endeavor

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Lux Okottsuke

23 años al comienzo
47 al final

Por que un te "odio", realmente
es  un "me lastimaste"

Se encontraba preparando la cena con tranquilidad en el hogar que compartía con su pareja de ya casi 5 años, aún podía recordar el momento que conoció a ese gruñó niño de cabellos rojos y quirk de llamas

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Se encontraba preparando la cena con tranquilidad en el hogar que compartía con su pareja de ya casi 5 años, aún podía recordar el momento que conoció a ese gruñó niño de cabellos rojos y quirk de llamas.

Tomando su teléfono marco ese número que tan bien se sabía de memoria, mientras con una mano trataba de que no se quemaran los vegetales que estaba salteando, unos minutos antes de oír la imponente voz tras la línea y la cual rondaba en su cabeza cada momento.

—Hola cariño –con cariño en su voz– Enji. . .

Se tomó unos segundos antes de soltar esa pregunta por la cual tal vez el pelirrojo soltaría un bufido.

—¿hoy saldrás a las 8, cierto?

un sonido de afirmación seguido de un si fue lo único que obtuvo, pero fue lo suficiente para subirle el ánimo al saber que esta cena un poco más elaborada de lo normal valga la pena, su pareja tras ser llamado por una voz femenina colgo alegando que tenía mucho trabajo.

No le dio muchas vueltas y continuo con  entusiasmo su trabajo, fue preparando cuidadosa y meticulosamente cada preparación y como no también el lugar, quería darle un toque romántico.

Eran pocas las ocasiones donde Enji salía temprano de la agencia, "el mal no descansa", le daba algo de gracia esa frase, en fin, preparo la mesa y con tranquilidad al ya tener todo listo se sentó a esperar a que su amado llegara.

Paso 1 hora y no llegaba.

—debe haber mucho tráfico, debería poner a calentar eso –levantandose–

Si eso debía ser, ¿no?, pues la noche avanzo y sin darse cuenta el sueño le estaba ganando, pero el no pensaba sedes quería estar despierto para cuando Enji llegara.

Pero eso no sucedió, el haber despertado en el mismo lugar todo encorvado y con el rostro pegado a la mesa, la comida fría y sin tocar, todo eso le confirmaba la verdad.

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