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Era una mañana como cualquier otra, el sol no se colaba gracias a sus gruesas cortinas recién traídas de la India, los molestos pájaros no se escuchaban gracias al hechizo anti sonidos que coloco a espaldas de sus tíos. Y, para su sorpresa, despertó sola, sin ningún elfo doméstico pidiéndole que bajara a desayunar.
Definitivamente sería un buen día.
Se levanto de su cómoda cama, caminando hasta su clóset para vestirse con uno de sus múltiples vestidos satinados, y detenerse un momento para escoger el par de medias que usaría ese día.
Unos veinte minutos después se encontraba bajando por las largas escaleras de la Mansión Malfoy, mirando los múltiples cuadros y decoraciones con disgusto. Le parecían fuera de moda, anticuados.
Ingresó al comedor mientras sus zapatos de charol golpeaban el piso con tanta firmeza que el sonido hacia eco. Aunque la dueña del común ruido se llevó una sorpresa al no encontrar dos cabezas rubias en las sillas, sino tres.
—Buenos días —saludó antes de tomar asiento en el cabezal libre de la mesa, frente a frente con el patriarca Malfoy, a quien le dirigió una sarcástica sonrisa. —¿A qué debemos su gloriosa presencia en el desayuno, tío? Si se puede saber, claro.
Sí, se propuso que hoy sería un buen día, pero un poco de revuelo en el desayuno no le hace daño a nadie. Y hacer enojar a Lucius es simplemente fascinante, según la basta experiencia de su sobrina.
Sin embargo, en lugar de responder con un comentario sarcástico, Lucius miró a Narcissa, quien miró a Draco y después a ella.
Su madrina suspiró, mirándola fijamente con un rostro serio. —Tenemos que hablar en privado más tarde Gigi, es importante.
La menor frunció el ceño, —¿Sobre qué?
—Más tarde —repitió la matriarca entredientes, Gigi bufó inconforme, sin embargo se mantuvo en silencio.
Hasta que una gran lechuza blanca entro al comedor, volando audazmente hacia la menor y depositando una edición del Profeta sobre su desayuno.
—¡No, Gigi, no veas eso! —exclamo Narcissa alarmada.
Haciendo todo lo contrario a lo dicho, Gigi miró al periódico, encontrando a hombre en la portada. Su largo cabello lucía sucio, y sus ropas de preso estaban desaregladas, además de que gritaba como un desquiciado.
"EL ASESINO EN MASA, SIRIUS BLACK, HA ESCAPADO DE AZKABAN"
Gigi tuvo que sostenerse a la mesa para no caer de cara en su desayuno, su vista se nubló y sentía como todo a su alrededor daba vueltas, era como estar sumergida en agua.
Sirius Black ha escapado de Azkaban..Imposible.
Se levantó con brusquedad de la mesa, saliendo de su abismo.
—No es cierto. Es mentira. Nadie escapa de Azkaban, ¡Alastor Moody lo ha considerado casi imposible hace tres años! —gritó la menor, furiosa.
Narcissa suspiró, —Él ha escapado, Gigi.. es verdad.
Había un destello de lástima en los fríos ojos de su madrina, similar a la tristeza y desesperación que reflejaban los ojos del hombre en el periódico, ojos iguales a los de ella.
Deseó tomar el tenedor en la mesa y clavarlo en los ojos del convicto.
—Él no es Merlín, no es especial, sólo es un mago promedio.. —señaló con desprecio para después mirar directamente a Lucius, —¿Cómo lo hizo?
—Nadie lo sabe, el departamento de Aurores y todo el Ministerio de Magia están trabajando en su búsqueda y captura —aclaró el mayor seriamente, —No tardarán en encontrarlo, lo más probable es que reciba el beso del dementor una vez que lo encuentren.
—¡Lucius! —regañó Narcissa tomando lugar en frente de su esposo para posicionar una mano sobre el hombro de su ahijada. —Habrá dementores en Hogwarts y Hogsmade, él no se acercará a ti..
—Oh, créeme, será lo mejor para él —murmuró Gigi entredientes, —Porque si se atreve a sí quiera mirar en mi dirección, yo misma voy a entregarlo a los dementores.
