Parte 3

151 24 4
                                    

El caluroso clima de la Riviera Maya, México, daba la bienvenida a un grupo de agotados, pero guapos jóvenes, además de desvelados, se encontraban bajo los estragos de la borrachera anterior. Era imposible que no la sintieran, después de cuatro botellas de whisky era inevitable. Como siempre Archie se quejaba de la humedad de la temperatura que provocaba frizz en su lacia melena, quería llegar al hotel para ponerse de inmediato un acondicionador que lo evitara. Durante el recorrido en el jet real, todos dormían como angelitos después de que el castaño los había despertado para salir de inmediato de las Vegas, su estancia en el lugar se había acabado; era urgente que se fueran, no quería otro encuentro con las damas de la noche anterior. Terminaba la tarde cuando se estaban registrando en el resort.

Todos portaban lentes obscuros, el sol les lastimaba, estaban sedientos y cualquier ruido les molestaba. Los malestares eran consecuencia de la espantosa cruda. Terrence esperaba a los demás, recordaba que no le había escrito a Candy, en cuanto estuviera en su habitación lo haría. En tanto fumaba un cigarro. — ¿Cómo se te ocurre fumar ahora? — Le reclamó Archie. — ¡Porque me gusta! Acaso, ¿Yo te cuestiono por qué te relames cual gato?... Jajaja... — Respondió el castaño, levantando con su mano los lentes para mirar la cara del rubio, que por un momento dejó de alaciarse el cabello. — ¡Sí me sigues molestando le diré a Candy que has estado fumando! — ¡Hay sí! ¡Ya salió la nenita! — ¡Quieren dejar de pelear! ¡Me duele tanto la cabeza, que no puedo intervenir! — Reclamó Stear, que se tocaba las sienes con ambas manos. — ¡Sí! ¡Por favor! Yo también, ¡Siento que me va a reventar la cabeza! Además ¡Creo que me voy a resfriar por el tratamiento anti borrachera que me aplicaste, Terry!... Intervenía Anthony. — ¿Tratamiento? Y ¿Por qué no, nos lo aplicaste a todos Terry? Así hubiéramos evitado estos malestares. — ¡Créeme primo! ¡No te lo aconsejo! — Ante ello, el castaño soltó tremenda carcajada... — ¡Mejor ni me lo recuerdes Anthony! ¡Que no fue nada grato! Todavía recuerdo la mirada acusatoria del tipo que nos vio en los sanitarios. — ¡Eso es lo único bueno! — ¿A qué te insinúas? — A que el chico que nos vio en el baño pensará que a ti te gusta... —¡Calla! Eso me pasa por... — ¿A qué se refieren? ¡No entiendo! — Preguntaba Stear. — ¡A nada! ¡Por andar de solícito me confundieron por un varón del otro bando! — Indignado comentaba el castaño. — ¡Jajaja...! Por cierto, ¿Quién te enseñó esa técnica para quitar de súbito la embriaguez? Porque debo reconocer que, ¡Es efectiva!... Jajaja... — Respondió Anthony —¡Quieren explicarse de una vez! — Repitió Stear — ¡Bueno quiero entender que anoche estaba ya muy bebido! Entonces, mi querido amigo Terrence, me ayudó a que se me bajara con una técnica muy radical, pero efectiva... Jajaja... — ¿De qué se trata? — Intrigado seguía preguntando Stear. — ¡Se trata de ponerte hielo en los...! — Declaró el inglés. La cara de estupefacción se reflejó en Alistear y Archibald Corwell — ¡¿Quéeee?! — Dijeron al mismo tiempo, mientras que Terry no dejaba de reírse a carcajada abierta, al igual que Anthony. — ¡Creo que evitaré embriagarme de nuevo, cuando salgamos! — Dijo Archie jugando con las puntas de los dedos y moviendo sus ojos de un lado para otro. — Eso provocó que las carcajadas se intensificaran entre los jóvenes. — ¡Pero tienes que explicarme Terry!, ¿Los hielos van ahí exactamente? — ¡Que sí, que sí, ¡Tan directo como una inyección!... Jajaja... — Seguía explicando Terry.

— ¡Bueno, existe una teoría, de que cualquier cambio súbito de temperatura puede despertar los sentidos! ¿Pero ahí? ¡Se me hace extremo! — Pensaba el inventor en su lógica científica. — ¡Ahora que lo pienso, Stear! ¿Qué haces en el consorcio? ¡Nada que ver con tú afición por inventar cosas! — Platicaba Terry — Tampoco entiendo la de Archie ¡No tienen un área de estética! ¿O sí?... — ¡Que graciosito, Grandchester! — ¡Chicos, chicos! Ya vamos a almorzar algo y de ahí a nuestras habitaciones, tengo mucho sueño y no me he reportado con Michell — Llegó comentando Albert, quien fue el último en registrarse. En ese momento, ninguno de ellos pudo evitar recordar que no se habían comunicado con sus novias. — ¡Cielos! ¡Creo que se me armará con Karen! — Respondió Anthony — Acto seguido, tomaron sus maletas para salir corriendo a sus habitaciones. Sin embargo, Albert los detuvo diciendo — No creo que haya ningún problema, dado que ellas sabían que estamos de vacaciones, ¡Así que, primero, lo primero! Ya que hayan comido algo podrán contra la furia de sus prometidas, ¡Recuerden que, con el estómago lleno, las penas son menos!... Jajaja... — ¡Claro! Cómo tú ya no tienes ese problema ¿No? — Reclamó Archie. — ¡Es verdad! No tienen por qué enojarse, nosotros no las hemos molestado y eso es lo que le diré a Patty — Aclaró Stear.

En Hawái, las cuatro chicas dejaban a la suerte, quien le marcaría a su novio para saber qué había pasado la noche anterior. Sin que esto pareciera que estaban enojadas o inseguras porque ninguno de sus novios se hubiese puesto en contacto con ellas. Lo habían acordado así, después de que en la madrugada conversaran de sus presentimientos. Todas se sentían ansiosas, pero no sabían por qué. Karen con sus comentarios las alertó y Candice remató con su rotunda negativa a no perdonar una infidelidad de Terry, aunque lo amara con locura. Cuando se planearon las vacaciones, ellas no quisieron saber su itinerario, lo sintieron intrusivo, pero ahora se arrepentían de no saber qué lugares visitarían los jóvenes.

El amanecer les llegó cuando todavía platicaban — ¡Yo estoy segura del amor de mi Stear! Pero puede encontrar a una mujer más guapa, llamativa, eso ¡Siempre me ha hecho sentir insegura! — Comentaba Patty — Yo no soy insegura en ese sentido, me gusta mi físico y ¡Dudo que Anthony encuentre otra como yo! Pero si me inquieta que, debido a mi carácter, él pueda encontrar a una chica más sumisa, obediente, ¡Qué se yo! — Declaró Karen — En mi caso, ¡Mi inquietud siempre ha sido Annie! Su noviazgo con Archie duró demasiado tiempo, ¡La costumbre pudiera más que nuestro amor! — Apuntaba Molly — ¡Yo no tengo esos temores! Conozco a Terrence, pero si desconfío de mujeres sin escrúpulos que buscan cualquier oportunidad para acercarse, ¿Y sí alguna lograra entrar en su corazón? Entonces, ¡Sí lo perdería! Él tiene sentimientos muy firmes.

— ¡Bueno, bueno! ¡Paremos, chicas! ¡El hecho de que no se hayan reportado, no significa que nos hayan sido infieles! Tal vez se hayan desvelado o tomado una copa cuando llegaron y entre el cansancio y cambio de horarios, ¡Pues cayeron dormidos! — Aclaraba Karen. — ¡Puede ser! Pero ¡Si es necesario que sepamos, donde están! — Intervino Patty — ¡No! A mi nadie me saca de la cabeza que algo extraño está sucediendo — Reparó Molly — Mejor le preguntaré directo a Archie — ¡¡¡Nooo!!! — Contestaron al unisonó las demás. — Lo que menos queremos es que piensen que los estamos controlando. ¡Eso debe de ser sutil! — Dijo Candy — Así que, ¿Quién lo hará? Todas se miraron, pero nadie se atrevía a servir de voluntaria. — ¡Ya sé! ¡Esto debe de ser democrático! ¡Dejémoslo a la suerte! — Haremos una tómbola y pondremos nuestros nombres en papelitos, ¡El nombre que salga primero es la que lo hará! — Propuso Patty — Todas asintieron. — ¿Qué les parece si lo hacemos más tarde? ¡El hablar con ustedes me tranquilizó! ¡Caigo de sueño! — Contestó Molly. Finalmente, las chicas fueron a dormir.

Cuando despertaron, olvidaron que tenían cita para el spa — ¡Chicas! ¡Vamos apúrense!, ¡Se nos hará tarde! — Gritaba Candy — Una a una fueron saliendo de sus habitaciones. — ¿Y el sorteo? — Cuestionó Patty — ¡Lo haremos cuando volvamos! ¡Necesitamos estar tranquilas! ¡Y qué mejor que el spa! — ¡Sí! ¡Siento los músculos del cuello muy tensos! — Comentó Molly. — ¡Vámonos pues! ¡Todas lo necesitamos! — Concluyó Candy, tomando su bolso para salir. Las cuatro habían escogido vestidos de lino por el calor, ninguna podía ocultar su espléndida figura, que llamaba la atención de las personas que las miraban al pasar. Una de esas personas, se guitó las gafas de sol para ver mejor a las jóvenes. — ¡Mira quién anda por estas tierras! — Se decía un joven moreno de cabello rojizo, se trataba de Neil Leagan, quien se encontraba con Jake Davis, el antiguo novio de Molly. Se conocieron desde el colegio, pero nunca dejaron de comunicarse, cuando Jake fue novio de Molly, Neil lo sonsacaba para irse de parranda, eran muy amigos, casi siempre viajaban juntos. Sin embargo, cuando la joven terminó la relación con Jake, él encontró consuelo a su despecho con Leagan, quien se encargó de fomentar en el adolorido corazón de su amigo, el odio y la sed de venganza. Situación que se incrementó cuando Molly aceptó el cortejo de Archibald Corwell.

La incomodidad para Archie y Molly era evidente en las fiestas familiares, dado que Neil se encargaba de invitar a Jake, quien aprovechaba para acercarse a la chica para hacer enojar a su contrincante en amores. Todos conocían la historia de Jake y Molly, ella nunca lo ocultó, así como tampoco ocultó el motivo de su rompimiento. La sinceridad de ella, provocó que todos los Ardlay la aceptaran tomándole cariño. Ya llevaban dos años de relación. El amor se notaba en sus miradas, mimos y caricias furtivas que se hacían pensando en que nadie los veía. Cuando Archie le propuso matrimonio, los comentarios de Neil y Jake no los incomodaron más, seguros de sus sentimientos siguieron firmes en su deseo de casarse, además sabían que esos dos no pasarían mucho tiempo en la mansión.

Jake no dejaba de mirar lo hermosa que se veía Molly, incluso pensó en acercarse, pero Neil lo detuvo. — ¡No! ¡Espera! ¡Mejor vamos a seguirlas! ¡Hay que investigar a dónde van! ¡Esto si que me agrada! ¡No sabes las ganas que tengo de bajarle el orgullo a Candy! — Decía Neil, quien caminaba junto con su amigo a cierta distancia de las chicas. Vieron que entraban al Paradise Massages Waikiki and Spa, uno de los más novedosos en el lugar. — ¡Tardarán un rato! ¡Vamos a investigar, dónde se hospedan! ¡Hay que saber cuánto tiempo estarán aquí! ¡Y si es necesario, nos quedaremos más tiempo! — Pero ¿Qué planeas hacer, Neil? — ¡Todavía no lo sé! Pero ¡Esas no se nos van vivas! — ¡Tienes razón! ¡Esta es mi oportunidad para vengarme de Molly!

Ambos chicos, regresaron al lugar, donde las vieron pasar, encontraron el lujoso complejo turístico, entraron a recepción y preguntó Neil. — ¡La habitación de la señorita Ardlay! ¡Por favor! — Ella no se encuentra en este momento, ¿Desea dejar un recado? — No, gracias, necesito el número de su habitación para mandarle unas flores. — Respondió Neil sonriéndole a la recepcionista para que accediera a su petición. — ¡Esta bien! Pero déjeme decirle que no cuenta con una habitación, la señorita y sus amigas están hospedadas en la zona VIP, una cabaña sola para ellas. — Comentó la chica. — Pero puede mandarlas con su nombre y las haremos llegar. — ¡No! Mejor ¿Por qué no me muestra la zona? ¡Tal vez me hospede! — Bien. — Dijo la joven, saliendo por una puerta corrediza camino a la zona VIP. Neil observaba la vigilancia del lugar, así como los accesos, tenía que memorizarlos. Cuando salieron del lugar, Leagan preguntó a Jake — ¿Sabes dónde anda Charles y Joseph? — ¡No! ¿Para qué los quieres? — ¡Creo que les gustará divertirse un rato! — ¡Los llamaré! Pero no sé si vendrán — En su mente Neil comenzaba a fraguar un plan para vengarse de Candice y de paso de las otras tres mujeres que pronto entrarían a la familia, tal vez y solo tal vez no habría bodas.

En una mesa del restaurante del hotel Xcaret Arte, los cinco caballeros comían alegremente, el alimento les había hecho recobrar energía, las viandas eran deliciosas, con ánimo renovado planeaban lo que harían. Ninguno quería tocar el tema de la noche anterior. — ¿Cómo siguen de su dolor de cabeza? — Les preguntó Albert, quien, a pesar de la cruda, no se sentía tan mal físicamente. —¡Yo mejor! ¡La cerveza y la píldora que nos diste disipó el dolor! ¡Nunca imaginé una resaca así! — Respondió Stear — ¡Es cierto, yo sentía que me reventaría la cabeza — Añadió Anthony — ¡Adoro sentirme mejor! Si no fuera por la humedad del ambiente ¡Estaría mucho mejor! — ¡Sí, sí! ¡El frizz! — Respondieron todos riendo de nuevo.

— ¡Veamos, chicos! Primero hay que reposar, antes de salir, yo tengo que hablar con Michell, sé que está preocupada, aunque, me tranquiliza que, está muy emocionada con el nacimiento del hijo de su hermana, pero ¡De todas maneras tengo que reportarme! — Dijo Albert — ¡Aunque, no lo creas, nosotros también! — Añadió Terry — ¡Mi pecosa me colgará!... Jajaja... — Pues yo le hablaré a Karen, seguramente estará enfadada por no hablarle ayer — Comentó Anthony — Y ¿Qué les digo yo? Molly es muy tranquila, no se enojará, al contrario, ¡Me dirá que me extraña! — Alardeo Archibald — El único que faltaba de comentar era Stear, quien veía a la nada, como si estuviera dormido despierto. — Y ¿Tú, inventor? — Le preguntó Terrence — ¡Eh! ¿Qué? — ¿Qué te pasa, hermano? ¿Estás dormido? — ¡No! Sólo que de momento vinieron recuerdos extraños; me vi bailando con Luisa ¡¿Pueden creerlo?! ¡¿Yo bailando con Luisa?!... Jajaja... — Decía el chico de gafas riendo de sus evocaciones — Los demás guardaron silencio, de momento todos comenzaron a intentar recordar lo que había pasado en su corta estancia en las Vegas.

—¡Es verdad! Yo ¡También tengo vagos recuerdos! Bailaba con una pelirroja, ' ¡No sé por qué, me recordó a Elisa! — Comentó Anthony — ¡Yo no quiero recordar nada! — Reparó el menor de los Cornwell — ¡¿Yo bailando con Annie?¡ ¡¿No es espantoso?! — Terrence los miraba, no imaginó que sus amigos hubieran olvidado la espantosa noche anterior. — ¡Me perdonarán! Pero ¡No fueron sueños! ¡Fue realidad!, aunque, la pelirroja no se parecía a Elisa, digo, no a la Elisa, que conocemos, pero ¡Annie Britter si estuvo contigo, Archie! Por eso me llevé a Tonny al baño para bajarle la borrachera, todos nos pasamos de copas y esas chicas se nos unieron, de las conocidas eran Luisa, Susana y Annie, las otras dos, no las conocía, esa tal Lily, ¡Que estuvo muy cariñosa contigo, Albert! — El inglés decía esto, provocando que el rubio mayor se atragantara con un bocado. — Pero ¡¿Qué dices?! — Indagó Albert. — ¡Así como lo oyen! Cuando regresé con Anthony del servicio, ¡Ya ustedes estaban alegremente bailando! Le dije a Tonny que me ayudara a separarlos para irnos, pero ninguno quiso, ¡Todos estaban muy alegres, disfrutando de la velada! Yo me fui a la mesa, un poco molesto, dado que ¡Eso no estaba en nuestros planes! Tonny, quien ya estaba repuesto, bailó con la pelirroja, ¡De ahí no supe más! Solo recuerdo, ¡Que Susana intentaba besarme! De momento, me sentí muy mareado. Aún así, nunca permití, que me tocara. Cuando desperté, me sentía muy mareado todavía, ¡Estoy acostumbrado a beber! ¡No sé por qué me sentía así! — Decía el castaño pensativo, mientras observaba las miradas atónitas de sus amigos.

En las vegas, el grupo de damas que pasaron una noche fenomenal, comentaban sus experiencias, la más callada como siempre, era Annie. Lily, al igual que Elisa no se había maquillado, su cutis era lozano, cuidaba mucho de su cuerpo, quería, retrasar lo más posible el paso del tiempo. Para Elisa y Annie, eso era sumamente importante, cuidaban de si, porque sabían, que su aspecto les daría los beneficios, que ellas querían. Luisa y Susana, estaban en bata de dormir, todavía, ninguna quería salir, al contrario, estaban atentas a lo que diría Lily, quien pensativa, jugaba con una agenda y un celular, que, obvio, no era de ella. El aparato comenzó a sonar, ella veía la pantalla, decía "Michell", lo dejó timbrar, por el momento, no contestaría, estaba preparando en su mente el siguiente paso.

Las chicas regresaron del spa, pasaron a almorzar algo, había cinco horas de diferencia con la Riviera Maya en México, no obstante, ellas no sabían que sus prometidos estaban ahí. Sentadas en el salón, comenzaron con su sorteo. Patty llevó una pecera y dentro puso un papel con su nombre, las demás hicieron lo mismo. — ¿Quién será la que saque el papel? — Cuestionó la chica de gafas — ¡Yo! — Dijo Karen segura. — ¡Vale! — Respondió Molly; Candy no dijo nada, esperaba que no fuera ella, quien hiciera esa tarea. Karen sacó el papelito y dijo — ¡Molly!, todas se volvieron para mirarla, ella, se limitó a contestar — ¡Bien! ¡Hagámoslo! — Un silencio se apoderó de la sala, algo les decía que se llevarían una no muy grata sorpresa.

Molly tomó su celular y comenzó a llamar a su novio, hizo varios intentos y nada, un mensaje en el buzón le decía ... "Hola, ya sabes, deja tu mensaje" ... Las chicas, se miraron entre sí. — Ahora, ¿Qué haremos? — Cuestionó Candy. — ¡Ya lo dejamos a la suerte! ¡Tendremos que sacar otro pape! — Reparó Karen — ¡Espera! ¡Olvidamos a Albert! — Exclamó Patty — ¡Creo que podríamos cambiar el método! — ¿A qué te refieres? — Preguntó Candy — ¡A que tú, le puedes llamar a Albert! — ¡¿Yo?! — ¡Sí, tu! Tu eres cercana a él y no le parecerá extraño, que le llames. — ¡Es verdad! — Comentaron Molly y Karen — ¡Esta bien! Peroooo... — ¡Nada de peros! ¡Hazlo ya! — Intervino Patty.

El celular no dejaba de sonar, por la pantalla se podían leer los mensajes que llegaban, ..." Cariño, ¿Todo bien?" "¡Me estas preocupando!" "¡Albert Ardlay! ¡Si no me llamas te buscaré debajo de las piedras!" ... Lily iba leyendo cada uno de ellos, comentando con las demás — ¡Seguramente se trata de la novia de mi rubio con mirada de ángel! — ¿Qué harás? ¡No tienes la clave para indagar más! — Comentó Elisa — ¡Lo sé! Pero ¡Creo que voy a contestar! ¡Tal vez, si escucha una voz femenina se moleste con él y sea mi oportunidad! — Pero ¡Se han ido! — Exclamó Luisa — ¡Eso no importa! — Intervino Lily — ¡En esta agenda, viene el itinerario de esos bombones!... Jajaja... En ese momento el aparato sonó de nuevo, Lily iba a contestar, pero Elisa la detuvo — ¡Aguarda! Hay que planear bien lo que haremos — ¡Hash! ¡Si vuelve a sonar, contestaré! — Apuntó la mujer mayor.

En ese momento, Candy tomó su celular y marcó el número de Albert, después de varios intentos, escuchó — ¡Hola! ¿Quién habla? — ¿Michell? — ¡No cariño! Candy cortó de inmediato la llamada, volviéndose a las chicas para decir — ¡No me contestó Albert! ¡Era una voz de mujer! Y ¡No era la de Michell!...


Continuará...

Lo que pasó en las Vegas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora