5. En la boda de Sam y Joaquín

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-Así, cariño, sigue así... -susurraba Helmut Zemo mientras desabrochaba algunos botones de su camisa por la oleada de calor que sentía subir por su cuerpo.

Eran las palabras que usaba para alentar a su novio a seguir haciendo esas maravillas con su boca y lengua. Y la vista era aún más exquisita. Tener al mismísimo James Barnes arrodillado entre sus piernas, lamiendo y devorando su miembro como si de un dulce se tratase, haciendo soniditos obscenos con su saliva mientras no dejaba de succionar, pero manteniendo aún su traje hecho a la medida totalmente impecable, era la escena más excitante que el barón podía soñar.

Habían pasado solo un par de horas desde que Sam y Joaquín habían dado el "sí, acepto" en el altar, y ya en medio del ajetreo entre el cóctel y los abrazos que iban y venían en felicitación a los recién casados, James y Helmut no tardaron en perderse en una de las tantas habitaciones del hotel donde se estaba realizando la boda.

Desde antes de salir de casa, mientras se alistaban en su habitación, ambos se miraban con ganas de detener el tiempo y devorarse en la cama que ya llevaban compartiendo por unos años, pero como eran los padrinos en la ceremonia era imposible llegar tarde y solo deseaban que las horas corrieran para desvestir al otro y comerse a besos al llegar de vuelta a su hogar.

Pero esas miradas y toqueteos bajo la mesa no resistieron por mucho tiempo y ambos casi corrieron al baño de invitados.

Y en ese momento ya no había vuelta atrás.

Restregaban sus cuerpos y sus manos tocaban con desesperación sobre sus trajes mientras Helmut besaba y mordía el cuello de James como en su primera vez juntos. Hasta que el exsoldado lo detiene en seco para tomar su mano y llevarlo a uno de los cuartos de los pisos de más arriba para no ser encontrados.

Luego de que Bucky casi hiciera terminar a su novio solo con su boca, y este se deshiciera en jadeos en ese sofá de terciopelo, ambos terminaron con su tarea pendiente en la pared de la misma habitación.

Dejaron caer sus pantalones hasta sus tobillos y apoyando a Helmut contra la pared, James se pegó a él hundiéndose en su interior, acelerando sus movimientos y jalando su cabello.

-¿Esto es lo que querías, Helmut, cogerte duro como estoy a punto de hacerlo ahora? – Dijo de manera ruda contra su cuello mientras que con su mano izquierda azotaba las pálidas nalgas de Zemo haciendo eco con el choque sus pieles y como James entraba y salía cada vez más rápido y el castaño tomaba su erección para masturbarla y completar el juego perfecto que lo llevaría a la gloria.

Y era exactamente lo que deseaban. Anhelaban los gemidos del otro, sentir sus cuerpos y sus respiraciones entre cortadas. No podía ser mejor, aún estando en la boda de sus mejores amigos, siempre había espacio para el placer. 

 

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WinterBaron ~ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora