Otra vez pt.2

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Pero entonces, fuera de todo pronóstico deprimente, el menor quitó el seguro del cristal y regresó al sitio donde estaba en su cama.

Yoongi ni lo pensó, cuando ya estaba dentro, sintiendo la calidez del aire acondicionado colarse bajo su ropa.

—¿Tus manos están bien?— el peliverde ni bien había cruzado el umbral, recibió aquella melódica voz en sus oídos, con aquel tono de preocupación que tanto había extrañado.

—¿Uh?— Por instinto, las extrajo de los bolsillos y las miró antes de mostrarlas al menor, para que se cerciorara también de su  bienestar real.

Pero quizá, necesitaba asegurarse, que no se lastimó, pues conocía de antemano lo que podía llegar a pasarle a su pálida piel si el frío se volvía insoportable, así que, sujeto sus dedos.

Pero quizá, necesitaba asegurarse, que no se lastimó, pues conocía de antemano lo que podía llegar a pasarle a su pálida piel si el frío se volvía insoportable, así que, sujeto sus dedos

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Esa fue tal vez una de las razones por las que le dejo pasar, no podía no preocuparse por él,  después de todo, era la persona más importante en su vida

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Esa fue tal vez una de las razones por las que le dejo pasar, no podía no preocuparse por él,  después de todo, era la persona más importante en su vida.

—Si no toleras el clima, deberías usar guantes o algo más abrigador— dijo luego de un rato y se alejo nuevamente.

—Esta bien, no es la gran cosa— se encogió de hombros y se sentó justo frente al menor. No quería admitirlo abiertamente, pero que Jimin rehuyera a su mirada le calaba en el fondo del alma, como si su propio reflejo tratara de ignorarle —Jimin...

El menor se limitó a observar a cualquier punto aleatorio en la pared, tratando de ignorar el galope desbocado de su corazón.

—¿A qué viniste Yoongi?— preguntó, con tanta frialdad que eso le dolió más a Yoongi, que sus manos.

—¿Podemos hablar?

—¿Sobre que?

—Nosotros— se puso de pie antes de que Jimin pudiera refutar algo— no podemos negar que entre tú y yo hay una historia, y no podemos simplemente ponerle fin, yo...

—Olvídalo— dijo, caminando a la ventana para abrirla— deberías irte.

—Jimin, por favor— lo sostuvo por la muñeca, cerniendo sus dedos sin implicar tanta presión— Sólo... por favor, al menos... mírame.

El tono empleado fue tan lastimero, que la tensión en los hombros del menor desapareció como un suspiro efímero del viento entre las hojas.

Y el magnetismo que recorrió sus venas desde el centro de su corazón, cuando sus orbes colapsaron, fue la mejor sensación que pudo sentir, en toda su experiencia de vida, porque, posiblemente era demasiado cursi, pero definitivamente, podía aseverar que el cielo se encontraba en sus ojos y las estrellas en las motas dibujadas sobre sus mejillas coloradas, encendiéndose al compás del volcán en erupción de sus almas encontrándose.

—No sé qué esperas que te diga, fuiste bastante claro, no querías que te siguiera molestando, me pediste que me alejara— y eso fue suficiente para que Yoongi acunara el rostro del menor entre sus largos dedos.

—Jimin, yo jamás podría renunciar a ti.

—Jimin, yo jamás podría renunciar a ti

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17 otra vez  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora