CAPITULO 14

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JONG HYUN

Despierto temprano y decido levantarme. Una vez que abro los ojos me cuesta conciliar el sueño de nuevo, es un hábito que incorporé tras el servicio militar. No hay cinco minutos que perder. Sin embargo, en casa de mis padres me quedo un rato extra hasta que mi coronel, la señora Ji An, aparece.

Erika duerme. La puerta de su habitación ha quedado abierta, lo que me permite observarla desde el pasillo.

Se ve tranquila, linda, tapada con sus frazadas y su pelo hecho un desastre. Apenas entra la luz desde la ventana, todo está oscuro. Asumo que por eso no se ha dado cuenta de que ya es hora de levantarse; aunque lo más seguro es que no le importe dormir de más un fin de semana.

Me siento en la obligación de ser un gran amigo y empezar el día de la mejor manera.

Abro la ventana de par en par y huyo hacia la cocina. Río para mis adentros. Mamá estaría diciendo que ya estoy grande para estas cosas, pero a mí me da igual.

Preparo mi café y, en menos de lo pensado, mi roomie aparece con cara de pocos amigos. Se ha enojado, y temo que me aplique la ley del hielo.

—¡Buen día! ¿cómo estás? —La molesto.

—Mal, porque mi tonto compañero de piso abrió la ventana y me despertó temprano un sábado por la mañana cuando no tengo nada que hacer.

—¿Cómo que no hay nada que hacer? Tenemos que ir de compras, no hay comida. Tu cereal se ha terminado —Muevo la caja y apenas hace ruido por lo poco que queda—. Yo me quedé sin cerveza, sin papas fritas, la casa es un caos, D'angelo—Ironizo.

—¿De verdad se acabó mi cereal? ¡No! —Hace un leve puchero.

Me hace reír. Todas las mañanas se levanta de buen humor, incluso cuando no lo hace trata de aparentarlo.

Hace años ella era quien insistía para que yo cambiara mi cara y la poca tolerancia a los sonidos; ahora los roles se invierten.

—Ve a vestirte y vamos al supermercado.

—¿Lo dices en serio? Hace mucho tiempo que no me acompañas.

—Lo sé —asiento— quiero revertirlo, ayudarte con las bolsas y comprar cosas que necesito.

—Me parece bien. Iré a vestirme, pero prepárame un café mientras tanto, ¿sí? Luego vamos a buscar lo que necesites.

No tengo nada que comprar; sin embargo, la idea de compartir más tiempo a su lado me gusta.

Por lo general ella es quien se encarga de las compras semanales, pero al inicio las hacíamos juntos. Convivir alejados de Busan nos emocionaba, sentíamos la libertad en las narices. Cualquier cosa se volvía un reto, ir de compras era divertido, elegir espacios, imponer normas básicas de convivencia, entre otras cosas.

Quiero volver a esa época, esa en la que tomábamos decisiones a la par y éramos inseparables.


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Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora