Amor que entorpece

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Desde pequeño Tanjiro tenía en claro sus preferencias, y su primer amor fue también su primer corazón roto. El niño se llamaba Sabito y era su vecino, seis años mayor que él. Por supuesto jamás consiguió gustarle.

Su hermana a menudo le decía que seguro era porque Sabito prefería las niñas y no había nada malo con él, todo con el propósito de ayudar a que el autoestima del pelirrojo no decaiga, pero sin saber que a su vez tiraba a la borda sus ilusiones.

Y para terminar de matarlas, que grande fue su sorpresa cuando lo vio en la puerta de su casa, compartiendo un beso con otro adolescente de cabello negro, picudo como un puercoespín y atado en una coleta baja.

Como el niño de 9 años que era, Tanjiro entró corriendo a la casa llorando y ni su hermana pequeña podía hacer que pare con su show de títeres de trapo que siempre lo animaba.

Pero lo superó, a los 12 años se volvió a enamorar, ni más ni menos que de su profesor de historia. Otro amor imposible, y no sólo por la gran diferencia de edad. El sujeto ni siquiera miraba a los ojos a sus alumnos durante sus clases, así jamás podría notarlo.

Sin embargo Kamado estaba tan embobado con él, imaginando un futuro donde se casaran y vivieran en una casa con jardín y un perro, al punto que por primera vez reprobó una materia, y siendo el único en esa clase puesto que el profesor Rengoku era considerado de los mejores y más queridos docentes.

La humillación de haber quedado como un ignorante frente a su profesor no le permitió volver a verlo a la cara, y culpó a ese hecho el que Rengoku jamás se fijara en él. Aunque la única verdad era que eso era no sólo por ser su alumno, sino también porque estaba comprometido.

Finalmente, y después de varias desilusiones amorosas más, a los 15 años el amor tocó otra vez a su puerta, y por primera vez se trataba de alguien de su edad. Bueno, casi.

El muchacho tenía 16 años y se llamaba Zenitsu Agatsuma, pese a que era demasiado llorón y gritón a Tanjiro le agradaba y pronto comenzó a tener sentimientos por él.

El único problema parecía ser que a Zenitsu le gustaban un poco, demasiado, las chicas. Se la pasaba intentando ligar con ellas y cuando éstas lo bateaban, la mayoría de las veces cruelmente, luego el rubio corría a llorar en el regazo del pelirrojo. Y por supuesto él no tenía problema con ello.

Nezuko se preguntaba porqué su hermano seguía tan ilusionado si se notaba que claramente Zenitsu jamás se iba a enamorar de él. Incluso había llegado a coquetearle a ella, cosa que casi provoca una disputa entre hermanos, y sobresaltando el casi porque Tanjiro enseguida se dio cuenta de que su hermana sería incapaz de tratar de robarle a su hombre.

Al parecer el amor era algo que atontaba bastante a Tanjiro, pero no lo suficiente como para hacerlo enfrentarse con su familia.

Pero inesperadamente una tarde, Zenitsu llegó con una confesión a la casa de los Kamado.

-Oye, Tanjiro...- empezó el rubio tímido. -¡Escuchame, pedazo de mierda! ¡Trato de decirte algo importante! ¡¿Hacia dónde estás mirando con esa cara de idiota?!- lo apuntó mientras le gritaba con lágrimas en los ojos. -¡Ya sabía que no te importaba nada lo que me pasaba! ¡Ni siquiera me escuchas!

-Sí te escucho, Zenitsu.- respondió acariciandose el hombro, ya que el rubio le había arrojado su mochila antes de empezar a gritarle. -Es que cuando te sonrojas te ves adorable.- pensaba con su típica sonrisa.

-Pues... esto es algo muy difícil de confesar para mí. ¡Así que presta atención!- continuó Zenitsu.

Tanjiro asintió.

Un corazón hecho para dos [KNY - TanInoZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora