Suave, la sensación de los labios de Jimin entre los suyos era suave. Yoongi se deleitó con lo esponjoso de los belfos, absorto en probar cada milímetro.
Ladeo su cabeza en busca de un mejor acceso, decidido a no perder ni un poco de cada textura.
La mata de sentimientos que se precipitaron como un remolino tempestuoso en un eterno vorágine por su pecho, como si con el simple aleteo de una mariposa se hubiese transformado en un huracán, uno tan voraz que casi y poco a poco le dejan sin aliento.
Se separó, lentamente, permitiendo que el oxígeno se colará hasta inundar sus pulmones, junto con el aroma dulzón del perfume de Jimin, aquel que tanto adoraba.
Abrió sus ojos, buscando con genuina curiosidad algún atisbo de arrepentimiento en el pelinaranja, pero solo pudo encontrar en aquellas almendras que tanto veneraba como un fiel creyente un destello chispeante, como si un millón de estrellas hubieran colisionado y estallado en miles de partículas en un baile silencioso solo por ellos.
Permanecieron en silencio, por un fragmento de segundo, con el deseo latente recorriendo sus manos como una especie de frenesí sin sentido, trepando y convergiendo en todas direcciones en busca de algo o más bien de alguien.
—Jimin, joder, ¿Puedo besarte otra vez?— consultó nervioso, encogiéndose un poco en su lugar ante la indescifrable mirada del menor, quien se limitó a ladear la cabeza, como si analizara la situación.
Yoongi suspiró, tratando de regular su respiración, pues tenía miedo de que Jimin pudiera escuchar a su loco corazón, que palpitaba incontrolablemente contra su pecho, como si fuera capaz de romper sus costillas.
Jimin guió sus pequeñas manos hasta las frías mejillas de Yoongi paseando por el diminuto lunar que adornaba su piel.
Y el gesto fue tan tierno, tan natural, que se encontró a sí mismo cerrando los ojos, recargándose contra la calidez que Jimin le ofrecía, permitiéndose entrar en un estado de calma.
Estaba tal vez tan ensimismado en la poderosa bruma que crecía en su interior como enredadera que no se percató de la pequeña sonrisa triste que curvo los labios de Jimin.
—Yoon— las caricias proporcionadas no se detuvieron, pero Yoongi vislumbro un atisbo de dolor en cada letra pronunciada como si una lucha interna se librara dentro de Jimin, como si le fuera prácticamente imposible hablar... como si su garganta se desgarrara con solo mencionarlo...—¿Jimin?— de pronto sintió como todo se derrumbaba a su alrededor, como una inminente profecía a punto de cumplirse, pues la sensación de un mal presentimiento viajo por todo su sistema y se enraizó en sus entrañas, pues sabia leerlo con tanta facilidad, que no tuvo que tardar demasiado para atar los cabos sueltos.
¿Qué caso tenía negarlo entonces?
—Debes irte— sentenció y se dio media vuelta, tratando de disipar sus sentimientos pues nublaban su juicio, se había jurado a si mismo no caer por Yoongi otra vez, pues estaba completamente seguro que no podría soportar una decepción más, pero prácticamente y de una forma increíblemente torpe, se lanzó al vacío por él. Otra vez.
—¿Qué?— caminó hasta él y sujetó delicadamente su muñeca nuevamente, claramente confundido por el radical cambio de opinión del menor — Jimin...
—Eso fue un error— dijo decididamente, pero finalmente sin poder enfrentar a Yoongi cara a cara, pues sabia rotundamente que si lo hacía, su postura de hierro se desmoronaría como un castillo de arena contra una ola blanca del mar.
—¿Un error?— inquirió el mayor, con una sonrisa a medias, más parecida a una mueca triste.
—Fue un impulso de idiotez, pero no volverá a ocurrir.
—Jimin-
—Estoy saliendo con Namjoon— soltó de pronto, precipitadamente, como si necesitara justificar su decisión, como un impulso repleto de insensatez.
Y quizá, solo fueron necesarias cuatro simples palabras, no más, cuatro palabras para lograr quebrantar la voluntad de acero que Yoongi se esmeraba en construir.
—¿De qué estás hablando?
—Namjoon me pidió una oportunidad — respondió llano, evitando a toda costa delatarse incluso en su tono de voz.
—¿Y yo no merecía una?— preguntó apenas, pues su voz salió quebrada, como si estuviera a punto de caerse a pedazos.
—Yoon-
—¿Por qué él si? ¿Por qué es diferente con él?
—No voy a responder eso, tu lo sabes bien Yoongi, es mejor así— respondió posando sus dedos sobre el agarre que Yoongi mantenía.
—¿De verdad? ¿Es eso lo que crees?
—Si
—Entonces ¿por qué no me lo dices mirándome a los ojos?
—Yoongi-
—Por favor, mírame y dímelo— y su tono de voz fue tan lastimero que se clavó en cada una de sus terminaciones nerviosas como una espina con veneno.
—Yo-
—Por favor...
—Sólo...— el mayor envolvió sus brazos en la cintura de Jimin y escondió su rostro en su nuca.
Los ojos castaños de Jimin vagaron hacia la ventana que permanecía entreabierta, notando como pequeñas motas blanquecinas descendieron como plumas a través del cristal. Estaba nevando, en pleno otoño...
—Yo... tal vez estoy pidiendo demasiado, pero solo quiero ser amado por ti...
—Hyung...— guió sus dígitos en su camino a encontrarse con las manos del pálido que aún se posaban sobre su abdomen.
—Me gustas tanto Park Jimin— murmuró nuevamente, permitiendo a su corazón correr veloz— y yo sé que lo he estropeado todo... pero si me lo permites, cariño mio, te demostraré todo lo que siento por ti— suspiro con fuerza, expulsando así todo el aire retenido en el fondo de sus pulmones como un incentivo para encontrar el coraje necesario para poder confesar todo lo que invadía su deteriorado corazón — Te prometo que no lo voy a arruinar mi pequeño, te prometo que haré de abrazarte mi ritual, te diré todos los días lo mucho que me gustas, trataré de que seas feliz a mi lado... te prometo que te llenaré de besos todas las mañanas, te diré lo lindo que te eres para mi cada noche antes de dormir y sobre todo, intentaré con todas mis fuerzas quedarme en tu corazón, justo así, como tu estas en el mío, porque, mi amor, estoy irrevocable y perdidamente enamorado de ti, por favor... déjame amarte.
—Tus manos están heladas...
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17 otra vez | Yoonmin |
FanficYoongi jamás se ha arrepentido de algo en su vida, pues cree firmemente en sus decisiones, o eso pensaba, hasta que llegó a su puerta una invitación a una boda. Jimin, la única persona de la que ha estado enamorado toda su vida, está a punto de casa...