Capítulo 2: Nos quedó algo pendiente

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La mano de Vidal recorría sin cuidado mi cintura mientras me invitaba a pasar. Los empleados del hotel nos guiaron hasta los ascensores. El famoso evento era tan discreto que tenía lugar en el subterraneo, el guardaespaldas del futbolista había insistido muchas veces en que nadie se podía enterar.

"Puta el weon feo", pensé cuando lo vi de cerca con la luz del ascensor. 

La cresta que tenía en el pelo estaba súper opaca por la cantidad de laca que le ponían para mantenerla así. A los costados del cráneo se le marcaban las venas y, a lo largo de su cara, tenía puntitos de barba recién crecida. 

"Se ve más bonito en las fotos". Pero por plata uno hace cualquier cosa.

Los amigotes del weon estaban entero sopeados, el ascensor estaba pasado a transpiración. Con la Rena intercambiamos miradas y nos reímos, sabía que ella pensaba igual que yo. 

Se abrieron las puertas y la gente nos recibió con gritos y aplausos. Vidal, en modo rockstar, levantó los brazos para avivar las voces que coreaban su nombre. Caminó por el centro del salón, conmigo al lado todo el tiempo, y saludaba con gestos y sonrisas a los amigos que lo estaban esperando, todos igual de flaites que él.

Siguió hasta la mesa del fondo, reconocí a varios de sus compañeros de la Selección. Me di la vuelta disimuladamente y le hice gestos a la Rena para avisarle que Aránguiz estaba acá, que se olvidara del otro weon porque había un premio más grande. 

Con una sonrisa coqueta se escapó del lado del primo de Vidal y se quedó cerquita mío, lista para su presentación en sociedad.

Estiré mi mano hacia atrás buscando la suya y se la apreté en señal de que todo estaba saliendo bien. Mejor, de hecho, a lo que habíamos planeado.

- Bueeena King - el Edu se puso de pie para saludar al Arturo con la mano.

- ¿Y? ¿Cómo lo están pasando? - preguntó el Arturo, haciendo referencia a las mujeres en ropa interior que bailaban el caño a un lado.

- Sabi que está fome, hermanito - respondió Vargas, que las miraba sin interés. 

El Arturo se cagó de la risa. 

- Voh carreteai en Brasil po weon - comentó - obvio que vai a encontrar fome a las minas chilenas.

Me ofendí un poco. Las tipas que estaban bailando no eran muy agraciadas de cara pero tenían el típico cuerpo que les gusta a los futbolistas. Dudo mucho que busquen algo más en una mujer que un par de tetas y buen poto.

El Edu siguió masticando su chicle con la boca abierta, todo un galán el weon.

- Pero sí, teni razón - volvió a hablar el King - están medias fomes las minitas. 

Entonces me agarró con más fuerza de la cintura y me empujó hacia adelante.

- Por eso te traje a esta washita - comenzó a darme besos en el cuello - es viñamarina, pura calidah hermano.

Hasta el momento nadie se había percatado de nuestra presencia, nadie se había dignado a mirarnos, solo éramos un par de adornos para el Arturo.

Pero a mí no me molestaba. A eso venía yo.

- Ay, ya - coqueteé un poco aprovechándome de las cosquillas me sentía en el cuello con sus besos - basta.

Miré de reojo al Edu y sonreí para mis adentros cuando noté que había captado su atención. Seguí en mi juego con Vidal.

- Ta buena la mina - asintió convencido y le dio una mirada al Cha Cha - ¿Cómo te llamai, wachita? Ven pa acá.

Dio unos golpecitos en su regazo y por fin pude separarme del Arturo para ir a sentarme a sus piernas. Rodeé su cuello con mis brazos.

Sin engancharse (Eduardo Vargas y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora