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—Rj, Rj.

—¿Qué wea querí ahora, Pucón?— preguntó Rj dejando en el piso la caja que llevaba en sus manos— Me has estado molestado toda la tarde y no dices nunca lo que quieres.

—Perdooooon por querer quitarme las dudas de mi cabecita del por qué me echaron de mi propia habitación esta mañana— dijo el Pucón rodando los ojos—. Pero quería saber que quiénes dices que llegan mañana. La verdad es que no escuché a la vieja porque estaba jugando Fornite.

—Tu nunca escuchas... además, yo a penas también me enteré en la mañana de que van a venir a vivir dos tipos aquí— comentó Rj tomando su celular—. Ni el Mango y la Vieja dijeron nada en toda la semana.

—Demás y lo hicieron porque pensaron que me iba a enojar.

—Sí... pero oye.

—¿Qué?

—¿De verdad que no te molesta compartir habitación conmigo?— el pucón negó mirando con duda a su hermano—¿Estás bien?

—¿Por qué no lo estaría? De todas formas eres mi hermano, no debería molestarme por eso— respondió el Pucón tomando la caja del piso—. A no ser de que se te ocurra despertarme mientras esté en el quinto sueño. Esa wea sí que no te la perdono.

—Lo sé, te conozco, pendejo.

—¿Entonces?¿Qué esperamos? Llevemos estas últimas cosas para poder acostarme a dormir. Ya no quiero saber nada del mundo al menos hasta mañana.

—Oye, pero parece que mañana nos vamos a tener que levantar para ir nosotros a buscarlos.

—¿Me estai weando...?— preguntó el Pucón mirando con cansancio a su hermano, pero Rj negó dándole a entender que lo que decía era cierto—¿y quién te avisó?

—El Mango está recién escribiendo y dijo eso, pero está tratando de confirmarlo rápido.

—Pásame ese celular— pidió el menor arrugando su entrecejo.

—¿Qué vas a hacer?— preguntó Rj entregándole el móvil.

—Decirle un par de cositas antes de que le deje de hablar por unos días— respondió Pucón marcando el número de su primo.

—Baja las revoluciones, manito, te va a hacer mal.

—Lo que me va a hacer mal es no dormir— dijo el Pucón llevando el celular a su oreja esperando a que el Mango contestara—¡Oe, weon!

¡¿Qué wea querí?!

—Saber el por qué le dijiste a tus amigos que llegaran temprano. ¿No vez que necesito mis horas de sueño y tú al hacer eso me lo impiden?

¿Y yo que iba a saber que iba a venir temprano? Échale la culpa a ellos, no a mí.

—Uy, claro que les voy a echar la culpa— dijo el Pucón riendo maliciosamente—. Incluso, seré tan malo que los dejaré encerrados en mi habitación.

Eso ya es pasarte de lanza... ¿y si uno de ellos es claustrofóbico? No creo que el Compadre sea capaz de ayudarlo si con suerte se mantiene con vida.

—Si cierto... bueno, ya veré qué hacer, pero tú y yo, no somos amigos.

Obvio, po aweonao, somos primos.

—ª

Ya anda a dormir mejor, andai puro hablando weas ya.

—Sí, sí, buenas noches cara de pony.

¿A quién le dices poni, conchetumare?

—A tí ¿no?

Eres un-

not a toy storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora