Uno.

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"ASUNTO"

Él estaba nervioso.

Como si los nervios fueran un peso adicional en su pecho desde que le habían dado la noticia hace un puñado de meses, él estaba abrumado.

Las palmas de sus manos estaban sudando y había cambiado su camisa al menos cuatro veces en el día por las manchas de sudor y vomito; una vez más por los nervios.

Se paseo por su oficina de un lado a otro sin saber que hacer, la caja de terciopelo azul oscuro estaba en su bolsillo y la hora del almuerzo se acercaba cada vez más y más y no estaba seguro de si podría hacerlo.

Pero ella lo iba a dejar en un año, no podía no hacerlo.

Draco Malfoy, el ministro de regulación Mágica había estado saliendo por casi cinco años con Diana Fennell, la ministra de salud mágica internacionalmente.

Vivían juntos, tenían un perro y dos gatos. Una mansión enorme con cientos de elfos y un establo con caballos alados.

La vida después de la guerra mágica le había dado una segunda oportunidad recortada.

Ella no tenía más de un año de vida, su cuerpo se estaba consumiendo lentamente a si mismo. Como un veneno lento y pesado que nada podría detenerlo.

En un año y un puñado de meses ella moriría. Tal vez de un ataque cardiaco en plena reunión del ministerio. O tal vez mientras dormía pegada al pecho de él.

Su muerte era inevitable. Sería una muerte repentina en cualquier momento. Como una bomba o un volcán activo.

La noticia fue difícil de digerir, Draco insistió en que abandonaran el trabajo y estuvieran todo el tiempo juntos. Pero ella se negó rotundamente, Diana tenía la fiel esperanza de que algún día una señorita apuesta y amable entraría por la puerta y encendería una chispa nueva en el corazón lentamente apagado de Draco.

Ella había asumido lo que pronto pasaría, lo único que le importaba era él luego de que eso sucediera.

Morir no daba miedo, lo que en realidad espantaba a las personas era el probable dolor que sentirían al irse.

Diana no tenía miedo, la muerte siempre le había estado pisando los talones y ahora en un hecho que iba a alcanzarla en cualquier momento.

Entonces Draco, quería casarse con ella cuanto antes para pasar todo el tiempo que les quedaba juntos en la luna de miel. Viajando y descansando. Él no quería que lo último que ella viera fuera un montón de papeles por firmar en su oficina.

La situación era desgarradora, pero ella misma lo calmó a él. Diana lo abrazó con más fuerza en las noches y lo cuido con toda la intensidad que pudiera.

Ella le había conseguido citas con las mujeres más preciosas que podrían existir en el mundo, pero él las rechazó.

Siempre era así.

Draco...—ella comenzaría a hablar. Ladeado ligeramente la cabeza hacia un lado y buscando su mano para tomarla. —Cuando yo no este...tú necesitas- empezar de nuevo. Cuando yo me vaya-

—No quiero que te vayas.—respondería, su voz siempre se quebraba en trozos puntiagudos cuando sentía las manos delgadas y afiladas tomar su rostro. —No quiero que te vayas...

—Sabes que podrías hablar conmigo con mi retrato...Aunque no sería lo mismo, pero tal vez te ayude a- superar el asunto.

—El. Asunto.—diría enfatizando cada palabra con una voz amarga. —Tenía planes para nosotros. No entiendo por qué esto nos pasó a nosotros. No puedo- no puedo entenderlo. No estoy conforme. No entiendo.

Antología, Éternel- Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora