REGLA 7

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Una de las reglas más raras que tenemos es la numero siete, solo la experimenté una vez, hace unos seis meses y sinceramente espero no tener que lidiar con eso nunca más.

Si notas que las sombras no están sincronizadas contigo y tu entorno, regresa a la última sala en la que estuviste lo más rápido posible, solo, luego cierra la puerta y regresa al vestíbulo. Hasta no completar estas instrucciones, no toques, NO toques tu sombra bajo ninguna circunstancia.

El mayor peligro que puedes enfrentar en este trabajo al momento de seguir las reglas, es acostumbrarte demasiado a las rarezas y lo extraño. Ese fue mi error con la regla siete, bajé la guardia, dejé de prestar atención a los detalles.

Me encontraba del otro lado del vestíbulo cerca de la entrada del mismo luego de caminar desde la sala seis, antes de darme cuenta de que no tenía sombra. Un sudor frio escapó desde cada uno de los poros de mi cuerpo y observé por sobre mis pasos lo que sucedió. Mi sombra, completamente desconectada de mí, yacía en el suelo de la puerta de la sala seis. Entonces, otro acomodador, un hombre llamado Jungkook se interpuso en el camino entre ella y yo. Me miraba directamente a los ojos, con una pequeña sonrisa apenas perceptible en su rostro. Tuve que pensar rápido, pase lo que pase debía volver a la sala seis pero con Jungkook en mi camino, no había forma de llegar, no sin confrontarlo.

"Jimin ¿está todo bien?" escuché a Yoongi desde su oficina, parecía preocupado, demasiado a decir verdad. ¿podría responderle o empeoraría las cosas? Ignoré las preguntas y comencé a caminar a la sala seis, cuanto mas miraba a mi alrededor, más claro se volvía para mí lo extraño de mi entorno, cada objeto proyectaba su sombra en una dirección diferente, como si fueran iluminados por distintas fuentes de luz. Me acerqué a Jungkook ahora, reduje la velocidad caminando de una manera que esperaba se notase como indiferente y casual, si pudiera... si pudiera pasar junto a él y llegar a la puerta...

"Yoongi te hizo una pregunta, Jimin." Dijo Jungkook, la asquerosa mueca todavía estaba plasmada en su rostro. Se paró frente a mí, bloqueando mi camino.

"Lo escuché, Jungkook... Es que olvidé algo en la sala seis, eso es todo."

"¿Y qué fue eso, Jimin? ¿Qué olvidaste?" Él lo sabia, lo pude ver en sus ojos. Jungkook, es decir, la cosa que se hacia pasar por él sabia lo que trataba de hacer y que no me creía su acto tampoco. Escuché entonces la puerta de la oficina abrirse a unos metros de mí, con pasos agiles acercándose.

"¿Jimin?" preguntó Yoongi "¿qué olvidaste?" acto seguido caminó alrededor mío hasta detenerse junto a Jungkook, no me quedó otra de convencerlos de que no ocurría nada extraño, de lo contrario, no podría llegar a la sala seis, incluso si lo lograba la regla era clara en que tenia que estar solo. No podían seguirme.

"Me olvidé de limpiar una bebida derramada... Iré por unas toallas al deposito de basura y me encargaré" débilmente sonreí, maldiciendo a mi voz y labios temblorosos. Una pésima mentira, lo sabía y lo pude ver en los ojos de Yoongi, para nada convencido.

"Kook, échale una mano ¿quieres?" dijo caminando devuelta a su oficina, mi compañero sonrió de nuevo con esa mueca para nada natural , una visión terrible.

"Hmm bueno, vamos Jimin." Se burló.

Juntos caminamos hacia el deposito de basura, en mi mente trataba desesperadamente de escapar de aquella situación. Levemente moví la cabeza y vi como Jungkook me miraba atentamente por el rabillo del ojo. Lo sabia, estaba esperando a que yo corriera hacia la sala seis. Un plan desesperado tomó forma en mi mente, una apuesta y por lo que sabia no rompía ninguna de las demás reglas, la única forma de escapar que se me ocurrió.

Entrando al deposito, él ni siquiera disimulaba ya. Sus ojos clavados en mí, todavía sonriendo con aquél gesto horrible, con sus pasos en mis talones llegué hasta la parte trasera de la habitación y le di un puñetazo con todas mis fuerzas, aquello que manejaba su cuerpo tropezó hacia atrás, sorprendido. Y en el segundo de tiempo que logré ganar, alcancé la rejilla del aire acondicionado, abriéndolo en el ultimo instante. Los dedos de esa cosa me agarraron por el cuello y los hombros, me voltearon para enfrentarlo, la mirada de humanidad aunque antinatural que había estado usando hasta ahora, se desprendió como la piel de una serpiente, en su lugar su rostro se tornó desproporcionado, con los ojos como charcos de sombras. Eso, se rio carcajeándose en mi cara.

"Sabia que no logré engañarte, lo sabía. Bueno, se acabó el tiempo. Es hora de que te encuentres con tu sombra" una risa demente salió de eso "Jajaja espero que te guste este lugar, por que te quedaras conmigo para siempre" desesperado pateé luchando contra esa cosa, que ahora tomaba mis brazos, me las arreglé para voltearlo y embestirlo con la suficiente fuerza para que cayera de espaldas en el ducto, varios metros... esperaba que los suficientes. Chilló de dolor.

"Desde que tu maestro ha creado sus tontas reglas, he estado solo. Ya no más. Primero tú, Jimin y luego, iré por él." Gritó desde el interior con un eco monstruoso, finalmente escuché lo que antes me había aterrado y que ahora esperaba desesperadamente, algo proveniente del conducto del aire acondicionado. Lo que ahí vivía, se acercó ávido de comida; el sonido de muchos...cientos de delgados pies humanos, la cosa tuvo solo un segundo para comprender en lo que había caído. Sus ojos se agrandaron como dos platos.

"¡NO!" Lo que antes era Jungkook, fue llevado hacia atrás a una velocidad increíble, cuando una fuerza terrible, literalmente lo rompió en ese respiradero, la espalda se quebró al igual que las piernas y los brazos en ángulos diferentes y así, desapareció ante mis ojos, gritando y maldiciendo en la oscuridad del ducto. Unos segundos me tomó recuperarme, al tiempo que me apoyaba en la pared para recobrar el aliento, me concentré, solo había ganado un poco de tiempo, mientras corría por el vestíbulo hacia la sala seis, la cosa que usaba el cuerpo de Yoongi salió de la oficina, con un grito de frustración muy poco humano, se abalanzó a mi dirección. Mi sombra se enroscaba en el suelo y se estiraba en mi dirección, tratando de alcanzarme al tiempo que llegaba a la sala seis.

Yoongi estaba muy cerca, apenas a unos metros, un grito... Un rugido de ira llenó el aire. Abrí la puerta y salté dentro y la cerré de golpe. El silencio cayó como una piedra y reinó por todo el lugar, podría asegurar que incluso en el vestíbulo. Me calmé y volví a abrir la puerta, vacío. Miré hacia abajo y solté un suspiro de alivio, mi sombra estaba una vez más a mis pies, perfectamente sincronizada. 

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