Nuestro Destino ✅

-Capítulo 23-

Lunes, 9 de agosto de 2021

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-No me creo que esto esté pasando...

Ian se acerca un poco más a Mayra y le acaricia la mejilla.

-Lo siento mucho...

Mayra no aguanta más y le da un largo beso en los labios al chico rubio.

-El avión se va. O vienes ya o te cierro la puerta.

La chica que está esperando a Ian se desespera cada vez más. El joven se gira hacia ella y le hace un gesto para indicarle que no tardará mucho más.

-Me tengo que ir. Te echaré mucho de menos. Sabes que siempre te querré ¿verdad?

Mayra suspira para así poder contener las lágrimas. No se puede creer que la vida le esté haciendo aquello. ¿Separarse de la persona que posiblemente sea su alma gemela? ¿De verdad?

Después de prepararse mentalmente para poder hablar sin derrumbarse, mira a Ian fijamente durante unos segundos y luego habla.

-Aunque dos mil kilómetros nos separen no me olvides...

-No lo haré peque.

Ian le planta un sencillo beso en la frente a Mayra y luego le da otro en los labios.

-Te estaré esperando para cuando vuelvas.

Mayra intenta sonreír pero no lo consigue. Sonreír cuando sabes que estás haciendo algo que no quieres es duro. Demasiado duro.

Y así es como, después de darse su último beso, Ian se marcha sin mirar atrás por aquella puerta. Pasan unos segundos en los que la joven no se atreve a mirar hacia la dirección en la que se ha ido el chico. No quiere ver como se marcha, se niega. Tras esperar un poco, para ver si Ian regresaba, Mayra se da por vencida y empieza a caminar sin esperar nada más. No quiere sufrir más, así que sale de allí lo más rápido que puede. Camina mirando hacia abajo para que las personas que andan por el aeropuerto no puedan ver su rostro destrozado tras tener tanta tristeza acumulada. Nota como las gotas de agua van cayendo poco a poco por su suave rostro.

-Chica... -Una mujer para a Mayra agarrándola de un hombro. La joven mira a la señora y se da cuenta que no está sola. Un niño de unos cinco años está a su lado mirando a Mayra con cierta pena reflejada en su cara.- ¿Necesitas algo?

-¿Podría indicarme el lavabo?

-Sí, claro.

La mujer le señala la puerta que Mayra está buscando.

-Muchísimas gracias.

Las dos chicas se dan un reconfortante abrazo y, cuando Mayra va a empezar a caminar hacia los lavabos, nota algo que la agarra de la pierna. La chica se gira y ve al pequeño niño agarrado a su pierna.

-¿Te puedo dar un abrazo?

-Claro...

Mayra agarra al pequeño y él la abraza sin quererla dejar ir.

-Venga Matheus, deja a la chica.

-Mami, está triste...

-Sí, lo sé, pero ya le hemos ayudado en lo que hemos podido. Déjala que se vaya.

-Señora, no pasa nada. Nunca está de más recibir abrazos.

Aquella situación hace que a Mayra se le dibuje una ligera sonrisa en la cara. Siempre le agradecerá aquello al pequeño niño.

Mayra deja al niño con su madre y se marcha de allí. De camino a los lavabos escucha unos pasos detrás suya, los cuales ignora. Quiere llegar de una vez por todas a los lavabos para poder despejarse un poco.

-¡Perdona! -Mayra camina cada vez más rápido sin hacer caso a la voz que la llama. Nota una mano que la agarra del hombro y la gira. La chica intenta escaparse de la persona que la tiene retenida entre sus brazos sin mirarle a la cara.- ¡Peque!

A la chica se le paraliza el corazón. ¿Estará soñando?

-¡Ian! -Los dos jóvenes se abrazan sin querer separarse nunca más.- ¿Qué haces aquí? ¿Porqué no estás en el avión?

Ian agarra las manos de la joven y las rodea con las suyas.

-Lo he pensado mejor y quiero decidir yo lo que quiero hacer con mi vida, no quiero que otras personas me digan qué hacer. Te quiero a ti en mi vida, no a una familia que me exige demasiado y que me trata como a un robot. Quiero quedarme aquí contigo y es lo que voy a hacer.

Mayra ríe tímidamente. Nadie nunca había decidido quedarse con ella de esa forma. ¿Desafiar a su propia familia por ella? No, nadie había hecho aquello. Querrá a Ian toda su vida por aquel precioso detalle.

-Te quiero, te quiero, te quiero... No me cansaré de repetirlo.

Ian alza a Mayra y da una vuelta sobre sí mismo con ella entre sus brazos.

-Vamos a casa.

La pareja empieza a correr hacia la salida del aeropuerto. Dos almas, por fin libres, corriendo para dejar atrás un problema que fue incapaz de romper aquella maravillosa relación.