Capítulo 4

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La bestia abrió las puertas de la entrada caminando en dirección de un carruaje abandonado justo enfrente.

¡No por favor! ¡Tenga piedad! -Pedía la mujer siendo aún arrastrada, la metió dentro de aquel carruaje que poco a poco se levantaba y arrancaba las raíces que lo aprisionaban- ¡Por favor! ¡No!

Ya no es tu responsabilidad -Cerro la puerta de aquel carruaje para regresar dentro del castillo - ¡Llevenla al pueblo!

El carruaje salió aprisa por la orden dada por su amo, mientras tanto la mujer dentro suplicaba y gritaba por ayuda- ¡Escucheme por favor! ¡Auxilio! ¡Suelteme por favor! Piedad!

Desde la torre, Luca observaba por una de las ventanas como su madre era llevada lejos del castillo, empezó a sollozar mientras agachaba su rostro.

La bestia subía rápidamente a aquella torre con pasos fuertes y pesados, siendo detenido por uno de sus sirvientes.

¿Amo? -Hablo la lámpara quien seguía en el mismo lugar, observando todo.

¿Que? -Le grito molesto mirandolo con enojo, asustando a su sirviente.

Ah, ya que el caballero estará con nosotros por algún tiempo -Juntaba sus dos velas nervioso mientras las miraba, para después mirar a su amo y sonreír, puso sus velas en dirección del chico- Estaba pensando que, habrá que ofrecerle una habitación más cómoda.

La bestia le gruñó en la cara moviendo sus fuegos al instante, caminando en dirección de la celda.

Claro si te parece -Espetó sonriendo con nerviosismo por la acción que hizo, dejando su vista en un punto inexistente de la pared.

Luca yacía en el piso llorando mientras tapaba su rostro, levantó su vista ante la criatura que se paraba delante de la puerta.

Ni siquiera dejó que me despidiera -Sus lágrimas caían por sus mejillas mientras lo miraba, estaba realmente triste por ya no ver nunca más a su madre- ¡Jamás volveré a verla! Y no me pude despedir de ella.

Alberto, el cual era el nombre de aquella inmensa bestia, miraba hacia otro lado con culpa en su rostro, rascando su nuca lamentándose de ser tan impulsivo.

Te llevaré a tu habitación -Exclamó para cambiar de nuevo su expresión a una seria, dándose la vuelta y caminando a la salida.

¿Habitación? -Dejo de llorar para mirarlo nuevamente, ¿de que hablaba aquel ser?- Pero creí que...

¡ACASO QUIERES QUEDARTE EN LA TORRE! -Grito con furia mientras miraba en el lugar, mirándolo después.

No-Contestó con preocupación en su cara.

¡SÍGUEME!-

Caminaban por los grandes pasillos, la poca luz del lugar creaba un ambiente tenebroso, Luca quién seguía por detrás a la bestia con la cabeza agachada, observó todo el lugar con detenimiento, las grandes figuras de gárgolas tenebrosas que eran alumbradas por la lámpara que la criatura llevaba le asustaban mucho, se quedó quieto viendo una para asustarse y salir corriendo detrás de la bestia.

Esté lo miró de reojo notando como iba callado y con lágrimas silenciosas, la lámpara lo miró molesto.

Dile algo amable -Susurro para su amo con aun molestia en su rostro.

¿Eh? ¡Oh! -La bestia miraba hacia abajo para luego mirar a su sirviente en su mano, giro un poco su rostro hacia atrás- Espero que estes cómodo.

Miró a su sirviente el cual le hizo señas de que continuará diciéndole más- El castillo será tu hogar, así que podrás ir a donde quieres excepto al ala oeste-Levanto su mano señalando todo el castillo para esta última frase levantar su dedo índice.

La Bella y La Bestia [Luberto Au] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora