𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆

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Lo cotidiano se vuelve aburrido con el paso del tiempo. Las horas pasan lento cuando se repite una y otra vez la misma rutina. Pero inevitablemente se vuelve algo entrañable cuando se es arrebatado de la noche a la mañana.

Algo en la nueva rutina de Jungkook le brindaba consuelo sobre el fantasma de lo que alguna vez había tenido. No, no era igual, pero se asemejaba, y no podía pedir más que eso.

Tras algunos tranquilos paseos por el parque, Yugyeom logró recuperarse lo suficiente para caminar con completa normalidad, dejándole a Jungkook un gran alivio al regresar a sus horarios laborales habituales.

El pacto silencioso había sido que Yugyeom se encargara de cuidar la casa mientras Jungkook trabajaba. El pelinegro aún no podía regresar a la academia de baile, así que sus días se limitaban a quedarse en el departamento y salir algunas veces a una tienda de conveniencia. Lamentable, la impotencia reinaba sus mente con pensamientos pesimistas.

Yugyeom se sentía inútil más veces de las que le gustaría admitir. Deseaba que el día en que volviera a la que era su vida, llegara, y pronto. Aunque aún se preguntaba ¿Cuál era exactamente la vida que quería de vuelta? Ni siquiera lo sabía con certeza. Entonces se volvía en un círculo vicioso. Estaba perdido.

Confiaba en Jungkook y sus amigos, pero anhelaba no depender de ellos para saber quién era Kim Yugyeom. El Kim Yugyeom que ellos conocían y él no lograba recordar.

La bolita de pelos que corría por el departamento era lo único que lo llegaba a distraer durante los monótonos días. En ese momento se encontraba jugando con Dalkyum. Era de noche, ambos mataban el tiempo de espera para que Jungkook llegara.

Dalkyum giraba efusivamente buscando atrapar con sus dientes el juguete para perros que Yugyeom hacia girar suspendido en el aire. Repentinamente el canino paró en seco y se dirigió a toda velocidad hacia la puerta, aquello significaba que Jungkook había llegado.

Fue cuestión de segundos para oír el pestillo de la puerta abrirse y los ladridos de Dalkyum esparcirse por todo el departamento.

Asomando la vista Yugyeom pudo ver la imagen del pequeño Dalkyum apoyarse en las rodillas del recién llegado.

—¡Oh no! ¡Me taclea! ¡Me taclea! — exclamó Jungkook dramáticamente mientras lentamente se dejaba caer.

—Y en una repentina jugada Dalkyum toma ventaja sobre Jeon Jungkook, algo impresionante — dijo Yugyeom a modo de comentarista deportivo siguiéndole el juego a Jungkook.

—Me rindo, pido piedad — suplicó el castaño. A este punto se encontraba totalmente tirado en el suelo, con las patitas de Dalkyum apoyadas en su espalda.

— ¡Dalkyum resulta victorioso!—

Jungkook rodó sobre sí quedando boca arriba.

—Te aseguro que Dalkyum es más maduro que nosotros haciendo esto —

—Tú empezaste, señor dramas — contestó Yugyeom —Pero tienes razón, seguro es así — se acercó a su amigo y lo ayudó a incorporarse.

Fue entonces cuando cayó en cuenta de lo brillantes que lucían sus expresiones aquella noche. No negaba que Jungkook fuera alguien alegre y en su mayoría positivo, pero esa misma imagen era la que encerraba a su cansancio y pensamientos negativos de la demás gente. Yugyeom era una de las excepciones, pues lo podía notar cada noche en la que llegaba arrastrando sus pies y esbozando ligeras sonrisas. Suponía que era una de las habilidades que aún conservaba a pesar de todo: el leer a Jungkook. En más de una ocasión quiso hablar con él al respecto pero no encontraba la forma de hacerlo sin sonar entrometido.

Si algún día me olvidas // 𝒀𝒖𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora