Capítulo 4: Edu culiao

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Llamada entrante

Eduardo Vargas

- Quien sea que te esté llamando a esta hora - comentó la Rena sin tener idea de lo irónico de sus palabras - tengo unas ganas de sacarle la chucha.

- No sé si tanto - respondí sin quitar los ojos de la pantalla de mi teléfono.

- Sofi, ese culiao casi nos mata, ¿qué...? - insistió.

La hice callar mostrándole el teléfono que seguía vibrando con insistencia en mi mano.

- ¡Aweoná contesta! - me pegó un wate para que reaccionara.

Yo estaba pa adentro. Sabía que ese "después te llamo" era la típica chiva para no verse nunca más, y por mucho que me había ilusionado con juntarnos en otra ocasión igual me había preparado mentalmente por si la wea funaba.

- Chucha, sí - reaccioné.

Con manos temblorosas logré deslizar el cosito verde para contestar.

- ¿Aló? - saludé con voz dulce, volviendo a meterme en mi papel.

- Buena wachita - sí, era el Edu, lo caché altiro por lo flaite - ¿cómo estai, princesa?

Me tapé la boca para no gritar de la emoción. Le hice un par de gestos a la Rena como diciendo "el weon se puso romántico".

- Eh, bien, bien, aquí tranqui recién saliendo del sauna - chamullé - ¿y tú?

- Andamos en las mismas - se rió - vengo saliendo del entrenamiento, wachita. Toy to'o sopeado pero nada que una duchita rápida no arregle. ¿Oiga mi wacha? Nosotros tenemos una cosita pendiente, ¿o no? Es que el Arturo se va a sacar otra movida mañana, algo piola eso sí, pensé que a lo mejor queriai ir conmigo po.

- Hmm - me hice de rogar - ¿en Santiago?

- No, mi reina, en Viña. Me contaron que las minitas de allá son otra cosa - bromeó, recordando cómo me presentó el Arturo esa noche.

- Pura calidad nomás - respondí - hay que saber elegir eso sí, fíjate que minitas como yo no se le andan ofreciendo a cualquiera.

- Yo sé, Sofi, por eso quiero la exclusividad - me lo imaginé haciéndose el bacán y no pude evitar sentir cosquillitas en la guata - ¿Te espero entonces? Un bailecito, una copita, algo tranqui pa que lo pasemos bien.

- Ya po, voy a estar esperando tu ubicación entonces. Un besito, chao - entonces hice el gesto de tirar un beso para que me escuchara.

Corté, aguanté la respiración un segundo y luego estallé en risas y saltitos.

- ¡Weona lo hice! - gritaba abrazada a la Rena como una loca.

Les prometo que ya no daba más de felicidad. Mi sueño de una segunda cita con un futbolista se había cumplido, y no tienen idea lo mucho que eso me podía cambiar la vida.

Mi amiga estaba igual de prendida que yo, porque sabía que esto era importante pa mí. Se puso a saltar conmigo y a gritar "eh, eh, eh", hasta que la wea de ascensor comenzó a hacer ruidos raros y se detuvo entre dos pisos.

Sin engancharse (Eduardo Vargas y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora