Ѫ CAPÍTULO 9 Ѫ

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Billy y Emma salieron del local luego de que esta última pagara la cuenta. Caminaron un par de calles, siendo guiados por el rubio, hasta llegar al Camaro azul que estaba estacionado a un par de cuadras del centro.

— ¿Estás seguro de esto? ¿A dónde iremos? — Pregunto Emma temerosa.

— Tranquila niña, no te matare. — Respondió simple.

— Recuerda que debo llegar a tiempo a clases...

— ¿Sabes? Me estoy conteniendo de no dejarte en ese local en estos momentos.

— ¡Oh por favor! Tú fuiste el que quiso traerme aquí, así que ahora no te quejes.

— Pero sería mucho más fácil si te metieras al auto y te callaras de una vez.

Emma rodo los ojos pero se limito a subirse al auto en silencio mientras su compañero lo encendía.

— Abróchate el cinturón. — Indico.

La chica se contuvo de rodar los ojos esta vez, pero le pareció algo tierno el gesto. Hasta que este hablo.

— No quiero que si chocamos me metan preso cuando se den cuenta de que tu no ibas con cinturón de seguridad.

— Ahora tu eres el que habla ¿Puedes callarte y arrancar de una vez?

Billy la miro con advertencia, pero esta solo le sostuvo la mirada hasta que finalmente el rubio se rindió y comenzó a conducir por las calles del centro.

El viaje fue en silencio, pero en uno cómodo. Cada uno se limitó a pensar en sus asuntos y concentrarse en el camino, quien poco a poco fue cambiando hasta que estacionaron a un lado de la carretera, junto al bosque.

Emma lo miro de repente se sentía como en una de esas películas de suspenso en la que la protagonista era una niña ingenua que seguía al chico lindo y popular hasta el centro del bosque, luego este la mataba y desaparecía del pueblo.

— Te juro que no voy a matarte. —Le dijo burlón. — Solo sígueme, conozco un lugar cerca de aquí.

La chica lo miro dudosa pero no tardo en seguirlo hacia dentro del bosque. Finalmente llegaron a un claro junto a un rio, tendieron sus abrigos en el suelo y se recostaron en silencio.

Más de diez minutos habían pasado y ninguno se atrevía a hablar, no por vergüenza sino porque el silencio en que estaban sumidos era tan cómodo y relajante que temían arruinarlo si abrían la boca o siquiera se movían unos centímetros. Y así, perdidos en el ambiente cómodo, pasaron los siguientes veinte minutos concentrados en sus propios pensamientos y disfrutando de los pocos momentos de paz que podían tener en sus vidas.

Emma solo escuchaba el ruido del agua chocando contra las rocas, cuando una pregunta se le vino a la mente.

— ¿Billy?

— Mmm — Hizo un sonido dándole a entender que la escuchaba.

Esta se dio media vuelta para encontrarse a un californiano somnoliento y con los ojos cerrados.

— ¿Qué hacías despierto a esa hora cuando entraste a la cafetería?

Billy abrió los ojos y se dio media vuelta para encontrarse cara a cara. Se quedo mudo por unos instantes, nunca la había visto tan cerca y ahora que estaban ahí, frente a frente, se tomó la libertad, por unos segundos, de observarla detalladamente. Miró sus cejas perfectas, sus mejillas, y su nariz respingada, pero lo que más le sorprendió fueron sus ojos. Azules, casi o más intensos que los de él. Los observó unos instantes más hasta que su mirada fue a parar a sus labios, rosados y carnosos. Emma se removió incómoda por la cercanía y la mirada del chico. Se alejo un poco, estableciendo más espacio entre sus cuerpos y miro a Billy.

Stranger Love ¹  //Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora