor Weasley.
—Entonces, ¿pagarán ahora? —preguntó el señor Roberts.
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𝐂𝐀𝐌𝐈𝐋𝐋𝐄 𝐘 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐋𝐈𝐙 𝐃𝐄 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎
RandomEl cuarto año inicia y Hogwarts se prepara para el Torneo de los Tres Magos, en el que competirán tres escuelas de hechicería. Después de una temporada de misterios descubiertos y una tensión que la hace dudar de su existencia, Camille Diggory deber...