Capítulo 52 - Narcissa Malfoy

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Tuve un día muy largo y perdí la noción del tiempo, pero, ¡hey! Acá estoy de nuevo. 


Escritora

Antes de tocar la puerta, James dudó. Su cabeza dolía ligeramente por culpa de una inconveniente resaca, pero recordaba a la perfección cómo había complicado el panorama la noche anterior. No tenía excusa alguna para lo que había hecho, además del alcohol, y no quería que aquella fuera su justificación. A decir verdad, tampoco podía dejar de pensar en el beso, ni en cómo ella no había vacilado en corresponderlo, pero no podía detenerse en esos detalles cuando existía entre ellos una situación tan compleja.

Inspiró profundo, armándose de valor, y levantó su mano para tocar la puerta en el mismo momento en que ésta se abrió. Del otro lado estaba Nicholas, luciendo una sonrisa cordial.

―Lo siento, ya no soportaba la espera ―explicó el hombre, haciéndose a un lado para permitirle el paso.

James tuvo que tragarse el regusto ácido que le produjo saber que aquel sujeto andaba por la habitación de Adhara a sus anchas y, lo que era incluso peor, que podía saber exactamente lo mal que aquello lo hacía sentir.

―Bien, ya podemos comenzar.

Fue la muchacha quien habló esa vez. Se encontraba de pie junto a una pizarra que James no tardó en reconocer. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, una expresión tensa, y sus ojos parecían reacios a posarse sobre los del moreno. Por supuesto, él no era el único que no había dejado de analizar los eventos de la noche anterior.

―Me preguntaba a dónde había ido a parar esa pizarra ―comentó James, en un intento por distender el ambiente.

―No creo que vayas a recuperarla por lo pronto.

Fue Nicholas quien le respondió, mientras caminaba hasta ubicarse en un punto medio entre ambos adolescentes. Era evidente que a él tampoco le agradaba James; incluso parecía disfrutar de incordiarlo.

―Espero que no te moleste mi intromisión en tus planes, Lestrange. ¿O debería decirte Riddle? ―preguntó el Potter, metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su jean con pretendida ligereza.

La sonrisa de Nicholas se tornó ácida.

―Ambos están bien, si sabes frente a qué personas decir cada uno ―contestó, cruzándose de brazos―. No tengo mucho que decir sobre tu intromisión. Sé perfectamente cuál es tu motivo para hacerlo, no puedo argumentar nada en contra.

Mientras que James se sintió amenazado por sus palabras, Adhara experimentó intensos deseos de preguntar por el motivo exacto al que Nicholas se refería, pero no era algo que estuviera a su alcance en esos momentos. En cambio, carraspeó, esperando así dar por finalizada la batalla de testosterona.

―El plan es sencillo. Escabullirnos, esperar que Narcissa Malfoy nos brinde alguna información, y regresar antes de que lleguen los invitados a la cena de Noche Buena.

Al oírla hablar, los ojos de James viajaron con rapidez hacia los de Adhara, quien pareció tensarse ante el cruce de miradas. Para cuando terminó su explicación, tenía la vista fija en el suelo.

―Insisto con que esto es innecesario ―acotó Nicholas―. Pero adelante, arriésguense en busca de una mera confirmación.

―Eso haremos, gracias ―asintió James, con una sonrisa falsa en el rostro. Luego volvió a fijar su atención en Adhara―. Nos encontraremos aquí, luego del almuerzo. Intenta evitar a mi madre, tiende a emocionarse con los preparativos de Navidad y no me caben dudas de que logrará atraparte con alguno de sus planes.

Hijos de la guerra (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora