ᴜɴᴘʀᴇᴅɪᴄᴛᴀʙʟᴇᵐᵃʳᶜ ˢᵖᵉᶜᵗᵒʳ

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⊹₊ ⋆ʟᴏᴠᴇ ᴏғ ᴍʏ ʟɪғᴇꜜ

Cuando de pequeña le preguntaban a quién admiraba, Marlene Alraune respondía sin duda: Peter Alraune. Su padre, un reconocido arqueólogo, había sido el pilar fundamental para la pequeña rubia. Por eso, cuando llegó la hora de elegir su futuro, no dudó en estudiar Historia del Arte y conseguir un puesto como arqueóloga.

Al principio sus trabajos eran poco fructíferos, pero cuando su padre logró unirla su plantilla en una importante expedición en King's Valley todo cambió. La rubia realmente disfrutaba del trabajo que hacían. Logró conocer a mucha gente interesante, como el gran socio de su padre Abdullah El-Faouly, otro conocido arqueólogo y gran obseso de la cultura egipcia. Muchas noches, cuando se reunían en el pueblo en el que se hospedaban —Selima¹—, le contaba sus teorías sobre los dioses. Decía que todos aquellos dioses egipcios existían, y vivían entre ellos. Aunque Marlene se mostraba incrédula siempre le gustaba oír sus palabras.

La dicha vino a ellos cuando lograron encontrar la tumba de Seti II, y una gran sala llena de tesoros. Habían llevado algunas pocas cosas al pueblo para estudiarlo, pero el éxito estaba asegurado. Al menos hasta que el rumor se extendió hasta llegar a los oídos de los carroñeros.

Fue una mañana al amanecer cuando el caos llegó al pequeño pueblo de Selima. Se escucharon explosiones, disparos y gritos, lo que alertó a la familia. 

—Papá, ¿quiénes son ellos? ¿qué buscan?—preguntó Marlene mirando angustiada por una ventana.

—Es Bushman—contestó—. He escuchado a los pueblerinos hablar de él en susurros, asustados. Sólo hay una cosa que lo ha podido traer a él y su banda de asesinos aquí: rumores de nuestro descubrimiento.

      >>Iba a encontrarnos en algún momento, a los artilugios que hemos traído para estudiar, como esta daga cubierta de joyas—cogió el arma—. Y a forzarnos a guiarlo al yacimiento para que poder robar todas las riquezas en las que hemos trabajado durante cinco años. Él...¡Él las destruirá! ¡Las derretirá para conseguir el oro!

Peter estaba frustrado y enfadado, y Marlene temía por lo que fuera capaz de hacer.

—¿Qué vamos a hacer?

—¡Lo que debo hacer!—exclamó abriendo la puerta— Bushman debe ser detenido, quédate aquí.

—¡No, papá!—gritó—¡Te lo ruego...!

Pero ya era muy tarde, Peter ya había salido en busca del mercenario. Se acercó silencioso a donde estaban los que parecían los cabecillas del altercado. Bushman, cuya cara estaba tatuada como si fuera la muerte, daba órdenes de registrar todas las casas. Entonces avanzó silenciosamente con la daga alzada, pero Marc Spector, uno de los mercenarios, lo vio y detuvo el ataque.

—Así que has atrapado a un intento de asesino—lo felicitó, a pesar de que horas antes había criticado su "falta de sed de sangre".

—Lo llevaré a la plaza—dijo Marc cogiendo a Peter.

—¡No!—le frenó Bushman—. Tienes mucho que aprender sobre el terror, Spector—se acercó a Peter y lo cogió de la cabeza—. Este servirá de ejemplo para el resto.

Como ya había visto muchas veces —y ninguna había sido mejor que la anterior— Raoul usó su característica herramienta para sacar dientes, dejando al pobre Peter en el suelo. Marc se acercó al hombre, que poco a poco perdía la vida entre gemidos agonizantes.

—Mi hija...—murmuró con dificultad; sólo Marc podía escucharlo—...tercera casa blanca. Ella...

Entonces, tras ese silencio, Marc supo que se había ido.