Capítulo 29 - El día después (parte 1)

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Adhara

Mi cabeza va a estallar. Doy un giro en la cama para esconder mi rostro en la almohada, escapando de los rayos de sol que me molestan aún a través de los párpados, e intento recordar qué diablos ocurrió anoche. Solamente se me viene a la mente un tequila, y mi estómago gruñe en resentimiento. De pronto me urge lavarme los dientes, al sentir el fantasma del gusto a alcohol en la boca.

A regañadientes me incorporo en la cama, pestañeando varias veces para acostumbrarme a la luz. Aún llevo puesto el vestido de la noche anterior, y hago una mueca al tratar de recordar el momento en el que regresé a mi habitación, pues nada se me viene a la mente. Camino adormilada hasta la puerta del baño y me detengo con el picaporte en la mano, extrañada y asustada al oír que la ducha está encendida. ¿Qué diablos? ¿Acaso sería Rose? ¿Por qué demonios entraría en mi habitación para usar la ducha?

De pronto una idea me asalta. Como si me hubieran atrapado cometiendo un crimen, doy una brusca media vuelta y comienzo a inspeccionar la habitación que momentos atrás no me tomé la molestia de apreciar. A simple vista es idéntica a mi dormitorio, pero ese baúl no es mío, la escoba de pie en un rincón tampoco, y definitivamente esa silla llena de ropa sucia no me pertenece. Ojeo los libros amontonados sobre la cómoda, que no tiene rastro de mis objetos personales, y me invade la realización al notar un portarretratos con la fotografía de una familia que, definitivamente, no es la mía.

―Mierda― farfullo, sintiéndome alarmada.

Considero salir corriendo, pero me arriesgaría a ser vista huyendo de la torre de los hombres con la misma ropa que la noche anterior, algo que no puede tener muchas interpretaciones. Sin dudas no me arriesgaré a que la gente piense que dormí con Potter. ¿Dormí con Potter? ¡Diablos, no lo recuerdo! ¡Estúpido tequila!

Me obligo a recuperar la calma y comienzo a moverme con rapidez, lanzándome sobre la cómoda en busca de ropa. Abro el primer cajón con premura, y lo cierro invadida por un incómodo bochorno al encontrarme con ropa interior. Inspiro largamente para concentrarme, y luego rebusco en la segunda gaveta sin molestarme por ser ordenada. Tomo una remera negra con el logo de Las Brujas de Macbeth y avanzo al tercer cajón para intentar hallar algún pantalón relativamente pequeño, sonriendo triunfal al toparme con los pantalones del equipo de quidditch, los cuales se adaptan al cuerpo de cada jugador.

Me deshago del vestido dando traspiés, preguntándome dónde diablos estarán mis zapatos o mi túnica, y en medio del apuro caigo al suelo de espaldas, apenas salvándome de un buen golpe gracias a que mis codos y antebrazos aterrizan primero, haciéndome soltar un aullido adolorido. ¿Quién diablos me manda a usar un vestido tan ajustado? Cuando me estoy incorporando, la puerta del baño se abre.

Me petrifico, y al parecer él también. Supongo que el conjunto de lencería que Ana me obsequió para mi cumpleaños junto con este cuestionable vestido surtió el efecto adecuado, y eso en parte me resulta un alivio porque significa que es la primera vez que lo ve y, por lo tanto, que nada que involucrara desnudez ha ocurrido anoche. Por otro lado, él no lleva más que una toalla en torno a la cintura, y la situación es extremadamente tensa.

―Veo que despertaste― suelta por fin, tras carraspear―. ¿Quieres ponerte algo encima? ―pide mirando para otro lado.

Sé que lo odio, que todo es complicado, y que no tengo idea alguna de cómo terminé aquí, pero no puedo evitar sentirme ahogada en tensión sexual. Trago con fuerza y rápidamente paso la remera por mi cabeza. Al menos me queda un poco más larga que el vestido negro.

―No creo que eso sea mucho mejor― lo oigo suspirar antes de acercarse a la cómoda.

A modo de reflejo doy dos pasos atrás, alarmada por su cercanía y su semi-desnudez. Él me hace un gesto elocuente para que voltee, y me apresuro a hacerle caso, sintiendo mis mejillas arder. Luego de unos momentos, un pantalón oscuro y una sudadera vuelvan sobre la cama frente a mí.

Hijos de la guerra (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora