Parte 1

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Los rayos del sol entraban sin cesar por los grandes ventanales de un moderno edificio cerca del Central Park en Nueva York, solo el aire acondicionado lograba que el interior de una elegante oficina del piso 18 no se convirtiera en un horno; el lugar estaba decorado con toques minimalistas, el amplio escritorio de cristal contrastaba con los cómodos sillones de piel en tono chocolate, un pequeño bar, una mesa de centro y no podía faltar una enorme pantalla, que encendida mostraba en silencio las noticias financieras.


Sobre el escritorio, el monitor de la computadora, una pila de papeles y detrás un hombre sentado, concentrado en unos documentos, salió de su ensimismamiento cuando tres jóvenes entraron de golpe, sin tocar, ni ser anunciados, - ¡Albert! ¡Albert! - Gritaron al unísono - ¿Qué pasa? - Preguntó; un hombre de 37 años, tez blanca, ojos azul celeste, cabellera rubia, cuerpo definido, era extremadamente guapo; sin embargo, los muchachos no se quedaban atrás, eran sus sobrinos; Anthony Brown, quien más bien podría ser su hijo, por el parecido notable, gallardo de 27 años, con unos ojos azul cielo, rubio y sonrisa amable, hijo de su hermana; mientras que, los otros dos eran los hermanos Cornwell, vástagos de su otra hermana, Alistear de piel blanca que contrastaba con su cabello negro, ojos cafés, que unas gafas, no dejaban ver, su bella sonrisa hablaba por él mismo, siempre alegre, contaba con 29 años. Archibald, se trataba de otro joven apuesto, vestido impecablemente, a su rostro lo enmarcaba una melena rubia, que iba acorde con el matiz de sus ojos color avellana, tenía 27 años, amable y considerablemente metrosexual, podría pasar un terremoto, pero ¡No! Él tenía que estar impecablemente apuesto, esta actitud era motivo de mofa entre los chicos, quienes siempre hacían bromas a costa de la apariencia de Archie.


Los cuatro pertenecientes a la familia Ardlay, una de las más importantes en Estados Unidos. La unidad caracterizaba al clan a excepción de otros primos lejanos, que no eran del agrado de todos, pero los toleraban, se trataba de los hermanos Leagan. En general la convivencia era constante, procuraban pasar tiempo juntos, más los chicos, pero esta ocasión era especial, dado que desde un año atrás habían programado unas vacaciones juntos, vacaciones, que para Albert serían de descanso; su esposa, Michell se iría con sus padres un mes, debido al próximo nacimiento de su único sobrino, quería estar al cuidado de su hermana y estar ahí cuando diera a luz. La pareja era muy extrovertida, siempre hablaban llegando a acuerdos para evitar problemas, la confianza entre los dos era el pilar de su relación. Aún no tenían hijos, pero con el embarazo de su cuñada, Albert ya había acordado con Michell tener a su primer hijo al regreso de ella, eso significaba, que él ya no contaría con la misma libertad, así que decidió unirse a sus sobrinos en sus vacaciones.


Para los chicos, también serían sus últimos veraneos solteros, ya que a final del año los tres se casarían, así que, su intención era divertirse todo lo que pudieran antes de someterse al esquicito lazo matrimonial, sus prometidas eran amigas entre sí; Ellas, también se irían de viaje juntas, lo acordaron al enterase de las intenciones de sus novios, si ellos querían viajar y parrandear para abstraerse de los últimos preparativos de la boda, ellas de igual manera lo harían. Todo estaba listo, las pruebas de los vestidos habían acabado, no tendrían problema, total, solo era un mes, a su regreso ultimarían detalles.

Lo que pasó en las Vegas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora