Todos lo sabían. Jihyo colgaba del brazo de Yoongi a cualquier lugar que el pelimenta fuera. No importaba si era de día o de noche, la pequeña pelinegra lo seguía como una lapa.
Yoongi ni siquiera se molestaba en notarlo, porque estaba tan ausente, tan fuera de si mismo, que el mundo podía arder a su alrededor y derrumbarse sobre él y ni se percataría de ello, porque él sólo podía enfocarse en una sola cosa y era nada más y nada menos que Jimin... y Namjoon, quien solía ser su mejor amigo.
Namjoon dejó de hablarle, como si no existiera, tal como lo hizó Jimin, como si hubieran borrado cada recuerdo de Yoongi de sus vidas, convirtiéndolo en nada más que un extraño.
Era algo que realmente Yoongi no lograba comprender del todo, pues en sus vagos recuerdos que poco a poco se disipaban, podía asegurar que Namjoon no lo había sacado de su vida de esa forma... antes le restregó en la cara todo lo que dejó ir por miedo.
Desde la primera caminata juntos, hasta el primer beso, o cuando comenzaron a salir o cuando se mudaron juntos...
Pero ahora, las cosas eran un poco diferentes, no eran tan cercanos, incluso la mayoría del tiempo Jimin usaba auriculares y Namjoon solo permanecía a su lado, pero ese simple hecho, le dolía en el alma a Yoongi.
Tenía tanta envidia, porque, no le importaba si Jimin no hablaba con él, le bastaba con estar al lado suyo o escucharle tararear las canciones que seguro oía a través de sus audífonos, porque esta completamente seguro de que Namjoon lo hacía, él tenía eso.
Era agotador.
Pero sabía que tenia luchar duro y persistir o finalmente, tomar la vía que trato de ignorar durante semanas, porque ni siquiera quería considerarla: desistir.
Tenía que ceder a alguno, eventualmente, porque él entendía que el amor real, no imponía en ningún sentido, ni obligaba, por lo que, renunciar por la felicidad del otro, aunque requería de todo su valor, era también, una forma de expresar lo mucho que sentía, a pesar de que su corazón pudiese romperse en mil pedazos.
Y él amaba a Jimin demasiado.
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.Pero no quería rendirse, no aún.
Días atrás cuando Jimin le pidió que se fuera, había decidido que cumpliría su palabra, a pesar del frío de la ausencia de Jimin, esperando que aquel dios que le dio esa oportunidad de volver en el pasado, se la arrebatara, pues no logró cambiar nada realmente.
Pero no sucedió.
A pesar de que despertó cada día con la esperanza de no seguir en la tortura de ver a Jimin alejarse lentamente de su vida, él seguía allí, atrapado.
Quizá era un castigo divino, por haber sido tan estúpido, o en su otra vida fue un ser despreciable (no muy lejos de lo era en ese momento), o algún crimen debió cometer, para que le hicieran pasar por ello nuevamente.
Porque al final, no alcanzaba a comprender del todo.
En sus vagos recuerdos, que ahora parecían solo una mancha difusa en su pensamiento, Jimin jamás lo empujó lejos, permaneció a su lado, siempre. Pero ahora, parecía como si hubiera pasado a una realidad alterna, una donde las cosas eran peor.
Así que por la tarde, cuando el sol apenas estaba cayendo, arrastrando consigo el manto nocturno invitando a la luna a brillar, decidió que era el momento adecuado para actuar, pues no sabría si se presentaría nuevamente una oportunidad.
Con la esperanzas puestas en la palma de su mano, tal como su pobre corazón, se dirigió con paso inseguro a través de los pasillos del instituto, sintiendo sus latidos impactar contra su pecho con fuerza, como si pudiera estallar en cualquier momento, pues estaba apostando todo por un tiro a ciegas.
Incluso así, sus piernas trémulas se negaron a detenerse y continuó su camino a través de los desolados corredores donde no se escuchaba ni un ligero murmullo del viento colándose por las ventanas.
Suspiró con pesadez, expulsando así los nervios que añoraban apoderarse de sus movimientos y obligarlo a volver sobre sus pasos y abrió la puerta.
Las cortinas se mecían apenas, deslizándose sobre las baldosas del suelo, como si quisieran abrazar a la figura pequeña que permanecía apacible, ante la luz de la luna.
Jimin, observaba con quietud a través de la ventana, como si esos escasos segundos de paz pudieran darle una respuesta que nunca alcanzaría.
Yoongi no quería perturbar aquel momento, sentía que rompería toda la atmósfera apenas alguna palabra escapara de sus labios, pero antes de que pudiera siquiera abrir su boca, una tímida voz tintineante alcanzó sus oídos.
—Yoongi— murmuró Jimin, manteniendo su vista lejos del mayor— creí que-
—Jimin, por favor, solo...— interrumpió el peliverde, cerrando los ojos, como si aquello pudiera ordenar las palabras que se apresuraban por su lengua— solo escúchame, por favor, sé que esto parece repetitivo, pero...
Caminó dubitativo hasta el menor y tomó con eterna delicadeza sus dedos, hasta que su mano casi cubrió por completo la de Jimin, en un toque tenue y sincero.
Era abrumador, el contraste entre sus pieles y la electricidad que recorrió sus cuerpos fue la prueba vehemente de ello, pues apenas entraron en contacto, el fuego y el hielo se encontraron, como si así estuviera destinado a ser.
Jimin observó detenidamente aquel suceso, esperando que su corazón no lo delatara, pues corría desesperado por alcanzar a Yoongi.
—Ji— dijo el mayor, cuando por fin pudo colocarse frente al menor, llevando su otra mano hasta la mejilla rosita para proporcionar caricias circulares, esperando que Jimin no lo rechazara, pero lejos de todo malo pronóstico, el pelinaranja cerró sus ojos y se recargó contra la palma fría de Yoongi, sorprendiendo al mayor, pues a pesar de ser amigos desde hace tanto, pero jamás se habían permitido tocarse de aquella forma.
La distancia perdió nitidez, convirtiéndose en un borrón sobre un lienzo, y sus respiraciones comenzaron a colisionar en un fragmento irreconocible de un latido.
—Quería decirte tantas cosas Jimin, pero ahora solo puedo pensar en lo mucho que me gustas, Ji, estoy enamorado de ti...
No hubo respuesta, pues sus labios fueron atrapados en un beso que le devolvió la vida.
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17 otra vez | Yoonmin |
ФанфикYoongi jamás se ha arrepentido de algo en su vida, pues cree firmemente en sus decisiones, o eso pensaba, hasta que llegó a su puerta una invitación a una boda. Jimin, la única persona de la que ha estado enamorado toda su vida, está a punto de casa...