capítulo 1

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Afuera se podía oir el fuerte sonido ensordecedor de sirenas. Los camiones del ejército se movilizan a paso de hombre por la avenida principal de la gran urbe mientras que los soldados azules buscan encontrar a los subversivos responsables de las explosiones detectadas en las diferentes instituciones de la confederación. La orden es detener y encarcelar a todas aquellas personas que no hayan respetado el toque de queda impuesto por el concejo de seguridad y también a quienes no poseen el permiso autorizado para transitar libremente fuera del horario establecido. Por primera vez luego de algunos meses de sequía el cielo se cubrió de negras y espesas nubes y al cabo de unos minutos las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer cada vez con más intensidad.
Luego de un cuarto de hora la lluvia se oía caer como si las compuertas del cielo hubieran sido abiertas. Dentro del depósito del edificio de la biblioteca Jan yacía inconciente sobre el piso frío. La onda expansiva de las bombas improvisadas por los terroristas había logrado remover algunos estantes de libros los cuales se encontraban esparcidos por todo el sitio. Abrió sus ojos lentamente. Se encontraba confundido, solo recuerda haber oído un potente estallido en el piso principal. Buscó en el bolsillo del pantalón para constatar que la tarjeta de identificación esté a salvo, sabía que sin ella las cosas allí afuera podrían complicarse. En ese instante recordó la explosión y pensó en su madre. Susan significaba todo lo que poseía, lo único que le quedaba luego de que el virus se haya llevado a su padre y a su pequeña hermana. Habían pasado algunos años pero aún los recordaba y sentía un profundo dolor por como se sucedieron los hechos. Aquella mañana Susan volvió a tener una crisis, siempre han estado allí, nunca se han ido. La ausencia de Héctor y Li es algo que jamás podrá superar. Al poco tiempo de perderlos a causa del virus el concejo de Sanidad se hizo cargo de Susan por el lapso de 3 años, por aquel entonces las cosas parecían acomodarse poco a poco, la medicación parecía causar efecto pero cuando los médicos establecieron que Susan ya no podría trabajar para la Confederación fue declarada personal inactivo y entró en una profunda depresión, Jan fue quién continúo en el cargo de su madre en la biblioteca de la ciudad cuando cumplió la mayoría de edad establecida en la reglamentación, tuvo que adaptarse, fue necesario crecer de unas vez por todas. El mundo real es un escenario calamitoso para cualquier persona y más aún para los jóvenes. Muchas veces se pregunta cómo hubiera sido el mundo si la destrucción no hubiese sido una realidad, esa respuesta nunca llega, lo que sí tiene en claro es que su familia seguiría intacta como cuando no se conocía nada de aquel virus.
Al salir del depósito se colocó la mascarilla y la chaqueta de personal esencial, luego cubrió su cabeza con la capucha y salió a la avenida. El panorama era estresante, los soldados azules se encontraban cargando personas dentro de los camiones de seguridad y en ese instante decidió apurar sus pasos lejos de aquel lugar.
Al llegar a la esquina se encontró cara a cara con uno de los soldados, llevaba puesto el casco color azul y esas gafas brillantes que le iluminaban todo su rostro.

-levanta la mirada! Es una orden - gritó el militar mientras que la lluvia castigaba con fuerza sobre ellos.
Jan en ese momento pensó que había llegado su fin, su cuerpo comenzó a temblar y creyó desvanecerse sobre la calzada. El militar lo tomó de los brazos y lo sacudió violentamente para que reaccione. Jan levantó su mirada y el hombre al ver sus ojos lo abrazó con fuerza.
-ahora debes correr sin mirar atrás, te sacaré de este infierno.
Jan no lo pensó ni un instante y comenzó a correr detrás del soldado en dirección al departamento de provisiones. Estaba confundido no podía hilvanar ninguna conjetura de lo que estaba sucediendo. Al llegar al edificio abrieron la puerta rápidamente y entraron al lugar. Allí adentro la sorpresa para Jan  fue aún mayor cuando frente a ellos se encontraba un joven de largos cabellos apuntando con una ballesta hacia ellos. Su aspecto era algo extraño, parecía haber salido de la antigua era  vikinga, se lo veía fuerte y corpulento y tenía una cicatriz prominente en uno de sus pómulos.
- estás seguro que es él?
- mírale los ojos y te darás cuenta - respondió el soldado mientras que Jan no salía de su asombro por no entender la situación.

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