Boceto 1

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–A lo largo de mi vida, he sido muchas cosas. Y no estoy orgullosa de ninguna de ellas. La única razón por la que me alegro de seguir viva, es saber que tú existes. – Katherine sostenía las mejillas del castaño entre las palmas de sus manos, retirándole de vez en cuando algunos mechones de pelo que caían por su frente.

–No te vayas Katherine–. La voz de Dante se escuchaba rasgada, algo de esperar después de 5 duros días intentando sobrevivir en el campo de batalla. –Podemos luchar juntos. Como en el Apocalipsis. A la mierda las reglas, podemos hacerlo juntos. Tú y yo–.

Los dedos delgados y magullados de la vampira acariciaron las cejas del muchacho. Dante la miraba a los ojos, confundido. Esperando una respuesta por su parte. Aun guardaba la daga que le regaló Katherine en la cinta amarrada a su pierna.

–No puedes irte–. Dante sostenía sus brazos, intentando aferrarla a él con las pocas fuerzas que le quedaban.

–No puedo quedarme contigo.–Katherine sonrió débilmente, con la tristeza dibujándose en sus pupilas. – Gracias por haber renunciado al Cielo tan sólo para quedarte junto a mí.–

Desapareció a una velocidad mortal, dejando a Dante sólo en aquella cueva que habían estado de refugio.

Las alas blancas del castaño, que ahora estaban manchadas de sangre ajena; se batieron con debilidad antes de dejarse caer con evidente tristeza. Se llevó las manos a la cara, frustrado. Tratando de mantener su respiración en equilibrio.

–¿Dante? ¿Qué haces aquí sólo? Tenemos que irnos–. Selena, su amiga y compañera, apareció en la entrada de la cueva. Armada hasta los dientes con cuchillos afilados alrededor de toda su cintura.

–Dante, vámonos. – No entendía qué hacia él sólo ahí. Todos los cazadores sabían que durante los días del Solsticio, ninguno podía quedarse sólo. Los demonios acechaban todas las esquinas.

Pero Dante había estado con Katherine. Y nadie podía saber que, una vez más, había roto las reglas más sagradas sólo por ella. Los matarían a los dos. A los ojos de todos los demás, eran enemigos mortales.

–Sí, ya voy–. Se incorporó, ignorando su corazón magullado. Tomó el resto de armas que había logrado robar de algunos otros cazadores, y salió junto con Selena.

El descenso (bocetos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora