Capitulo 34

5.7K 285 5
                                    

—Consulta del sexólogo James Maslow, ¿En qué puedo ayudarlo? —pregunto la monótona y profesional voz de la secretaría. Me mordí el labio nerviosa y contesté.
—Hola, soy ____, una de las pacientes del Doctor Maslow —respondí tratando de desaparecer cualquier temblor de mi voz.
—Sí, sé quién eres —dijo de mala gana—. ¿Qué sucede?

Aquel tono de una secretaria respetuosa había desaparecido completamente. Tomé el cable del teléfono enrollándolo en mi dedo.
—Quería saber cómo estaba ¿ha ido a trabajar hoy?
—El Doctor Maslow no ha venido en toda la semana, se encuentra con ligeros dolores en su nariz y cara. Creo que llegará el lunes en la mañana. De todas maneras, todas las citas de hoy y los días anteriores han sido programadas para la semana que sigue.
—Sí, lo sé, solo quería saber cómo se encontraba.
—En todo lo sucedido, bien, solo está usando los días de reposo que el médico le receto —contestó secamente, suspiré y me despedí. Sabiendo que no ganaría ni sabría nada si seguía hablando con aquella celosa secretaría.

Miré una vez más el bolso sin cerrar que se encontraba encima de mi cama y caminé hacia él guardando las esposas y la venda para ojos. Había estado toda la mañana mirándolo sin saber qué hacer. No podía solamente aparecerme en el departamento de James y contarle mi plan, debía crear una buena disculpa y saber si quería o no seguir.
—Sara —murmuré a través del teléfono.
—____, ¿qué sucede? —fruncí el ceño al escuchar su tono de voz.
—Necesito tu ayuda... —dije, en un tono bajísimo.
—¿Para qué? —preguntó confundida.
—Me gustaría decírtelo en persona, aunque no lo creas, por teléfono es algo... incómodo —susurre curvando mi labio. Su risa se alejó del teléfono y supe que había estallado en una carcajada, la cual no pude no responder.
—Estoy sola, Charlie ha salido. Nora vendrá de visita —dijo de mala gana.

Nora era su suegra, bueno su-casi-suegra, dado que ella y su novio aun no estaban casados, pero aun así, aquella vieja le hacia la vida imposible, como cada madre que no quería separarse de su hijo preferido y creía que una arpía (lo cual Sara no era) se lo quería arrebatar de las manos.
—Es solo una hora, de verdad, necesito tu ayuda —le pedí y ella suspiró.
—Está bien. Tienes suerte de que aquella vieja haya viajado ésta vez en avión. Nos vemos en quince minutos.
—¿Quince? Sara, vives a una cuadra.
—Lo sé, pero debo vestirme. Estoy aún en pijama.
—¿Y qué haces en pijama si sabías que Nora vendría? —pregunte divertida.
—Quería joderla un rato —rio y sentí como los cajones de su armario se deslizaban hacia afuera—. Bueno, cuelga, nos vemos en quince, adiós.
—Adiós —musité aun riendo.

Cerré el bolso colocándolo encima de mi mesa de noche y busque alguna lencería sexy para esta ocasión. Igual a la que James me había obsequiado, solo que esta era de un solo color y negra.

Sara llego quince minutos después luciendo un look informal. Un pantalón de chándal y un chaleco a juego. Negué con la cabeza mientras sacaba las cosas del bolso una a una y las iba poniendo frente a ella.
—¿Y esto? —pregunto tomando con dos de sus dedos las esposas.
—James me las obsequió junto con la lencería, al parecer quería que si lográbamos el primer paso, seguir averiguando y probando nuevas cosas conmigo.
—¿Y mi ayuda era para que te aconseje como usar esto? —Pregunto levantando una ceja—. ____, con Charlie jamás hemos pasado más allá del sexo normal. Aunque no lo creas, a él ni a mí se nos ha pasado por la cabeza utilizar alguna de estas cosas...
—No, la ayuda no era con eso —la interrumpí. Inhale aire sintiendo como los celos iban llenando mi interior—. Como tú ya estuviste con James, una vez, quería que me explicaras más o menos cuáles son sus puntos débiles y esas cosas.
—No sé si recuerdo mucho, cuando lo de nosotros sucedió, estaba realmente borracha —murmuro, mirándome y pidiéndome disculpas. Eso no lo habíamos hablado desde que yo me enteré. Negué con la cabeza sonriéndole como si no me importara—. Pero, te aconsejo que en tu primera vez, seas tú misma y que tú averigües cuáles son sus debilidades en la cama.
—¿Y qué pasa si hago algo mal?
—El sexo no tiene una manera de ser, es espontaneo, natural. Nadie es malo en la cama, solo que cada persona tiene una manera diferente y tú debes encontrarla.
—Lo sé, pero... tengo miedo de hacer algo mal —murmure abatida. Ella sonrió tocando mi brazo con ternura.
—Solo confía en ti, ____. No harás nada mal. Solo déjate llevar por el momento. Ese es el único consejo que puedo darte.

Suspiré y metí todo de nuevo al bolso con su ayuda.
—¿Algo más que quieras saber? —pregunto cerrando la cremallera. Fruncí mi labio y me ruborice.
—Sí, algo.
—¿Qué? —pregunto sonriendo.
—¿Cómo puedo seducirlo?

Virgen A Los 25 (James Maslow y Tu) ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora