Capítulo 6

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Una vez en el comedor, Luca se coloco en un lado de la gran mesa, mientras Guido se ponía casi en medio junto a una caja de cerillos y un apaga velas.

Mon chere monsieur —Un reflector apareció iluminando a la lámpara, se acercó a la caja donde estaban los cerillos para tomar uno y el casito— Es con profundo orgullo y gran placer que le damos la bienvenida esta noche.

Y ahora, lo invitamos a relajarse—Luca poco a poco iba sentándose mientras una silla corría en su dirección, sorprendiendolo para después sonreír mientras se acomodaba— pongase cómodo mientras el comedor le presenta dignamente...su cena— desde la puerta esperaban que les dieran su señal todas las charolas así como los platos de plata, detrás del él señaló a las charolas cubiertas esperando a ser destapadas.

Nuestro...huésped sea usted —Luca admiraba a la lampara mientras empieza a sonreír, Guido comenzó a cantar y bailar, tomando la tapita como sombrero y el fósforo como bastón, detrás de él empezaban a seguir el ritmo las charolas cubiertas.

¡Venga el servicio a probar! — Se quito el sombrerito y levantó el fósforo, la silla tomó la servilleta e intentó ponérsela como babero al joven, quien la tomó y se la puso en las piernas, recibiendo un gesto molesto de la silla— Una servilleta así, chérie. Y yo hago lo demás.

¡Soup du jour! Buen hors d'oeuvres —Delante del menor pasaron unas vajillas sirviendo un poco de avena en ella, Luca las miraba sonriendo.

Nuestra vida es atender —Guido se acercó sonriendo, abriendo una de las charolas, mostrando varios aperitivos que acercó al joven para que los probará— Pruebe usted que maravilla.

¿No me cree? —Luca tomó un poco con su dedo y lo llevó a su boca, sonrió disfrutando de aquel sabor para mirar de nuevo al frente, la lámpara se acercó sus velas a su cuerpo y después señaló al mueble atrás suyo— Pregunté a la vajilla.

¡A cantar! ¡A bailar! —Expresó Guido con alegría mientras las puertas de aquel mueble se abrían dejando ver unos platos y cubiertos completamente limpios y blancos, los cuales bajaron y empezaron a rodar y dar vueltas por la mesa.

¡Esta es Francia, no olvidar! —Los platos daban vueltas alrededor de los cubiertos quienes habían hecho una copia de la Torre Effiel, Guido pasó por delante con una elegante sonrisa, quitándose el sombrero, señaló brevemente detrás suyo y abrazo el sombrero— ¡La comida aquí es primero ya se ve!

¡Consulte su menú, escoja su ambigú! —Le acercó a Luca un menú, el chico lo observó asombrado, la lámpara bajó por la parte de arriba la carta y le sonrió— ¡y pida usted!

¡Nuestro huésped sea usted!—

Pruebe usted el soufflé —Señaló varios platillos que empezaban a avanzar delante de Luca, el joven tomó con su dedo un poco de la mezcla de chocolate, tomó la cereza de una tarta y abrió la caserola de un pay de mora, del cual salió Giulia mareada, el joven la observó asombrado, Guido se acercó y soplo una de sus velas haciendo grandes llamas y quemando a su amiga la cual terminó completamente gris— y los postres enflambé.

Preparados y servidos, con el toque de un gourmet— Luca miró un poco asustado del fuego y como las charolas se iban, Guido señaló delante él, un gran tazón lleno de ponche y unas cucharas paradas al borde de esté con una servilleta como capa— La inquietud a olvidar.

¡El banquete va a empezar! —Las cucharas se quitaban la servilleta para lanzarse como clavado al ponche, salieron flotando haciendo un baile, como si fuera una rutina de natación— No hay tristeza ni protesta.

¡Cuando aquí se hace la fiesta! —Un chorro salió hacia arriba mientras en la cima estaba Guido sobre una bandeja dando vueltas y sus velas hacían chispas, empezando a hacer malabares con ellas— Habrá trucos sin par y mil bromas que contar.

La Bella y La Bestia [Luberto Au] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora