Epílogo

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Raúl

Algo aturdido logro enfocar mi vista y para mi desgracia no tengo a Elizabeth a mi lado. Inconscientemente, volteo hacia arriba, ya que el techo de la cabaña está destruido, y es cuándo veo que el depurador tiene a Elizabeth arriba, sujetándola del cuello.

Siento una inmensa desesperación, no puedo ayudarla, no puedo traerla a mí.

— ¡ELIZABETH! — no tengo ningún motivo congruente para gritar pero lo hago.

— Ven — escucho la voz de Joan detrás de mí. Tomándome de los hombros para levantarme y guiarme hacia el bosque

— No, Joan, él tiene a Elizabeth.

—Cariño, necesito ponerte a salvo.

Estoy siguiéndola, vamos hacia Renata y Tara, pero antes de poder llegar algo muy extraño me invade, haciendo que caiga de rodillas.

Y lo siento.

El dolor inicia en una pequeña parte de mi pecho expandiéndose por todo mi cuerpo, apoderándose de cada parte del mismo volviéndose un ardor penetrante para mi piel. Y sin poder aguantarlo más suelto un grito que lastima mi garganta dañando mis cuerdas vocales hasta el punto de sentirla irritada, las lágrimas salen sin compasión alguna.

El dolor es tan fuerte que trato desesperadamente de quitarlo provocando rasguños en mi cuello que solo intensifican el martirio.

No soy consiente de las manos que tocan mi rostro, no soy consiente de aquella voz que me llama con desesperación.

Mi mente, a pesar de todo el dolor, logra saber el porqué de esto. Elizabeth, mi Elizabeth.

Joan

Tara tiene a Raúl recargado en su pecho, con la cabeza apoyada en su hombro, tratando de calmar los movimientos tan bruscos que hace el chico y que solamente lo dañan. Yo trato de detenerlo.

Sé perfectamente lo que está sintiendo, sé cómo le duele tanto que le estén arrebatando a Elizabeth, como le quitan la vida a ella.

— Joan — me llama Tara, con angustia — Tenemos que ayudarlo.

Mi mente está en blanco, no logro pensar en como hacer esto. Mi vista viaja de Raúl que sigue llorando, hacia el cielo donde en el aire está el depurador tomando toda la magia de Elizabeth. Mis ojos no aguantan y dejan caer las lágrimas, la sensación de no poder ayudarla me está derrumbando.

No puedo, no puede ayudarla.

— Joan — Derek me habla, pero no le presto atención.

Mi vista sigue en esa pobre chica, mis oídos están sofocados por el llanto de Raúl, mis emociones están destrozadas por la impotencia que penetra cada parte de mí.

— Joan — mi exesposo me toma de los hombros y me obliga a verlo — El chico necesita una fuente de magia para poder sobrevivir, necesita una que sea amigable con él.

Raúl detiene cualquier movimiento de su cuerpo, se queda completamente ido. Y sé el porqué, no me molesto en mirar cuando escucho el golpe contra el piso. Cierro los ojos muy fuertes, tratando de evitar llorar más.

— Querida — Derek pasa sus dedos por mi cabello acomodándolos detrás de mi oreja — Pídele a Miguel que se lleve al depurador al limbo, para tener tiempo de salvar a Raúl.

Hago lo que me pide.

Miguel, lleva al depurador al limbo y tráelo cuando te diga.

Más vale que me des lo que quiero y que esto valga la pena — me responde él.

Magia Letal (Segundo Libro ✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora