Capitulo 2

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Mis dedos se mueven nerviosos sobre la pantalla táctil de mi teléfono. He perdido la cuenta del tiempo que he estado en la misma posición, batallándome si llamar o no a la famosa consulta del sexólogo James Maslow. Cierro los ojos y cuento hasta tres tocando el botón verde y deslizando el teléfono hacia mi oído.


La llamada en espera suena tres veces y contestan. Los nervios vienen a mi y en ese momento solo deseo colgar y lanzar el teléfono a cualquier parte de la habitación.


—Buenos días, consulta del sexólogo James Maslow, ¿en qué puedo ayudarla? —dice una suave y robótica voz que me hiela entera.

—Yo... yo... mi nombre es ______ y... y bueno, me gustaría...

—¿Una consulta? —pregunta interrumpiéndome, su tono de voz suena gracioso.

—Si —murmuro con la voz ahogada— ¿cuándo podría ser lo más pronto?

—Hmm... déjeme ver —musita y la escucho teclear algo en su computadora. Comienzo a morder nerviosamente mi uña— ...lo más pronto y que tenemos libre, seria para el viernes de la próxima semana.


Suspiró y me encojo de hombros, pensando que era lo más optimo. Tomo un pequeño papel y pluma y acepto, la chica me dicta una dirección y me pide los simples datos. Número de teléfono, mi edad (para la cual me ha dado una inmensa vergüenza seguir diciéndola), mi fecha de nacimiento y nombre completo.


Al colgar me lanzó de espaldas a la cama y botó todo el aire retenido. Tomando nuevamente el teléfono, llamó a Sara para decirle que la cita ya esta programada. Y me invita a un bar para despejarme, al cual he accedido a duras penas. Allí hay chicos, los cuales se me acercaran y querrán algo más y yo, bueno, no podré decirles que no y luego sucederá lo de siempre... los pateare y al otro día tendrán un nuevo moratón porque casi se acuestan con una chica ninja. Que patético suena eso.


—¿Irás asi? —pregunta desconcertada al ver mi atuendo, me miro nuevamente y me encogo de hombros. No le encuentro absolutamente nada malo.

—Si, ¿qué tiene de malo?

—Que iremos a un bar, no a la iglesia —se acerca a mi y toca mi atuendo con una mirada de desagrado. Estoy usando un jersey color crema y una falda que me llega hasta la rodilla, en los pies, uso unos zapatos de tacón pequeños— ¿por qué te has vestido así?

—Porque, allí habra chicos y no quiero que se me acerquen y me coqueteen y yo igual que una colegiala caiga rendida a sus pies por el primer toque —ella aguanto un risa y me miro divertida.

—Pues tendras que aprender a controlar tus hormonas —rode los ojos sentándome en la cama.

—No es divertido ¿sabías?

—Vale, lo lamento, no más bromas con el tema... pero, me hubieras dicho de todas maneras, así habría buscado un lugar más adecuado.

—Te dijera o no habrías querido ir a un bar, pero, hay algo que aquí no calza ¿qué harías tú en uno, si tienes novio? —su mirada cambió a una nerviosa y suspiró sentándose a mi lado.

—Las cosas con Charlie no estan bien... y me gustaría salir por allí y no sé, despejarme.

—¿Acostándote con otro?

—Lo haces sonar terrible ¿sabes? Pero mi sexólogo dijo que si Charlie no me satisfacia en la cama, debía buscar nuevos rumbos.

—Eso se llama infidelidad.

—No si no estamos en relación —contesta simplemente. Yo abro los ojos sorprendida y me levanto casi de inmediato.

—¿Han terminado?

—No, no, no, solo estamos en un periodo de tiempo —dice tratando de sonar segura. Ella baja la mirada triste y me vuelvo a sentar a su lado sobando su espalda con compasión.


Ella y Charlie estan juntos desde bachillerato. Es una de las relaciones más estables que ella ha tenido y entiendo que puede doler un poco aquella ruptura. Porque aunque ella no lo quiera reconocer, ambos han terminado.


—¿Donde estás viviendo?

—Allí mismo, Charlie cree que nuestros problemas se arreglaran si estamos juntos pero a la vez separados, esta durmiendo en el cuarto de visitas.

—¿Consultaste con el sexólogo su situación? —preguntó temerosa.

—Si, creí que quiza el problema estaba en la cama, ya sabes, pero me dijo que la relación entre parejas no entraba en su rango y dice que tendríamos que consultar con un especialista en aquello.

—¿Un psicologo?

—Algo así, pero bueno, él se rehuso y penso que lo mejor seria hacer lo que el propuso y ahora estamos así. Con caminos separados.

—Pero, ¿tú quieres acostarte con otra persona, él lo ha hecho?

—Eso creo, el otro día cuando lavaba la ropa sucia pude oler perfume de mujer en una de sus camisas. Y no era el mío.

—Pues, esa no es escusa para que tu hagas lo mismo, lo mejor seria que hablaras con él y decidan si quieren o no separarse.

—¿Dónde ha quedado la divertida _____? —pregunta luego de un rato. Rió un poco pegándole despacio en el hombro.

—Estoy aquí, además, tu sabes que soy malísima en el sexo, no en el amor —ahora ella ríe dándome la razón y asintiendo mientras saca sus zapatos y se recuesta en la cama.

—Pues, hoy no habrá salida al bar, tendremos una pijamada.


Sonrió también sacándome mis zapatos y conforme con su decisión, me levanto para ir a buscar unas botanas y algunas películas

románticas para empezar una noche de chicas.

Virgen A Los 25 (James Maslow y Tu) ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora