-Capítulo 3-

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Domingo, 25 de octubre de 2020

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La noche anterior Mayra y Clara estuvieron hablando y decidieron quedar al día siguiente para tomar un café y dar un paseo por Aramore.

Los fines de semana el pueblo suele llenarse de gente. Normalmente son turistas que llegan allí para visitar sus calles, descubrir lugares nuevos y probar los platos típicos de la zona.

La joven se ha levantado a las doce del mediodía. Los domingos se despierta tarde, ya que los días que tiene que trabajar tiene que madrugar y los sábados aprovecha la mañana, así que el único día que tiene para dormir hasta tarde es el domingo.

Mayra está sentada en su escritorio escribiendo el libro que tiene pensado publicar. Concretamente, es el último de la saga que tiene publicada, con seis libros en total. 

Al acabar de escribir el capítulo se levanta y abre el armario, colocado a un lateral de la habitación. La chica observa cada prenda de ropa, pero un vestido destaca sobre el resto, el cual elige para ponérselo.

Se trata de un vestido verde con un estampado de flores y de manga larga con la parte de los hombros un poco abombada. La tela es medio transparente y por eso se tiene que poner algo debajo. Además, tiene un escote en pico y la parte de la cintura se ajusta muy bien al cuerpo. El vestido apenas le llega por las rodillas y siempre que se lo pone se siente como una princesa que vive en un pueblo perdido por el campo. A juego con el vestido escoge unas botas converse marrones y sale de su casa, no sin antes ponerse su chaqueta. Después de despedirse de su abuela, sale para encontrarse con su mejor amiga a unas pocas calles de distancia. No tarda en verla, sentada en un banco de madera blanca sin respaldo y vestida tan bien como siempre.

Lleva un top marrón oscuro, unos vaqueros de campana color beis y unas zapatillas blancas. Clara se ha recogido su rizado pelo en una media coleta y, al igual que Mayra, lleva una chaqueta.

Las dos chicas se ven y salen corriendo para así abrazarse.

-Menos mal que te he dicho de quedar a las diez. Llevo quince minutos esperando.

-Perdona, me he entretenido escribiendo. Tenía que acabar el capítulo, ya sabes lo que opino de dejar cosas a medias.

Mayra le guiña un ojo a Clara y las dos se ríen.

-Bueno, ¿qué hacemos? -Clara se pone a pensar y al cabo de unos segundos vuelve a hablar- ¿Vamos a tomar algo? Conozco un sitio en el que hacen los cafés muy bue...

-¡No digas más! Vamos.

Y las dos, cogidas del brazo, caminan hasta pararse enfrente de la puerta de la cafetería.

Al entrar, un agradable olor a café molido, caramelo y nata les da la bienvenida, invitándolas a sentarse y relajarse en los mullidos sofás que decoran el local. Grupos de gente y parejas ríen y beben el dulce café, por el cuál es conocida esa cafetería.

Tras sentarse en un sofá, una de las camareras se acerca a tomarles nota de su pedido.

-¡Hola! ¿Qué vais a tomar?

La chica saca una libreta del bolsillo de su delantal y, con un bolígrafo, se prepara para apuntar.

-Yo voy a querer un extrême douce. -Clara mira a Mayra esperando a que ella también pida algo, pero casi al instante Clara comprende que es la primera vez de Mayra allí y no sabe qué pedirse- Y para ella también.

-Está bien.

La joven les dirige una amplia y cálida sonrisa y rápidamente desaparece.

-¿Qué es lo que has pedido?

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