1.- El cielo, las estrellas y yo

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Probablemente muchas personas adoran relajarse en lugares como playas o bosques o alguna cosa por el estilo, en mi caso es mucho más simple que eso, prefiero estar en el techo de mi casa mientras observo las estrellas y pongo mi playlist en aleatorio. Los demás pueden pensar que es muy aburrido o que te congelarás de frío, y probablemente tengan razón, pero disfruto haciéndolo.

No recuerdo exactamente desde hace cuanto tiempo tengo esta costumbre, ni porque lo empecé a hacer, solo sé que es relajante para mi y me ayuda a ordenar mis ideas, como ahora.

Hoy se cumple un mes desde que me mudé de ciudad y no ha sido lo más emocionante del mundo, no hay chicos de mi edad cerca por lo que aún no construyo un nuevo círculo social.

Aunque siendo sincero prefiero eso a estar rodeado de gente que no aporta nada a mi vida como lo estaba antes de mudarme de Utah. Además que mañana será mi primer día en mi nueva escuela y no conozco a nadie, no quiero que mis compañeros me vean como el chico nuevo o el chico raro.

O bien puede ser que no suceda y sea una oportunidad para finalmente comenzar a hacer nuevos amigos. Luego de divagar un poco mas en mis pensamientos dirigí la mirada a mi teléfono para ver que llevaba casi 2 horas acá arriba, seria mejor que volviera dentro y comenzara a alistarme para el nuevo día que me esperaba.

Al entrar por la ventana de mi cuarto me encontré con mi papá y no parecía muy contento.

—Te he estado buscando por media hora —replicó. —Si vas a estar ahí arriba está bien pero por favor avísame, o avísale a tu hermana o a Gaspar. —Dijo con un tono que denotaba preocupación. 

—Si, no te preocupes, lo haré para otra vez. –Le dije en un tono calmado, el cambio rápidamente su expresión.

—Está bien, después baja a comer. —Después de decir eso salió de mi habitación a lo que me encamine a bañarme para no tener que hacerlo apresuradamente mañana por la mañana.

Al terminar me puse un buzo y un polerón y bajé rápidamente las escaleras para cenar, al llegar a la mesa me senté al lado Jazmín, mi hermana.

 —¿Pensando en mañana? —Preguntó a lo que yo asentí. —No te preocupes, todo saldrá bien y si no hablas con nadie siempre podemos estar juntos en los recesos. –Reí ante eso. 

—Gracias, Jaz.

Mi hermana es un año mayor que yo, nos llevamos realmente bien, ella es como mi mejor amiga a la que le puedo contar cualquier cosa, aunque al ser mayor que yo no tenemos las mismas clases pero los recesos por lo general los pasamos juntos. 

—Por cierto, papá, nos llevaras mañana, ¿verdad? —Pregunté mientras terminaba de servir jugo en mi vaso. 

—si, no tengo complicaciones. —Me contesto mientras me servía un plato de estofado, mi comida favorita.

 —Genial,  gracias.

Después de decir esto la cena transcurrió entre risas para posteriormente ir a lavarme los dientes e ir a mi habitación. 

Jaz y yo no compartíamos habitación, mis padres creían que era mejor así, según ellos debíamos tener nuestro propio espacio. Me recosté para revisar mis redes sociales un momento hasta que el cansancio me estaba ganando por lo que decidí dejar mi teléfono en la mesita de noche y me dormí.

Al día siguiente desperté por el sonido de mi alarma, maldición, no sabia que la había puesto tan temprano, me levante de mi cama como pude y me estiré, caminé en dirección al baño de mi habitación y me miré en el espejo. Estaba bastante despeinado, mis pecas al menos se veían bien, me lavé la cara, los dientes y peiné y até mi cabello en un cola baja  con unos mechones sueltos en la frente.

Noche estrelladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora