The Renegade || Jenlisa

Four

"Porque una vez fui tu ángel guardián"

No había sido mi intención actuar de esa manera con las amigas de Lisa. Pero en el momento en que esas palabras salieron de su boca, me quebré y no pude evitar no alejarme.

Escapé del dolor tan pronto como me dijo quién era. Por alguna razón desconocida me sentí traicionada, decepcionada de que todo el tiempo había tenido a un ángel guardián y jamás se haya preocupado por mí.

"¿Princesa?"

Miré hacia la puerta y vi a Lisa asomándose, así que tiré de las sábanas y me escondí de ella. Después de unos segundos, escuché que la puerta se cerraba y sentí el peso de Lisa en la cama.

"Háblame mi amor, sabes que no puedo leer tu mente y eso me duele así que hazlo, por favor"

Exhalando un suspiro, jalé las sábanas que me escondían y vi a Lisa apoyada en el marco de la cama con una mirada preocupada. Apretaba la mandíbula mientras me miraba con una expresión de dolor en su hermoso rostro.

"Lo siento princesa, yo solo... yo no-"

Bajó la cabeza pero la vi fruncir el ceño.

No quería ver a Lisa frunciendo el ceño, no le quedaba bien. Me senté y aparté el ceño fruncido de su frente.

"Deja de fruncir el ceño" hice un mohín.

A simple vista Lisa, se ve despreocupada y distraída. Parece una humana normal, pero no, es una maldita renegada, mi renegada.

Tomando un suspiro, reuní todo el valor para compartirlo todo. No quería volver a tener secretos con ella, nunca más.

"Lamento haberme ido de esa forma..."

Me muerdo el labio inferior en un intento de contener las lágrimas, pero estas ganan la carrera y se me escapan por el rabillo del ojo.

"M-me sentía decepcionada de haber tenido a alguien así todo el tiempo. Desde que mis padres... murieron, dejé de creer en ellos. Saber que no existían disminuía el dolor de por qué mi vida había sido tan desafortunada"

Lisa tomó mi mano y tiró de mí para apoyarme en su pecho. Me acurruqué contra ella mientras se apoyaba en la cabecera y me cepillaba el cabello con cariño.

"Los extraño Lisa, extraño a mis padres. ¿Por qué el mundo es tan injusto? No hicieron nada malo en sus vidas. Siempre habían sido buenas personas para su gente y buenos padres para mí. Si existen los ángeles, ¿por qué dejaron morir a mis padres?

Las lágrimas no parecían parar cuando comenzaron a caer.

"Si ella era quien me cuidara, ¿por qué me dejó sufrir toda mi vida? ¿Por qué?"

Rompí a llorar y los brazos de Lisa no tardaron en abrazarme con fuerza, sus largos y delgados brazos envolvieron mi pequeño cuerpo como si fuera un frágil cristal. Con miedo de que pudiera romperme más de lo que ya estaba, dejó un tan ligero beso en la coronilla de mi cabeza que parecía ser el beso de un ángel.

"Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso, princesa. Si tan solo hubiera venido antes, podría haberte protegido"

Negué con la cabeza y murmuré sobre su pecho.

"No, no fue tu culpa, no lo fue"

Siguió peinándome el pelo y me sentí segura.

"Tampoco es la culpa de ella, mi amor"

Me alejé y le fruncí el ceño.

"¿Qué? ¿Te pones de su lado?"

Soltó un suspiro y tomó mi mano.