CAPITULO 17

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ERIKA

Mis hermanos se fueron a Busan al terminar el desayuno. Estaba feliz de tenerlos en el departamento, pero después de dos días la rutina vuelve a la normalidad. Es lindo cuando estamos los cuatro juntos, ojalá podamos tener más reencuentros como estos.

Hoy los chicos tienen que entrenar y, para ahorrar tiempo, nos hemos quedado en la biblioteca a estudiar. No sería productivo para ellos hacerlo después de la práctica.

—Creo que podemos dejarlo aquí y continuar mañana—dice Dae Ki.

—Sí, mejor. Tengo sueño, ya quiero llegar al departamento.

—Me iré a la residencia, nos vemos mañana—prosigue Kyu Bin, levantándose de su lugar.

—Tenemos que dejar los bolsos en los vestuarios —dice Jong Hyun—. Acompáñame y luego te llevo al departamento.

—Se te hará tarde, puedo tomar el autobús.

—Te llevo hasta la parada del autobús fuera de la universidad—sonríe—. No se me hará tarde.

—Está bien, te espero en el estacionamiento.

—No demoraré—guiña el ojo.

Es en vano llevarle la contra, él siempre se sale con la suya.

Voy al estacionamiento, en tanto miro mi celular; Hyo Ri me ha enviado mensajes. El trayecto se vuelve lento cuando tengo que responder, soy muy torpe al tener los libros en la mano.

Una vez que llego al auto, dejo las cosas sobre el capó antes de continuar con mi chat. Mi amiga está conociendo a alguien, quiero estar al tanto de todo lo que pase.

—Dulzura... ¿estás sola por aquí? —escucho de repente.

¡Hong Ryul!

Mi cuerpo se paraliza y mi respiración se acelera a causa de los nervios. Inconscientemente camino hacia atrás con él al frente. Mi espalda se pega a la puerta izquierda del auto. Trato de evitar el contacto visual, aunque es imposible. Él me busca la mirada a como dé lugar. Le resulta divertido.

—Sigues igual que cuando te conocí—murmura—. Hueles muy bien, el mismo perfume.

—No te me acerques—Le pido con calma.

—¿No te da gusto verme? Podrías darme un abrazo...

No hay personas alrededor, pese a que la hora del almuerzo está por terminar, todavía no comienzan las clases del siguiente turno. Desconozco de dónde salió. No sé si me esperó o es casualidad.

Su brazo derecho se apoya sobre el techo del vehículo acorralándome contra este. Me habla al oído para derramar un montón de frases obscenas que preferiría no escuchar.

Lo hace para molestarme. Lo hace porque sabe que soy incapaz de actuar.

—Fue casualidad encontrarte aquí, pero... podríamos terminar lo que empezamos en el colegio, ¿no te parece, D'angelo?

La situación me asquea, él me revuelve el estómago. Jamás comprendí su accionar conmigo. Con el resto de mis compañeras no era así...

—¡Déjame!

—¿Qué pasa si no quiero?

Tal y como pensé hace unos días me doblega en fuerza. Mis intentos débiles por alejarlo no funcionaron antes, tampoco lo harán ahora.

La distancia que nos separa es corta. Está respirando cerca de mi cuello.

—Escucha, podemos llevarnos bien. Quiero que seamos amigos, me habías dicho que podíamos serlo, ¿recuerdas?

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora