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–¡Ya llegué! – gritó Adora al entrar a su casa – ¡Y estoy con Catra, no digan ni hagan nada raro!

Catra rió a lo bajo.

–Hola querida, hola Catra, – dijo la mamá de Adora saliendo de la cocina con una gran sonrisa – es un gusto conocerte finalmente linda, – estrechó la mano de la morena – cuéntame, ¿cómo es que aguantas a mi niña?

–Mamá, para. – respondió la rubia algo incómoda.

–Es algo difícil, pero uno se acostumbra, – dice tomando la mano de Adora y sonriéndole – y el gusto es mío señora.

Entraron al cuarto de la muchacha y Catra se lanzó a la cama boca abajo.

–Amo tu cama, es tan suave.

Esto le sacó una sonrisa a Adora.

–¿En serio? – se puso de cuclillas frente a ella y dobló un poco su cara – ¿te quieres quedar a dormir?

Un gran sonrojo apareció en las mejillas de Catra, haciendo que ella clavara su cabeza en la colcha de sobre la cama.

–No lo sé... – dijo bajito – ¿eso está bien?

–Claro gatita, – levantó su cara suavemente, mirándola con dulzura – siempre serás bienvenida en mi casa y en mi cuarto, ¿ok?

La morena solo asintió.

Adora le avisó a su madre que su novia se quedaría a dormir, a lo que le respondió que estaba bien pero con una mirada extraña que la rubia intentó ignorar.

–¿Qué te gustaría más para ver la peli, palomitas o papitas?

–Mm, palomitas, algo más clásico.

–¡Perfecto!, iré a hacerlas, mientras tanto puedes elegir qué ver. – le sonrió para después salir del lugar.

Al final decidió poner "But I'm a Cheerleader", un clásico del cine queer que Adora, lamentablemente, nunca había visto.

–Oh wow, ya quería ver esa. – le pasó el tazón de palomitas para luego acomodarse bajo la colcha, donde ya se encontraba Catra.

La película era en realidad muy buena, y la morena no paraba de reír al verla, lo cual hacía más feliz a la rubia.

–¿Te gustó? – preguntó Catra con curiosidad luego de la escena post créditos.

–Ajá, – se acercó a ella y la tomó por la cintura – me encantó, gracias por mostrármela. – sonrió.

–De nada princesa, – la besó dulcemente en los labios – ¿tienes alguna pijama que puedas prestarme?

–Claro, ¡claro! – respondió mientras se separaba de ella y se dirigió a su closet – aquí tienes, puede ser que te quede un poco grande pero... es lo único que tengo, jaja.

–Tranquila, seguro funciona.

Caminó hacia el baño y se cambió de ropa. Adora le había dado unos joggers negros con un t-shirt de Harley Davidson. Obviamente, todo le quedaba gigante a Catra, pero a ella le gustaba, la hacía sentir segura.

Al salir Adora ya tenía su pijama puesta, una gran sonrisa surgió en su cara al verla.

Cuando llegó a su lado de la cama la rubia se abalanzó sobre ella y la abrazó.

–Te ves muy tierna, no, demasiado tierna.

Catra rió.

Adora amaba su risa, ¿ya lo había dicho?

–¿En serio? – preguntó mirándola a los ojos.

–Obvio. – la besó.

Aquel se fue profundizando más y más, un beso lleno de amor y deseo.

Pero ocurrió algo.

Después de un rato así, Adora tocó la espalda de Catra por debajo de la blusa, haciendo que esta saltara, separándose de ella.

–¿Catra? – preguntó la rubia alejándose – ¿está todo... bien?

Ella solo asintió.

–Entonces, ¿qué fue eso...? – ambas se miraron a los ojos, y Adora pudo notar las pequeñas lágrimas surgiendo de los de su novia – Lo siento si fue muy rápido, yo no pensé, debí de-

–Adora, – dijo firmemente, tomando su mano – no es tu culpa, ¿ok?, yo debería de poder hacer esto.

–¿Qué?, Catra, claro que no, no tienes que forzarte a nada, y yo no te forzaré a nada.

Volvió a asentir.

–Bien... sabes que puedes hablarme de lo que sea, soy tu novia y te quiero a más no poder, de verdad, sin importar qué pase.

–Gracias Adora.

Un silencio se apoderó de la habitación, y las chicas simplemente se abrazaron.

Al sentir el tacto de su novia, Catra no pudo evitar llorar.

–¿Estás segura que no quieres hablar? – preguntó suavemente, presionada en su larga cabellera castaña.

Un suspiro salió de Catra, quien luego se sentó, separándose de Adora, que solo la miraba con preocupación.

–Yo... fui abusada.

Tú y yo [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora