Parte 10

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La energía eléctrica no tardó más que segundos en conectarse, Luiggilo, que estaba pendiente de todo, se dio cuenta cuando Jake desconectó los enchufes principales, era de esperarse, los tenían bien medidos, así que ordenó que se pusiera en marcha la planta emergente que tenían preparada. Cuando las luces alumbraron de nuevo, nadie parecía sorprendido, era tanto el frenesí que levantó el show, que las mujeres, aún estaban expectantes por el regreso de los strippers, mismos que eran asediados por las atrevidas damiselas, pareciera que los tenían encuartelados, no los dejaban moverse; buscaban meter billetes en sus bragas para tocar los formidables bíceps, Terry era uno, si no es que, el más acosado, por un momento el tumulto de chicas a su alrededor, le impidieron pasar, con la mirada buscaba a su pecosa, que ya no estaba donde la dejó minutos antes. Albert y los otros en situación similar, trataban de que las ansiosas chicas no toquetearan ciertas partes, Stear se reía diciendo a las jóvenes que era muy cosquilludo, pero ellas proseguían con su manoseo.

Para detener semejante acecho. Albert levantando la voz, casi gritando les dijo — ¡Chicas, chicas! ¡Está bien! ¡Bailaremos de nuevo! Pero abran paso, bajen del escenario. — Contentas por el nuevo baile, las jóvenes obedecieron descendiendo para colocarse a la orilla. Luiggilo ordenó que se pusiera la música, al ritmo de Titanium de David Guetta los cinco comenzaron a danzar suavemente, mostrando sus bien definidas anatomías, ninguno seguía una coreografía, sólo se dejaban llevar por la seducción de la canción, sus cuerpos exudaban testosterona, masculinidad, energía; lo que arrancaba los gritos de las mujeres, que ansiaban tocar esos cuerpos que las invitaban a pecar. Todas morían por tener la suerte de una rubia que sentada en una silla era seducida con los movimientos candentes de uno de los bailarines, que, colocando sus piernas a los extremos de su silla, la sujetó del cuello para que conectara con sus ojos, mientras su cadera en un eléctrico vaivén tenía extasiada a la afortunada joven, que, olvidando el pudor, cayó en la tortuosa ansiedad del deseo despertado por ese desconocido. El lugar se convirtió en una locura, el furor permeaba el ambiente pocas veces visto en un centro turístico VIP.

Al terminar su actuación, los cinco jóvenes salieron corriendo para evitar, que fueran nuevamente cercados por las enloquecidas muchachas, que no dejaban de gritar, abalanzándose sobre los hombres, que fungían como seguridad, quienes eran empujados, hasta que la avalancha de chicas rompió la barrera, corriendo como locas por los pasillos para darle alcance a los strippers, ellos más raudos, que veloces se metieron en una habitación. — ¡Santo cielo! ¡Pensé que nunca saldríamos de ahí! — Comentó Anthony — ¡Es una jauría de mujeres! — Comentó Archie — ...Jajaja... ¡Yo me siento todo un sex simbol! — Dijo Stear, que caminaba por el cuarto mostrando los músculos de sus brazos. Todos andaban en calzoncillos, estaban sudados, con el cabello engomado y sin antifaces se veían unos a otros divertidos. Albert se tumbó en la cama exhausto, Terry entró al baño para lavarse la cara al salir iba secando su rostro con una toalla. No quería admitirlo, pero el baile y la atracción que sintió en el momento por Candy al bailarle tan seductoramente, no hizo más que incrementar su anhelo por casarse lo más pronto posible. Albert soltó tremenda carcajada incorporándose. — ¡No cabe duda! ¡Estas vacaciones son inolvidables! ¡Ya tengo que contarles a mis nietos! — ¿No sé, si a tus nietos? ¡Pero tu esposa, no creo que piense lo mismo! — Contestó el castaño.

En una cabaña un poco alejada, Neil, Jake, Joseph y Charles reían por lo fácil que fue atrapar a las chicas, a quienes tenían encerradas en una habitación. — ¡Brindemos por nuestro éxito! — Exclamó Leagan — ¡Fue más fácil, que cargar a un niño! ...Jajaja... Ahora, ¿Qué sigue? — Preguntó Joseph — Digamos que, ¡Que cada quien tome a la suya y nos larguemos! — Intervino Charles — ¿Estás loco? ¡En eso no quedamos! ¡Se trataba solo de darles un escarmiento! ¡No más! — ¡Deja tus moralismos para otra ocasión! — Refutó Neil — ¿Moralismos? ¡Yo, ya hice mi parte! ¡No participaré en lo que quieren! — Y ¿Qué harás? ¡Estamos juntos en esto! — Vociferó Jake — ¡Yo si tomaré lo que siempre fue mío! ¡Molly! — ...Jajaja... ¡Calma, amigo! ¡Ya las tenemos, eso era lo importante! ¡Ahora, veamos cómo se encuentran las palomitas! — Contestó el moreno.

Luiggilo reunido con Karen, Patty y Molly en otra habitación se ponían de acuerdo para continuar con la segunda parte del Operativo al desnudo. Sin embargo, Candy no llegaba. — Pero ¿Qué pasa con Candy? — Preguntaba Karen — ¡Seguramente sigue embobada por el stripper, que la cautivó! — Respondió Patty — ¡Esos hombres son... son...! — ¿Son qué? — Interpeló Molly — ¡Son guapísimos! ¡Fuego abrazador! ...Jajaja... Se me ocurre que los contratemos para nuestra despedida de soltera — ¡Sí! Están guapísimos, aún con antifaz, ¡Anthony me matará! ...Jajaja... Pero ¡No se enterará! — Decía Karen — ¡Yo insisto, que el lunarcillo en uno de ellos me recuerda a...! — Comentó Molly — ¡Pillina! ¿Será que a uno de tus amores? — La chica se sonrojó, no quería decir que se lo había visto a Archie, así que dijo — ¡No! ¿Cómo crees? — El guarda espalda, que se divertía con los comentarios, habló — ¡Están muy divertidas! Pero ¡No se les olvide que tenemos, que continuar con el plan! ¿La señorita Candy? — ¡No sé! ¡Iré a buscarla! — Patty salió de la habitación, al buscar a su amiga pensaba en recrear nuevamente su vista con los hermosos cuerpos de los strippers.

El bullicio continuaba, la música sonaba, los invitados muy divertidos comentaban lo agradable del evento, Patty vio a la rubia de espaldas, al acercarse a ella y llamarla, no le contestó, sin más la tomó del brazo para voltearla, dándose cuenta que no era Candy, era la chica que estaba vestida igual. — ¡Tú no eres Candy! — Le dijo — ¿Dónde está la muchacha que vestía igual que tú? — ¡No lo sé! — Patty se dio la vuelta de inmediato para comentarlo con sus amigas, ¡No podía ser posible! ¡Se habían llevado a la verdadera Candy, tal cual carnada! En su andar, buscaba entre las personas, pero nada. — ¡No esta! ¡Parece que se la llevaron! — ¡¿Qué?! — Fue la respuesta de todos cuando entró la chica de gafas. — ¡No se preocupen! — Se apresuró a decir Luiggilo — ¡Debemos de efectuar de inmediato la segunda parte del Operativo! — ¡Vamos! No sabemos, ¿Qué pretende hacer Neil! — Exclamó Molly — ¡Ralph! — El guarda espaldas llamó a su jefe de seguridad — ¿Sí pusieron el laxante en las bebidas de los sujetos? — ¡Sí jefe! ¡Imagino que en estos momentos comienza a surtir efecto! — ¡Perfecto! Vamos chicas.

En una de las habitaciones de la cabaña de Neil, Candy atada de pies y manos, al igual que las otras jóvenes, intentaba calmarse, ya que sabía, que en cualquier momento sus amigas entrarían. El sonido de la puerta al abrirse interrumpió sus pensamientos era Niel y sus cómplices quienes entraban. Leagan fue el primero en acercarse a las mujeres, todas a excepción de la rubia lloraba, mantenía los ojos cerrados, no querían ver, conservaban los antifaces, lo que impedía la visión completa de sus rostros. Les habían dicho que era una fiesta, no una pesadilla. El moreno se acercó lentamente a su prima y tomando un rizo le dijo — ¡Por fin, primita! ¡Te tengo en mí poder! — La chica, sacudía su cabeza para evitar que la tocara, pero el joven estaba cegado, lo único que quería en esos momentos era tomarla, pero sabía que tenían que irse rápido, no tardarían en notar la ausencia de las muchachas.

— Jajaja... ¡Pónganles las capuchas y salgamos por atrás! ¡Un auto, ya nos espera! — ¡Aguarda! — Dijo Jake, que se aproximó a la que pensaba era Molly — ¡Querida! ¡No te asustes! ¡No te pasará nada! ¡Solo retomaremos nuestro amor! — Al decir esto, le quitó el antifaz — Pero ¡¿Qué es esto?! ¡Esta no es Molly! — Joseph les quitó el antifaz a las otras dos damas — ¡Es verdad! ¡Estas tampoco son! — ¡Demonios! — Clamó Leagan, que de momento se llevó la mano al estómago frunciendo el entrecejo, parecía que un dolor lo afectaba — ¿Qué te sucede? — Preguntó Jake a su amigo — ¡Nada, nada! — Respondió al momento que se acercó a Candy y de un jalón le quitó la mordaza. — ¿De qué se trata esto? ¡Contesta Candice! — La joven un poco temerosa por el temperamento del moreno iba a contestar, no obstante, en ese momento entraba Luiggilo con sus amigas y un grupo de hombres vestidos de negro — ¡Agárrenlos! — Ordenó el guarda espaldas — Los sujetos obedecieron, pero Charles, Joseph y Jake comenzaron a quejarse, agachándose, apretando su estómago.

Las carcajadas no se hicieron esperar, mientras Luiggilo desataba a las chicas, Karen comentó — ¡Pobres! ¡Parece que no se sienten bien! — ¿Qué nos dieron! — Preguntó Jake — ¡Una sopa de su propio chocolate! — Los hombres que amarraban a los pillos tomaron un frasco que cayó del saco de Charles, quien se doblaba del dolor — ¡Encontramos esto, señor! — Patty lo tomó leyendo la etiqueta — ¡Es un somnífero! ¡Pensaban dormirnos, los muy...! — ¡A eso me refería! — Comentó Karen dirigiéndose a Jake — A caso ¿Pensaron que nos quedaríamos tranquilas después de lo del bar? — ¡No, señores! — ¡Deja para después lo que tengas, que decirnos! — Interrumpió Neil — ¡Solo déjenme ir al baño! — ¡No, querido! ¡Esperaremos un poco más! ¡Hasta que tus secuaces, se encuentren en la misma condición! — Apuntó Molly, que veía que los otros sujetos palidecían sin dejar de apretar sus estómagos inclinados. — ¡Por favor! — Suplicaba Charles — ¡Vámonos! ¡Esto no tardará en convertirse en un cuarto minado! — Comentó Patty, lo que provocó fuertes risas de los presentes. Al salir de la habitación cerraron la puerta dirigiéndose al salón. Los gritos de los bandidos se escuchaban en todo el pasillo, pero ellas junto con Luiggilo no los dejarían salir. Todavía faltaba la última parte del Operativo al desnudo.

En tanto, los cinco caballeros habían ordenado a los camareros que les llevaran ropa de sus habitaciones, ya no querían encontrarse con la jauría de mujeres. Uno a uno se fue duchando para quitarse el gel utilizado para peinarse, se sentían extraños. Cuando estuvieron listos, renovados, justo para salir a buscar a sus novias. — ¡Es momento de salir! ¡Tenemos que encontrar a las chicas! — Apuntó Albert — ¡Tal vez nos descubrieron! — Exclamó Terrence — ¿Estás seguro? — Cuestionó Anthony — ¡No lo sé! ¡Busqué a Candy, pero no la vi más! Trate de visualizar a las otras y nada. — ¡Yo tampoco vi a Molly! — Comentó Archibald — ¡Deben de estar juntas! ¿Si Terry tiene razón? ¡No quiero imaginar lo que estarán pensando! — ¡Karen me matará! — Se apresuró a decir Anthony — ¡Ni tanto, primo! ¡Ellas tienen muchas explicaciones que darnos! ¡Si no venimos, el espectáculo hubiese sido de otros! — Corrigió Archie — ¡Somos hombres ofendidos! — Reparó Stear — Un sonido, que más bien parecían gritos llamaron su atención — ¡¿Escuchan?! ¡Parecen gritos! — Explicó Albert — ¡Tal vez sean las chicas! — Apuntó el inglés — ¡Esos no son gritos de mujer! ¡Más bien parecen balidos de unas ovejas! ... Jajaja... — Bromeó Stear. — Salieron en busca del sonido, adentrándose por los pasillos, pero no ubicaron de donde provenía, entraron por lado de los jardines para orientarse, pero fueron vistos por un grupo de damiselas, que al verlos gritaron — ¡Chicas! ¡Ahí están los strippers! — De inmediato salieron todas disparadas para seguirlos, ellos no tuvieron más alternativa que correr para escabullirse de la marabunta que se había juntado y los seguía.

En el salón de la cabaña, los gritos de los pillos solo causaban risa a las chicas, sin embargo, sabían que no aguantarían más sin ir al baño, así que, Luiggilo comentó — ¡Mis queridas damas! ¡Es momento de culminar el Operativo al desnudo! — ¡Claro! Pero antes hay que brindar por el escarmiento que les hemos dato a estos tontos. — Dijo Candy — ¡Esta bien! En tanto haré que los lleven al baño y los preparen — Apuntó el guarda espaldas — ¡Ralph! — Llamó a su hombre de confianza — Has lo acordado y cuando estén listo me avisas — ¿Es necesario que yo vaya? — Reparó Ralph — ¡Claro confío en ti! — Pero, ¡Señor! — ¿Qué pasa? — ¡Es que ese lugar ha de tener un fétido y fuerte olor! — ... Jajaja... ¡Lo sé!, Pero tu pago ¡Será más fuerte! — El joven con los ojos brillantes por lo que le esperaba fue a la habitación a concluir con su trabajo. Una vez terminado regresó con su jefe y le informó — ¡Están listos! — Karen se levantó de pronto y les dijo a las demás, ¡¿Preparadas?! — Las demás asintieron — ¡Que los traigan! — Ordenó Patty, sonriendo, se sentía poderosa, por primera vez, pudo ser fuerte y atrevida. Estaba gustosa por terminar de ese modo su estancia en la isla.

Con los semblantes pálidos y la mirada lánguida, entró cada uno de los sujetos. A pesar de su malestar, Neil no evadió la mirada de Candy, quien burlonamente le dijo — ¡¿Quién lo diría primito?! ¡Estas en mi poder! — El moreno sudaba frío, llegó un momento en el que, no sabía si era por el dolor de estómago, la ira contenida o por su atuendo. Los maleantes fueron ataviados con un ridículo penekini, se trataba de unos tirantes que se juntan en la entrepierna, cubriendo justo la zona genital masculina y vuelven por la espalda, el color era por demás llamativo un verde fosforescente. Al estar atados de las muñecas detrás de la espalda no podían taparse o cubrirse de alguna manera, eso aunado a los fuertes cólicos que padecían y las urgentes ganas de ir al sanitario hacía que los malhechores agacharan la cabeza. — ¡Creo que nunca pensaron en encontrarse en una situación semejante! — Habló Molly — Pero deben considerar que, ¡Siempre hay una primera vez! Y ¡Que todas nuestras acciones tienen una consecuencia! — ¡Tan verdad es, que por eso están aquí! — Continuó Patty — ¡Sí no se hubieran metido con nosotras! ¡No les hubiera pasado esto! — Seguía Karen — ¡Lo que sigue será un apoteósico escarmiento! — Prosiguió Candy — ¡En este momento saldrán y bailarán así vestidos como están, serán videograbados y si se vuelven a cruzar en nuestro camino, esos vídeos se subirán a todas las cuentas que tenemos en redes sociales! — ¡Están locas! ¡No haremos eso! — Reclamó Leagan — ¡Si no lo hacen! — Dijo Karen — No les daremos el antídoto a su malestar — ¡Les daremos más laxante! — Intervino Patty — ¡Aquí nuestros amigos, los obligarán a tomarlo! ¡Se sentirán tan mal, que desearán no haber venido sin ser invitados! — Mientras la chica de gafas decía esto los hombres de Luiggilo se acercaban intimidantes a los sujetos con un frasco de laxante en sus manos. — ¡Esta bien! Lo haremos — Dijo Jake — Neil lo miraba reprochándole que se aventurara a decir esto, pero al parecer no tenían alternativa.


Karen salió de la cabaña rumbo a los jardines, donde la fiesta seguía, a pesar de que se notaba la ausencia de algunas mujeres, subió al escenario y anunció — ¡Chicas! Sabemos que se quedaron con ganas de más baile para mujeres

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Karen salió de la cabaña rumbo a los jardines, donde la fiesta seguía, a pesar de que se notaba la ausencia de algunas mujeres, subió al escenario y anunció — ¡Chicas! Sabemos que se quedaron con ganas de más baile para mujeres. ¡Así que les traemos a otro selecto grupo de bailarines, que las harán sudar frío! — Los gritos y aplausos se dejaron escuchar, mientras a retumbar de tambores el grupo de Neil se negaba a salir. Ante la amenaza de los hombres del guarda espaldas, fueron dando pequeños pasos. Todo estaba apagado, solo se veían las titilantes llamas de los candelabros de las mesas. La pena y la vergüenza provocaba que las mejillas de los individuos se volvieran rojas como el tomate, aunado a los espasmos, que indicaban que pronto tendrían que ir al baño. La música comenzó, mientras las luces encendieron de pronto para que las cámaras lograran una imagen nítida de los maleantes. Las risas, abucheos y mofas se escuchaban. Neil y los otros se querían bajar del lugar, pero los hombres de Luiggilo los intimidaban con los frascos de laxante, ante ello volvían intentando bailar, lo que generaba más escándalo.

Los cinco caballeros perseguidos por sus admiradoras, se metieron a un cuarto de aseo, desde ahí se podía ver parte del espectáculo, no querían hablar para evitar que los descubrieran, pero era tan ridícula la imagen de esos tipos, que no pudieron más, salieron para ver de cerca las caras de esos, que les quisieron generar problemas con sus novias. Era necesario, que estuvieran conscientes de lo fallidas que resultaron sus fechorías. El momento, que para unos era bochornoso, para otros era divertido; las personas se conglomeraron alrededor de la pisa para imitar los torpes pasos de los danzantes. Molly, Candy, Patty y Karen veían divertidas el resultado del Operativo al desnudo. Albert, Terry, Stear, Anthony y Archie se intercalaron entre las personas, quedando frente a Neil y sus amigos. Iban a mofarse de ellos, pero se escuchó un fuerte estruendo proveniente del trasero de Jake. En ese instante, la gente se apartó pues el olor era en verdad espantoso. Neil, que no aguantaba más, bajó del lujar aprovechando el desconcierto de los hombres que los vigilaban, pero no pudo llegar más lejos porque sintió que su estómago se vaciaba.

Las personas soplaban con las manos sus caras, otras se cubrían con servilletas, aun así no se retiraban. Los hombres de negro se apresuraron a capturar a Neil y sus cómplices para llevarlos a que se cambiaran y por qué no, darles tal vez un poco del remedio para mejorar sus dolores, finalmente el objetivo del Operativo al desnudo se había cumplido, ya contaban con los vídeos para mantener a la raya a esos sujetos. Al dirigirse a terminar con el asunto Luiggilo ordenó que se pusiera música para disipar el desagradable momento. Los acordes comenzaron; las jóvenes se dispersaron para vigilar que se recogieran cuidadosamente las cámaras y guardar los vídeos. Por su parte, los caballeros buscaban a sus novias, pero la penumbra no les dejaba ver, además que se escondían de sus perseguidoras, poco a poco se dirigieron a la parte trasera del escenario, no paraban de reír, lo que habían presenciado era colosal. — ¿Qué haremos, aquí? — Cuestionó Stear — ¡No pensarán que nos quedaremos! ¿O sí? — ¡Claro que no! — Contestó Archie — ¡Me urge localizar a Molly! — ¡Yo no quiero ver a Karen! — Reparó Tonny — ¡Yo quiero una copa! — Apuntó Albert — ¡Yo también! — Se unió Terry, ¡Voy por los tragos! — El castaño, sin mirar a nadie, fue a la mesa coctelera tomó una botella de vino tinto y regresó con sus amigos, tomaba directo de la botella, que no miró el camino, tropezando con alguien, al bajar la mirada se encontró con su novia — ¡¿Terry?!...


Continuará...

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