❛ 09 ❜

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—Hemos llegado —la voz de Gowther sacó de sus pensamientos a la fémina, quien al sentir que dejaba de tocar su cabello, levantó su cabeza mirando por la ventana. Habían dejado de moverse, y el escenario que se veía afuera parecía demasiado hermoso.

Con pereza, Eleanor se levantó de donde estaba. Gowther salió primero de la taberna, siendo seguido por Arthur y por último estaba la fémina, quien caminaba cada vez más lento.

No quería salir, pero una vez que vio el lugar donde se encontraban, no pudo evitar sentir emoción. Esperó pacientemente a que la mamá de Hawk terminara de enterrarse para poder salir de la taberna. Sus ojos brillaban completamente cautivados por la vista. El rey Arthur se giró a verla pues no había escuchado sus pasos, la miró embobado por unos segundos; ese brillo, el viento moviendo sus cabellos y ropa levemente, el escenario donde estaban, y el rostro maravillado de ella... todo se veía perfecto. Se avergonzó al pensar que sería una bonita pintura que colocaría en el castillo.

—El pulso de ambos ha aumentando, ¿por qué se debe eso? —preguntó el muñeco sacando de sus pensamiento a los jóvenes. Eleanor al escucharlo se golpeó las mejillas levemente, pero eso no quitó la felicidad que sentía en ese momento, y sin esperar ninguna otra cosa, corrió por el lugar riendo maravillada.

El pasto verde, las rocas sin orden aparente, el cielo azul y el viento que corría por sus cuerpos le había dado mucha energía. Hacia mucho tiempo que no se sentía así.

El muñeco y el rey la siguieron por detrás; Gowther no entendía la situación, y Arthur la veía con asombro y una leve sonrisa.

Vieron a la lejanía a los demás, pero a ella no le importó mucho, pues veía con detenimiento todo, a pesar de que no parecía haber algo impresionante.

Paró de correr al ver que estaban en una pequeña colina. Meliodas, Merlin y los otros ya la habían bajado con tranquilidad. La sonrisa de Eleanor se hizo aún más grande, se giró encontrando a tan sólo unos pasos al par, y con ese gran brillo en los ojos, habló:

—¡Ven, Gowther! Te enseñaré algo asombroso —le llamó, el muñeco la comparó con una niña pequeña.

—¿Qué me mostrarás? —preguntó colocándose a un lado, dejando al pelinaranja atrás.

—Haz lo que yo —le dijo, para después sentarse en el verde pasto, sintiendo un poco de humedad en éste. Ella se recostó completamente en el suelo, colocando su cabeza en dirección al horizonte. Gowther copió sus acciones, más no entendía nada—. Una vez que estés listo, muévete un poco y... —se movió hacia el frente, para después rodar colina abajo de manera rápida, una vez que llegó abajo, soltó varias risas, cerrando sus ojos, disfrutando del momento.

El muñeco hizo lo mismo que ella, quien abrió los ojos y notó la expresión seria de él mientras bajaba. Se levantó de donde estaba y sin parar de reír, volvió a subir la colina, dispuesta a hacerlo de nuevo.

—¿No fue divertido? —preguntó al pelirrosa, quien ahora se encontraba limpiando sus lentes.

—No le encontré lo divertido, ¿no era más fácil bajar la colina caminando? —preguntó él, colocándose sus lentes, mientras veía cómo subía de nuevo ella.

—¡Es más rápido y divertido así! —respondió, y al llegar hasta arriba, paró de sonreír al ver aún al pelinaranja ahí, parado y sin moverse, mirando al suelo, con una expresión amarga. Eleanor le sonrió, para después levantar su mano, llamando su atención—. ¿Quiere intentarlo, rey Arthur? —preguntó, señalando la colina con su dedo, el contrario la miró algo sorprendido, y sin saber que decir apartó la mirada de ella.

—Usted y sir Gowther se estaban divirtiendo solos, no quiero arruinar eso —dijo avergonzado, Eleanor se colocó a su lado y golpeó levemente su hombro.

𝐁𝐚𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐥𝐚𝐬𝐞; Arthur Pendragon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora