Five.

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Hoy era el día, ya basta de estupideces.

Estaba listo, iba a devolver la bufanda, la realidad era porque ya no olía a Kirishima, pero eso no lo admitiría, solo lo pensaría avergonzado.
Tampoco era un cerdo, la había querido lavar, pero al parecer, ese tipo de material se encogía o algo asi, por eso la dejo ahi, para el no olia a nada, pues procuraba no usarla cuando estaba sudado ni sucio, era decencia humana, por dios.

También pensó en entregarla indirectamente, mandandosela con el puto imbécil mugroso mierdero de Deku, con el cual lo había visto hablar en varias ocasiones, pues era el pendejo que repartía las aguas cuando entrenaban o jugaban los del equipo de americano. ¿Por qué no la mandaba con Denki o Mina? Porque ellos seguro lo echarían de cabeza, haciéndole algo comentario estúpido sobre sus sentimientos.

"- Te la manda tu novio; Bakugo." Mientras hacían una cara coqueta.

Se golpeó a si mismo en el casillero al sentir como su cara enrojecia al pensar que Kirishima solo riera ante en comentario, como era su costumbre ante todo lo que le decían. No entendia porque le daba tanto nervio, ya había hablado con el y hasta en una ocasión, lo medio abrazo.

Era de hombres dársela en persona, el pelirrojo parecía extrañamente obsesionado con la masculinidad, esa era la razón por la cual pensó eso. No era un acosador ni nada así, pero sabía dónde estaba Eijirou siempre; ¿Cómo? Porque a cada puto rato se lo cruzaba, tenía un tino especial para encontrar a su "crush" (estúpido Pikachu que le pegó esa palabra) en todos lados, entre clases, pasillos y hasta los lugares donde nadie pasaba. En cuanto sentía que se quedarian solos, se escondía donde podía ¡Incluso en un armario! Dónde se encontró con Hanta, el cual solo lo saludo mientras se volvía a tapar con una cobijita.

No podía ser tan cobarde, por dios.
Realmente, si se ponía a pensar, era "normal" muchos creían que era un maldito mamón sin sentimientos, que solo pensaba en su mismo y que odiaba a todos; Pero no.

El era un humano común y corriente, su forma de ser criado y cosas en su vida que le habían marcado, lo habían llevado a ser un poco mas cerrado y arisco, cosas que solo algunos sabian, entre ellos el puto imbécil mugroso mierdero de Deku, al cual no le tenía tanto coraje, solo era ma costumbre, pero incluso con el podia entablar una conversacion buena.

Sus amigos (aunque el no lo supiera) pensaban que era amable, gentil y dulce, a veces, si lo llegabas a conocer bien. Era sensible, podía sentir intensamente, normalmente el enojo, pero con el sentimiento por el capitán del equipo de americano sucedía lo mismo, ese sentimiento fuerte, intenso y que lo hacían ver tan enamorado como cualquier otra persona, podía sentir nervios, felicidad, su cara se podía sonrojar, funcionaba igual.

No le gustaba que los demas pensaran lo contrario, pero no le importaba, si alguien decía algo, los atropellaria con su moto.

Se maldecia mientras caminaba por toda la escuela, cuando no quería, el pelirrojo aparecía hasta de las paredes, pero cuando tenía un pinchazo de valor para hablarle, se esfumaba.

Justo en el mero apojeo de su frustración, vio una cabellera verde mierda, junto con un rostro estúpido y lleno de pecas feas.

Ahi estaba Izuku, cargando una hielera llena de aguas seguramente, siendo ayudado por el imbécil bicolor, que cargaba otra. Se apresuró para preguntar por el paradero de Eijirou, enojado, como siempre, pero al recordar el motivo por el cual buscaba al pelirrojo, su cara se calentó otra vez por la vergüenza, relajando su ceño y su humor.

- Oye, Deku. - este volteó a ver sorprendido de no ser recibido con el grito que se escuchará hasta Texas. - ¿Sabes dónde está Kirishima? - preguntó, serio, normal, con más mejillas un poco arreboladas, pero normal.

Imbecil Bonito; Kiribaku ᵠᵘⁱʳᵏˡᵉˢˢ ᵃᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora