Algo en Gideon, como en Kim, pareció despertar.
Una especie de conciencia que no habían desarrollado, no solamente de su relación, sino de sí mismos, de los eventos que habían sucedido para que todo hubiese llegado al punto en que estaba. ¿No sería más fácil sólo parar? ¿Tan sólo por un momento, ser razonables y dejar de lado el pasado?
Gideon estaba cansado de ser perseguido por El Brillo, como un condenado a muerte que no puede librarse de la cadena a que está atado. Deseaba ser libre. Porque una vez que El Brillo dejara de acosarlo a él, Kim estaría libre de ello también.
Habían pasado juntos momentos difíciles, momentos en que todo había sido complicado y se habían enfrentado a ello como si no fuese importante siquiera. Pero ahora estaban, hasta cierto punto, en una batalla que no creían ser capaces de ganar. No peleaban contra el otro, peleaban para que el otro también ganase algo.
Kim peleaba porque Gideon viera en ella los sentimientos que no era capaz expresar verbalmente, pero que ambos eran plenamente conscientes que estaban ahí; Gideon peleaba para que Kim aceptara sus sentimientos y, en el fondo, para olvidar que deseaba satisfacer su ego escuchando de ella los sentimientos que tenía hacia él, porque lo sabía, sabía que estaban allí, pero era tan testaruda e incapaz de expresar lo que había en su propia mente, que para él habría sido todo un triunfo escuchar de sus labios las mismas palabras que un día, ligeramente, en la completa inopia que sólo la adolescencia puede brindarle a un ser humano, le regaló a Scott Pilgrim.
- "¿Para qué quieres oírme decirlo?" - Se escuchó la voz de Kim por sobre todo el caos verde de aquella escena, con voz frustrada, incapaz de entender por qué era tan importante que usara sus tontas palabras, salidas de una boca balbuceante y de una manera totalmente torpe - "¿Que no sabes lo que siento?" - Al decir eso, sabía que debía estar preparada para una respuesta claramente combativa - Yo soy tan sólo tuya - Y al decir eso, todas las particulas brillantes, todas las luces y el brillo se apagaron y dieron paso a un absoluto y completo silencio y obscuridad, en la cual apenas si pudieron descifrar la silueta del cuerpo del otro.
Aún le hacía profundo daño a Gideon la escena que se reprodujo ante él y que sólo él había podido ver, donde asesinaba a Kim y se quedaba sin ella, escena que El Brillo repetía en su cerebro una y otra vez, como si minando su voluntad, fuese a obtener lo que sea que quisiera de él. Le dolía y lo aterraba, porque pensó que, de no existir Kim, el mundo se convertiría en un lugar terrible para cualquiera que se cruzara con él.
- Necesito oírlo de tus labios - Dijo, con cierta dignidad - Porque si no lo dices en algún punto, entenderé que todo ha terminado - El rostro de Kim parecía horrorizado genuinamente.
"Nada ha terminado", pensó, "Si esto no ha hecho más que empezar". No supo si hablar o callarse, pero tanta presión la tenía muy molesta, y sin poder contener cierto enojo.
Para Gideon, el que Kim no simplemente lo complaciera, le pareció una negativa y se quedó frente a ella, absorto en la silueta pequeña, recortada contra la obscuridad. Sintió como si casi pudiera ver su rostro, la conocía tan bien. Sintió de alguna manera cómo le temblaban los labios y la impotencia de Kim ante haber dicho algo más que era demasiado increíble para venir de su propia boca y que al parecer él, en su propia obstinación, había dejado escapar.Yo soy tan sólo tuya.
En el cursi y hasta cierto punto románticamente cínico corazón figurado de Gideon, algo se removió, una cierta alegría contenida bajo la superficie, debajo del traje costoso, de los zapatos brillantes aún en la obscuridad, del cabello que aún continuaba peinado y sin movimiento alguno. Y lo que reptaba dentro de Gideon, esa sospecha constante y absurda, odiosa e intolerable, finalmente comenzaba a abandonarlo.
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Visions of Gideon
Fanfiction¿Cómo es ver la mente de otra persona? ¿Qué se siente ver lo que piensa y lo que esos pensamientos hacen en los sentimientos de otra persona? Kimberly Pine descubre justamente eso, con la agravante de que los pensamientos en los que husmea sin quere...