capítulo 4

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La oscuridad ha existido desde el comienzo. Su único propósito es avanzar sobre la luz. Es su naturaleza. Su razón de ser. A esa lucha constante entre la luz y la oscuridad la hemos llamado Guerra entre el bien y el mal. La dualidad. Sin embargo, en otras galaxias existentes no se las denomina como tal, simplemente porque el bien y el mal son mera ilusión.
Cuando las tres razas opositoras llegaron a nuestra realidad conocieron la dualidad y lo que ha significado para el planeta tierra. La conocieron y se la apropiaron. Tocar la esencia natural de la vida fue imposible para ellos pero luego de conocer al hombre descubrieron que existía una forma de detener la evolución, de esa manera, fueron directamente a modificar la mente humana. El pensamiento es aquello que tenemos para crear la realidad que deseamos utilizando algunas herramientas innatas propias de nuestro origen. Para las razas opositoras fue netamente necesario modificar la red, porque la red contenía esos códigos cósmicos que activaban en el ADN todas las herramientas de perfección. Una vez que ingresaron al software todos los programas fueron alterados. La humanidad comenzó a crear con sus mentes imperfecciones de todo tipo. Hoy a esas imperfecciones las llamamos miedos y limitaciones. De allí todos los males. De allí toda la destrucción.

Alanís encendió una lámpara de aceite de nueces y se encaminó escalera abajo hasta llegar al subsuelo del antiguo edificio donde funcionó, antes del bombardeo, el centro financiero de la ciudad.
- es por aquí, siganme.- ordenó a los demás mientras que caminaba hacia la única puerta que se encontraba al final del pasillo. Luego de golpear unas cinco veces la puerta fue abierta por una anciana.
- porque se tardaron tanto?
- tuve que inmovilizar a un grupo de Nocturnos.
- pasen rápido, aseguraré la puerta aunque por aquí no vienen esos demonios.- dijo la mujer mientras los demás ingresaban a la pequeña cámara. El lugar estaba repleto de objetos diversos, desde un mullido sofá hasta un maniquí al cual le faltaba un brazo, una biblioteca abarrotada de libros y artefactos eléctricos de todo tipo.
La anciana movió una pila de libros que se encontraban sobre un viejo catre y los invitó a tomar asiento.
- deben tener apetito, Alanís les servirá arroz hervido.
- estamos muy agradecidos por su hospitalidad, sino fuese por el niño estaríamos muertos.- fueron las palabras de Ge mientras se acomodaba sobre el viejo catre.
- Alanís es mí niña, exijo respeto muchacho - gruñó la mujer arrugando la frente.
- no volverá a suceder, sepa disculparlo- agregó rápidamente Jan tratando de apaciguar la reacción inesperada de la abuela de Alanís.
La mujer dibujo una sonrisa en su arrugado rostro y luego se acomodó sobre una silla mecedora que se hallaba frente a un par de monitores conectados a una vieja computadora.
- desde aquí puedo ver todo lo que sucede allí afuera, mis noches y mis días se limitan a estar sentada frente a estas pantallas, a veces pienso que moriré meciendo está vieja silla de Rattan .- expresó la mujer esta vez con su rostro entristecido.
- y dígame amable señora, donde podremos encontrar un vehículo de motor que nos lleve hasta el valle? - preguntó Sombra mientras llevaba a su boca un puñado de arroz azafranado.
- luego de los bombardeos pasaron dos largos años hasta la llegada de un grupo de hombres que se hicieron llamar el Clan Kalistu, ellos no vinieron a buscar un lugar donde establecerse, tampoco vinieron por las mujeres ni por los niños. Ellos buscaban alimentos y provisiones, tecnología, maquinarias de todo tipo, aparatos eléctricos, radares y antenas y por sobre todo vinieron por los vehículos y el combustible . Fue así que en apenas un mes, la ciudad fue saqueada. Aquí no encontrarán ese vehículo que necesitan, aquí solo encontraron a ésta vieja meciendo sus días y a una niña soñando con escapar de este agujero.
- eso significa que deberemos continuar a pie por el desierto hasta llegar a los valles - reflexionó el joven Likan desilusionado.
- a no ser que en la Fortaleza Kalistu puedan comprar un vehículo.
- mí padre siempre ha dicho que jamás se debe negociar con un Kalistu - agregó Sombra.
- y yo digo que tu padre ha sido traidor con mí pueblo, que tan peligrosos pueden ser los Kalistu entonces?
- púdrete Gerbazain ! - reaccionó Sombra poniéndose en pie empuñando su espada.
- porfavor dejen de pelear y encontremos una solución a todo esto - Jan intentó mediar entre sus dos compañeros. - ahora bien!, Usted dice que podríamos adquirir un vehículo, sin embargo no entiendo cómo, no tenemos nada de valor para intercambiar .
- usted no, pero yo sí lo tengo - afirmó la anciana esbozando un sonrisa en su arrugado rostro.
-Alanis tráeme de la biblioteca el libro de tapa morada.
- usted pretende que cambiemos un viejo libro por un vehículo de motor? - dijo riendo Ge.
- el libro de tapa morada no es más ni menos que un manual de diseño y contrucción de grandes presas hidroeléctricas. El clan kalistu poseen una gran fortaleza, son poderosos, excelentes comerciantes y saqueadores pero carecen de energía eléctrica. todas y cada una de sus actividades se desarrollan durante el día. Este libro hará líder kalistu al comerciante que intercambie un vehículo de motor con ustedes, de ésta manera podrán llegar al valle de los Likan en el lapso de tres lunas.
- usted haría esto por nosotros?
- claro muchacho que lo haría siempre y cuando, lleven a mí nieta con ustedes. Alanís aquí no tiene futuro, el día que llegue mí hora de morir quedará sola y al poco tiempo también morirá.
- ni piense que llevaremos a este niño afeminado con nosotros, antes muerto, los Likan somos hombres hechos y derechos. Ni bien crucemos el puente verde los hombres Likan tomarán prisionero al niño y lo quemaran en una hoguera y harán lo mismo conmigo por atreverme a llevarlo a la aldea. - reaccionó diciendo Gerbazain muy exacerbado.
- tranquilo nada de eso sucederá muchacho, por eso confío y pongo la vida de mí nieta en tus manos. Mí niña llevará una carta escrita por mí puño y letra que será leída únicamente por el jefe de tu clan.
- mí tío Cedrik no le tendrá compasión.
- eso estará por verse muchacho, te lo aseguro.

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