"I've been spending the last eight months thinking all love ever does is break and burn, and end... but on a Wednesday in a café I watched it begin again." – Begin again, Taylor Swift.
-¿Puedo saber tu nombre? - Preguntó el castaño mientras empujaba un poco más fuerte dentro del contrario de ojos azules, que relucían del placer.
-James. Mi nombre es James Barnes. - Respondió rodeando con más fuerza las piernas sobre la cintura de su ya no tan desconocido compañero. Se sentía completamente perdido en sus movimientos; él recostado en una inmensa y elegante habitación con un hombre unos años mayor sobre él, volviéndolo completamente loco, con su aroma y pérdida de caballerosidad en la cama, y que se veía muy propia de él hace un rato en el café de la esquina.
-Yo soy Helmut Zemo, un placer conocerte, James. – Dijo éste mientras besaba sus labios, para luego bajar a su cuello y dejar marcas sin permiso, reclamando más de James, tomándolo de todas las maneras posibles.
Barnes por su parte solo era gemidos y más gemidos. Colgaba sus manos sobre su cuello para sentir a Zemo más cerca de su rostro.
Recién comenzaban y sus besos ya se sentían familiares, necesarios, casi como una droga y él sin poner mucha resistencia a ellos.
James y Helmut se habían conocido esa mañana en un pequeño café del centro de Nueva York, no tan concurrido como los demás. Bucky se sentó en la mesa de siempre, al lado de la ventana viendo a los transeúntes pasar. Estaba terminando su primera taza de café cuando lo vio entrar por aquella puerta. Alto, apuesto, vestido todo de negro pero con una elegancia inigualable. Era quizás unos diez años mayor que él y tenía unos mechones sobre su rostro que hacía disminuir su expresión de seriedad. Sus ojos no podían dejar de mirarlo, y el contrario no tardó en darse cuenta de esto.
Mientras Zemo esperaba para comprar no dejaron de compartir miradas fugaces que los hacían sonrojarse y a James sacar más de una sonrisa tímida.
Hace ya un par de meses Bucky había terminado su relación con Steve: larga, tormentosa y que ya al final solo la costumbre los mantenía juntos. Pero James no podía dejar pasar su dolor y una mala imagen del amor que tanto lo había lastimado. Desde ese entonces sus ojos no habían podido mirar a otro hombre, ni mucho menos enamorarse de otra sonrisa. Hasta que Helmut entró por esa puerta, y su corazón dio un salto de inmediato, casi como un acto de magia ¿era aquello posible?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por aquel hombre misterioso que le preguntó si podía compartir la mesa junto a él, James sorprendido no pudo negarse. El castaño dejó su café cargado sobre la mesa, junto a un platillo de las galletas más deliciosas de todo Brooklyn en medio de ambos, -podemos compartir si deseas.- dijo Zemo rompiendo el silencio, y el contrario con el rubor en sus mejillas asintió acompañado de un "gracias".
De ahí en adelante intercambiaron un par de palabras e insistían en las miradas que los tenían tan atrapados y un sutil jugueteo bajo la mesa chocando sus pies como un "accidente".
Cuando ya era la hora de marcharse, Helmut se levantó y pasando por el lado de James acercó sus labios a su oído -tengo la mañana libre si deseas acompañarme - susurró. Ni el mismo Zemo podía creer las palabras que habían salido de su boca, pero se resistía a la idea de ver esos ojos azul acero por única y ultima vez.
Luego de su propuesta caminó sin voltear la mirada, y por supuesto James no lo dudó y fue tras él caminando unos pasos más atrás, siguiéndolo por una cuadra hasta internarse en un distinguido edificio. Subieron por las escaleras, luego recorrieron el pasillo, aún sin decirse palabra alguna.
Al llegar a la puerta, Zemo busca las llaves mientras James se pone en su espalda, nunca habían estado tan cerca como en ese momento, sintiendo incluso su respiración en la nuca, lo que provocaba en el mayor un calor en el vientre y el corazón tan acelerado como hace años no lo sentía.
Apenas entraron al departamento, Bucky estampó a Helmut contra la pared, robándole un beso y quitándole su abrigo, luego su camisa, con desesperación, como si estuvieran contra el tiempo. Y sin ningún aviso Helmut ya se encontraba sentado en su sofá marrón de la sala, completamente desnudo y reluciendo esas múltiples y pequeñas pequitas y lunares que regaban todo su cuerpo y con las que James quedó totalmente deslumbrado. Aquel hombre que lucía como un sueño en el café era aún más increíble en la intimidad. Y no disimuló su encanto mientras se desvestía, para luego subir a su regazo y volver a comer su boca, y bajar haciendo un camino sobre cada marca de Zemo con sus labios y su lengua, aspirando su olor, trazando los detalles de su piel desnuda.
Minutos más tarde Barnes se arrodilló en el suelo pasando su dedo índice por todo el miembro del castaño, tan lento que éste tuvo una reacción inmediata. Y ahora, mientras toda su mano rodeaba su pene y jugueteaba de arriba abajo su boca también bajó para lamer sus testículos, siguiendo con suavidad y dedicación, como un experto, mientras Zemo se retorcía en el sillón acariciando el cabello oscuro de Bucky y con su otra mano estimulando sus pezones, hecho un lío, con la mente nublada por el deseo.
Más tarde, cambiaron de posición, estando James ahora sentado en el sofá mientras Zemo se ponía a horcajadas sobre él, restregándose sobre el bulto del menor mientras besaba su cuello y el borde de su oreja, descubriendo las partes más sensibles de Barnes, para luego tomar la mano de éste y meter a su boca dos dedos y chuparlos de una manera que había dejado completamente embobado a James, que disfrutaba de esa vista soñada. Cuando al fin sacó sus dedos de su boca, Bucky los arrastró hasta su entrada, primero un dedo, luego los dos, viendo como Helmut lo disfrutaba sobre él, haciendo pequeños movimientos para que estos entraran con mayor profundidad, y sin perder el tiempo tomó ambas erecciones para unirlas y masturbarlas juntas, haciendo que el roce los terminara por enloquecer a ambos y a soltar suspiros y gemidos de placer para luego volver a unir sus lenguas húmedas y calientes.
-¿Por qué no me acompañas a mi habitación para continuar con esto? – Dijo Zemo luego de un rato extendiendo su mano a James para invitarlo a su cuarto y continuar con esa mañana que sería la primera de muchas que compartirían, tocándose, amándose e incitando al deseo.
Y por supuesto, James Barnes aceptó.
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WinterBaron ~ One Shots
RomanceRelatos cortos de James Barnes y Helmut Zemo que te transportarán a distintos escenarios repletos de amor, pasión y algunas risas🖤 Escritos por Michelle y Valentina.