11. Bowes-Lyon

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La primer alarma se escuchó y Harry luchó con todas su ganas para salir de la cama. Se bañó, se cambió y bajó a preparar un desayuno rápido.

Cuando la segunda alarma sonó, fue a despertar a su pequeña hija. La ayudó a cambiarse, la peinó con dos colitas y juntos bajaron a tomar el desayuno, aunque Darcy comió muy poco, no estaba acostumbrada a despertar tan temprano.

Harry debía llegar una hora antes de la hora de entrada de los alumnos, por lo que la pequeña llegaba igual que su padre.

Con una sonrisa en los labios de ambos, subieron a la camioneta y se dirigieron a su nuevo colegio. Era enorme, pero ellos solo estarían en una pequeña parte de este lugar. Cada grado escolar tenía su propio patio de juegos, canchas de deportes, cafetería y teatro.

Bajaron del auto y fueron directo a la sala de maestros donde Harry debía marcar su hora de entrada. Ahí ya se encontraban otros compañeros del rizado y entre ellos Clara, la nueva maestra de Darcy.

-Buenos días- saludó Harry al entrar al lugar.

-Buenos días- corearon al mismo tiempo sus colegas.

-Hola, Harry- saludó Clara- ¿A quien tenemos aquí?- dirigió su vista al pequeño bulto que se encontraba recargado en la pierna de su padre con los ojitos soñolientos.

-Me llamo Darcy- sonrió para después bostezar.

-Mucho gusto Darcy, soy la señorita Clara, tu maestra- los ojitos de la niña se abrieron de emoción.

-Ella será tu maestra princesa, así que si te portas mal, me enteraré- dijo Harry bromeando, achinando sus ojos.

-Yo siempre me porto bien, papi- sonrió y si no la conociera tan bien, Harry se lo habría creído todo.

-Harry, tu hija es adorable- Clara sonrió y se arrodilló para quedar a la altura de la niña- ¿Me acompañas a tu nuevo salón? Serás mi asistente- le mostró su mano.

Darcy buscó la aprobación de su papá y cuando este asintió tomó la mano de su maestra y salieron del lugar. Padre e hija se despidieron con sus manos.

Harry se dirigió a su salón. Había ido días antes a adornarlo y checar las cosas que le harían falta. Sacó sus plumones para el pintarron, sus sellos para calificar, los libros que utilizaría en el día y su lista de asistencia.

Poco a poco los niños fueron llegando, todos con su uniforme muy limpio y pulcro, sonrisas y muchas ganas para aprender. Dentro de su grupo de 12 niños, hubo uno en especifico que le recordó a alguien. Parker Wood era un pequeño de piel blanca como la nieve, ojos azules, cabello castaño y una sonrisa hermosa.

Después de dos horas de clases, los niños debían ir a tomar sus alimentos y después sería su tiempo de jugar.

Harry vio cómo su pequeña se había integrado de maravilla a sus compañeros, pero lo que más llamó su atención fue que el pequeño Parker y ella, estaban en una intensa plática de sabe que cosa.

Después del almuerzo, salieron a su recreo y los dos pequeños seguían juntos, parecía que se conocían de toda la vida. El rizado empezó a sentirse incómodo, no sabía la razón, supuso que eran celos de padre. Les avisaron que el viernes de esa semana, se llevaría acabo la junta de padres y estaba ansioso por ella.

Sus alumnitos eran muy inteligentes, le prestaban atención y pedían permiso para levantarse o hablar. La jornada estaba por terminar y era una regla, dejar a los niños jugar o dormir media hora antes de salir de clases.

Los padres empezaron a llegar por sus hijos, poco a poco el salón se fue vaciando. Darcy llegó corriendo al salón de su padre, pues era la última en su salón y ya quería irse a casa.

Cuando la sangre llama (L.S. M-preg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora