Han pasado tres años desde la última vez que se supo de los Sayler, los mismos que fueron derrumbados por una sola persona. Kylee "Cooke" Sorní, una becada junto a su mellizo en la universidad que tanto tiempo estuvo administrando el padre de dicha...
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Seis meses antes de llegar a Efren.
El sonido de la sirena al abrirse una celda llamó mi atención, ese sistema era nuevo y me gustaba, al parecer la policía estaba reforzando más la seguridad en los últimos años. O quizá era un sistema viejo, no lo sabía, era la primera vez que no era yo el que estaba en prisión y tenía que visitar a un familiar.
Allyson Vogel De Sayler.
Mi madre.
También conocida como: «La madre casi perfecta» por la prensa amarillista años atrás por el caso de la muerte de mi hermana. La misma me daba asco, repulsión y, a su vez, curiosidad al recordar.
Justo en ese momento, cuando la imagen de mi hermana en un estado de putrefacción llegaba a mi cabeza, el sonido de cadenas me hizo prestar atención a mi alrededor y reparar en la presencia de la hermosa mujer rubia de ojos azules que se acercaba a mí, con una vestimenta anaranjada muy destacada de la penitenciaría. Ella se sentó y al instante sus ojos se cristalizaron con una sonrisa, yo le devolví el gesto al verla bien.
A pesar de que sus manos estaban esposadas, tomó el teléfono a su lado con su diestra y yo imité su acción con el que estaba a mi lado del cristal. Solo hice colocar el auricular en mi oído para sentir los quejidos y sollozos de la mujer a mi frente, mi corazón se estrujó en sí de solo tener la rabia de verla allí a pesar de lo hecho. Sí, ella había matado mi hermana, me había hecho un desastre como persona en una familia disfuncional hasta la mierda y era una mujer con más problemas que virtudes. Pero a pesar de eso, era mi mamá.
— Mi amor. —Su sonrisa como siempre que la recordaba se plasmó a pesar de que las lágrimas se derramaban en por sus mejillas—. Me alegra verte fuera.
— Lo sé mamá—coloqué mi mano en el vidrio y ella se acercó para colocar la de ella de su lado del cristal—. Te extraño.
— Y yo a ti.
— ¿Cómo te sientes? —Susurré y ella asintió sin dejar su gesto alegre.
— Mucho mejor. Estoy siendo tratada y... me siento mejor que en Efren. Luego de la muerte de Mara, ese lugar se convirtió en una verdadera prisión para mí.