El taxi paró frente a una pequeña cabaña que se encontraba un poco escondida entre el bosque, donde una pequeña familia vivía felizmente.Dan observó la casa cuidadosamente, viendo cada pequeño detalle. Pudo observar a detrás de la casa habían algunos establos con algunos animales (tres caballos y un par de borregos era lo único que había visto) y habían tres autos estacionados a un lado de la casa, dos de ellos eran viejísimos. La casa era totalmente diferente, era un poco moderna y había una gran área cubierta de pasto alrededor de la casa. Frente a esta, había un pequeño jardín lleno de flores de todo tipo.
Desde la ventana del taxi podía ver a algunos niños corriendo alrededor, jugando y riendo mientras gritaban. También habían dos señoras sentadas en unas mecedoras frente a la casa, observando como los niños jugaban y cuidando que no se hagan daño. Ambas señoras reían y hablaban entre ellas aunque había un drástico cambio de edad entre ambas. La que estaba sentada en una mecedora color blanco se veía mucho más joven que la que la acompañaba y podía adivinar que esa era la esposa de su tío, Arthur. Una familia feliz, pensó.
Notó como los niños pararon de correr cuando vieron la parada de el taxi, parando sus risas y gritos para luego voltear a ver a las dos señoras que, extrañadas de no escuchar los usuales gritos de los pequeños, pararon de platicar entre ellas para ver lo que les molestaba tanto a los niños.
Una de ellas (la que suponía era su tía) se levantó de la mecedora y entró rápidamente a la casa, seguramente para buscar a su esposo.
-Serían 130 libras.-la voz del taxista interrumpió el observamiento de Dan. Él sacó el dinero y se lo entregó al taxista lo más rápido que pudo, golpeando su mano contra una de sus maletas.
Sin esperar más, Dan salió del taxi con sus maletas (y un par de moretones). El taxista, tan pronto Dan estuvo afuera del taxi y tenía todas sus maletas, arranco tan rápido como pudo sin mirar atrás ni una vez. El nerviosismo de Dan incrementó más y más cada segundo que permanecía parado frente a la hogareña casa.
Aclaró su garganta y comenzó a caminar hacia la entrada de la casa, con los pelos de punta y sintiendo su desayuno devolviéndose por su garganta.
La señora pronto regresó junto a un hombre que estaba lleno de aceite para auto y un poco de tierra. Hacia tiempo que no lo veía y si no era por que esta era su casa, nunca hubiera imaginado que esa persona fuera su tío.
¿Qué tanto me he perdido? Pensó Dan mientras veía a el hombre acercarse le, con una sonrisa y diciendo cosas como "¡Dan! ¡Que bien te vez, muchacho!". Algo que le hubiera parecido muy embarazoso pero ahora realmente no le importaba, ya que él le estaba dando un hogar cuando nadie más lo estaba haciendo.
-Tío Arthur. ¿Cómo ha estado?-su voz sonó normal pero un poco temblorosa. Su tío rió y extendió los brazos, claramente, por un abrazo. Dan, un tanto incómodo, respondió el abrazo mientras soltaba algunas de sus maletas en el suelo.
-Lo mismo de siempre. Como haz crecido, muchacho. Ya casi estas más alto que yo y eres treinta años menor que yo.
Dan sonrió escuchando a su tío, un hombre ejemplar el cual siempre había sido su modelo a seguir. Desde pequeño, Arthur Howell había sido un pequeño diablo: rompió cada una de las reglas que le ponían, se rompió al menos dos veces cada extremidad y (obviamente) fue un rey de las bromas. ¿Cómo había llegado a ser el hombre ejemplar que ahora era? Simple, se enamoró.
Realmente no recuerda mucho sobre los amoríos de su tío, recuerda haberlo visto con algunas señoras cuando tenía como tres años pero nada tan serio como lo que ahora tenía con su actual esposa. Recordaba (muy vagamente) haber ido a su boda cuando tenía alrededor de cinco años, lo cual solamente recordaba por que era el niño de los anillos y era extremadamente molesto cada vez que una señora cuarentona se le acercaba para apretarle los mofletes mientras chillaban lo adorable que se veía.
No era el mejor recuerdo, pero era uno muy importante. Aún podía ver ese brillo en los ojos de su tío mientras recitaba sus votos a la mujer que amaba con toda su alma y eso era algo que jamás olvidaría.
-¡Familia! ¡Vengan a saludar!-gritó Arthur. Los niños corrieron desde donde estaban escondidos hasta donde su padre estaba y las señoras caminaron hasta donde todos se reunían. -Bien, este muchacho de acá es Dan Howell y se quedará con nosotros por un tiempo.
Los niños sonrieron y comenzaron a hablar al mismo tiempo, tratando de llamar la atención de el morocho. -Niños, no les entendemos nada. Solamente uno puede hablar primero.-la señora de la tercera edad dijo suavemente.
-¡Yo soy Victoria y tengo seis años!-la rubiecita pequeña chilló mientras levantaba tres dedos en cada mano. Sus ojos eran cafés miel pero con un brillo singular. Usaba un vestido rosa con brillos y listones, y sus zapatos eran morados y combinaban con su vestido. Su cabello estaba recogido en dos coletas altas lo cual la hacia aún más adorable de lo que se veía.
-Soy Kyle y tengo ocho años. Ella es Kylie y también tiene ocho, como yo.-el niño un tanto rubio dijo con una sonrisa mientras apuntaba a la rubia que estaba a su lado. Se notaba mucho que eran gemelos ya que eran casi idénticos, salvo que eran un hombre y una mujer. Ambos con ojos azules y piel blanca pálida, las facciones era idénticas.
-Yo soy Chuck y tengo siete años aunque parezca mayor.-el último niños dijo. El era un poco diferente a todos: su cabello era castaño claro y sus ojos eran café marrón. También usaba unos gruesos lentes de pasta color negro y su cabello estaba echado para atrás, dándole un toque de "nerd".
-Uhm, soy Dan.-contestó incómodamente.
-Y señor Dan, ¿cuantos años tiene?-la pequeña Victoria preguntó mientras se balanceaba de un lado a otro y lanzaba una mirada de cachorro.
-Tengo veintiún años.
-Wow. Eso es mucho.-Victoria respondió.
-Sí, supongo que ya estoy haciéndome viejo.-bromeó Dan, obteniendo una risa de parte de su tío.
-Bueno, supongo que deberíamos ir adentro. Ya casi es hora de la cena y realmente estoy hambriento.-Arthur dijo mientras se sobaba la barriga y reía un poco.
-Agh, ¿cuando no tienes hambre, panzón? Deberías de hacer la cena tú.-la que creía era su tía bromeó.
-Tal vez, pero la harás tú por que si la hago yo, lo más seguro es que los envenené a todos sin quererlo.
-Cierto. Bueno niños, si quieren pueden seguir jugando. Mientras tanto yo iré a preparar la cena y su padre le enseñará su habitación a Dan.-los niños asintieron risueños y comenzaron a correr de nuevo.
-Bueno, Claire, Arthur, creo que es tiempo de que me valla a casa. Esta comenzando a oscurecer y es un largo camino por recorrer.-la señora mayor habló por primera vez.
-Oh. Claro que si. Y no te preocupes por Matthew, yo iré por él y lo traeré aquí y cuando quiera ir a casa, lo llevaré.-quien parecía ser Claire dijo.
-La llevaré a casa, esta comenzando a oscurecerse y no es realmente seguro que llame a algún taxi a estas horas.-comenzó a decir Arthur.
Diez minutos después, Arthur y Marissa (la señora mayor) habían arrancado para la cuidad, no sin antes haber presentado a la mayor con Dan, quien se había mantenido al margen y solamente había hablado cuando se le requería.
Justamente ahora, Dan estaba sentado en una de las sillas del comedor que estaba a lado de la cocina mientras Claire hacia la cena. Y sentado en esa incómoda silla de madera, Dan se preguntó que demonios estaba haciendo con su vida.
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genie» howell.
Fanfictiongenio [ge-nio] sustantivo 1. personaje fabuloso de cuentos y leyendas que tiene poderes mágicos y que, generalmente, es bueno y concede deseos a quien se los pide; ficticio. [Cover by @TheMeganHowell thank you so much love xx]