fifty four.

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NASH BECKER

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NASH BECKER.

Presente.

—Final corto —dijo Massimo—, Brielle mató a mi hermano y yo solo hace un par de horas me colé en el hotel para finalmente alterar la escena del crimen con un cabello de Delya.

Me quedé en silencio, asombrado, pero mirando a la rubia, que se encontraba apoyada contra la pared frente a mí. Ella no había hablado en un buen rato, simplemente me miraba fijamente con los brazos cruzados, tan seria que me estaba poniendo muy nervioso.

—Uau —murmuré.

—¿Eso vas a decir? —preguntó Massimo—. Te acabo de hablar del mejor plan del mundo, ¿y dices «Uau»?

—Massimo, para —dijo Brielle con voz cansada—. Me tienes hasta la mierda.

—Es una de mis cualidades —contestó él, y se dirigió a mí—. Bien, fiera, ¿tienes alguna pregunta, duda o consulta sobre la historia?

—Deja de llamarme fiera —repliqué, frunciendo el ceño, poniéndome de pie frente a él.

—Ya, ¿quieres pelear? —dijo Massimo, apretando sus puños—. Dale, veamos quién sobrevive...

—Massimo, no, atrévete a tocarle un pelo y te castro aquí mismo —gruñó Brielle.

El pelirrojo la miró y resopló.

—Entiende que si pretendes burlarte de mí, no vas a terminar bien —dije con voz calmada—. Mucho menos intentes burlarte de ella.

Él iba a replicar, pero antes Brielle habló.

—Massimo, ¿puedes dejarnos solos un momento?

—Claro, mi amor, si así lo pides —contestó él, saliendo de la habitación con las manos en los bolsillos.

Brielle se quedó mirando su espalda hasta que Massimo desapareció doblando el pasillo hacia el cuarto de al lado.

—Es un idiota —susurré, acercándome a ella—, ¿cómo se te ocurre relacionarte con él?

—No le hagas caso —dijo—, sólo quiere provocarte. No le des la satisfacción de hacer algo al respecto.

—Pero es muy peligroso.

—Igual que tú —respondió—. Y sé que jamás sería capaz de tocarme un pelo, igual que tú.

—¡Eh, hay un muerto aquí! —chilló Massimo.

No le puse atención, sino que me quedé mirando a Brielle unos momentos. Ella suspiró y se pasó las manos por el rostro, parecía triste, frustrada, enojada, y al mismo tiempo apagada y desanimada.

—Brielle —la tomé de la cintura, atrayéndola hacia mí con suavidad—, por favor, perdóname. Quiero que estemos bien. Quiero que estemos juntos ahora que todo puede solucionarse.

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