-Capítulo 18-

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Domingo, 7 de febrero de 2021

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El amor no había tratado muy bien a Mayra, pero ella decidió no rendirse. Sufrió cuando pasó todo lo de Ian y ella sabía que, como aquello acabara mal, no volvería a creer en el amor. Pero no fue así. Ian le demostró todo su cariño y, en menos de un mes los dos volvían a estar tan enamorados como siempre lo habían estado el uno del otro, aunque a veces aquel sentimiento tuviera que ser ocultado.

Los dos jóvenes habían decidido ir a cenar al restaurante Leon's Food para así tener una cita romántica por primera vez. Mayra decidió vestirse con un vestido rojo pasión y se arregló de tal forma que cuando se reunió con Ian dejó al chico anonadado ante semejante belleza.

Los dos caminan juntos, agarrados de la mano, hasta el lugar. Ya allí dentro esperan a que alguien los atienda. Mayra ve a Clara al fondo del local y la llama para que vaya hacia ellos.

-¡Hola! -La chica morena solamente había mirado a su amiga hasta que se da cuenta de que va con un acompañante. Mayra no le había contado a nadie su reconciliación con Ian, casi había pasado un mes y nadie aparte de ellos dos sabía que habían vuelto a quedar.- ¿Me puedes explicar qué haces con él aquí?

-Te lo explicaré, ¿vale?

-¿Cuando habéis hablado?

-Hace un mes...

Clara se sorprende porque no puede creer que su amiga haya arreglado todo con Ian y que no le haya dicho absolutamente nada.

-Haré como que no me he ofendido...

Las dos amigas ríen hasta que Clara les asigna una mesa y les dice:

-¡Qué disfrutéis!

Los dos jóvenes disfrutan de la noche hablando, riendo y, por encima de todo, amando cada momento que pasan juntos. Cuando ya van a irse del restaurante Ian saca una cajita y se la entrega a Mayra.

-Toma, es un regalo para pedirte perdón definitivamente por todo.

En el rostro de Mayra aparece una gran sonrisa que le llega de oreja a oreja.

-No hacia falta que me hicieras nada, yo ya te había perdonado.

-Bueno, he querido tener un detalle...

La chica abre la cajita y al instante reconoce aquel objeto. Una brújula con una cadena, creando así un colgante.

-Pero... ¿Esta no es tú brújula?

-Sí, era de mi abuelo, el único que nunca me ha juzgado ni me ha obligado a hacer nada. Ya sabes que mis padres siempre han sido muy exigentes conmigo, pero él no era así, él era diferente, pero falleció. Me la regaló y eso fue lo último que hizo, entre las cuatro paredes de la habitación me regaló la brújula acompañada de la frase: "Nunca te olvides de cual es tu destino", y luego dejó de respirar. A mi se me cayó el mundo a los pies, pero conseguí salir adelante. Esa brújula, que a partir de ahora es tuya, es muy importante, y quiero que la tengas siempre contigo.

Los ojos de Mayra no han tardado en ponerse húmedos, de echo, alguna lágrima ha recorrido su rostro.

-Ian... ¿No quieres quedártela tú? Me sabe mal que tenga yo algo tan importante para ti...

-Mayra, -Ian agarra las manos de la chica, que estaban sujetando el colgante, y las envuelve con las suyas- quiero que guardes tú esto.

La joven abraza a Ian y los dos se envuelven de los perfumes del otro. Ian le mira a los ojos a Mayra y le da un beso sincero.

-¿Te he dicho que hasta llorando estás preciosa?

-Te quiero.

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