✨sexto✨

21 1 0
                                    

Desde qué era pequeño, a Dan le odiaba abrir regalos. Realmente no sabía por que, pero lo odiaba. Tal vez era por el sentimiento de alguien gastando dinero en él o simplemente por que no le gustaba.

De cualquier manera, no le gustaba.

Pero había algo de esa caja que le intrigaba, algo en él le decía que debía abrir esa caja y ver lo que sea que había adentro.

¡Pero no es tuyo, demonios! Su subconsciente volvió a gritar, pero era una voz tan baja que casi no la escuchaba.

Sin saber que hacer, Dan se levantó y cogió la caja en sus manos (no sin antes guardar su teléfono en su bolsillo) para luego caminar hacia su cama.

No sabía que hacer.

Se encontraba en un dilema; abrir la caja y parar todas las dudas o no abrirla simplemente por ser la cosa correcta.

¿Desde cuándo había tomado una decisión por que parecía la «correcta»? Y con esta pregunta, Dan se decidió.

Al sentarse sobre su cama, Dan no espero nada y simplemente quitó la tapa de la caja encontrándose con varias cosas.

Lo primero que llamó su atención fue un libro de tamaño consideradamente grande. Lo tomó entre sus manos y comenzó a ver las páginas, chocando se con unos escritos raros que no lograba entender.

Habían un par de dibujos sobre algunas cosas que realmente no lograba entender. El libro, al igual que la caja, se veía viejo y algunas páginas estaban por caerse.

Un objeto que seguía en la caja obtuvo su mirada, y cuando lo vio detalladamente se dio cuenta de que era una lámpara. No una cualquiera, pero una de como la de "Aladdin".

Era color dorado y se veía recién pulida y nueva, no como el libro que parecía ser casi destruido.

¿Qué se suponía que debía hacer con «eso»?

Dan se levantó de la cama y caminó hacia el armario, buscando algo que realmente sirviera.

Al estar adentro del armario, no vio nada más que su ropa y zapatos; y un pequeño pedazo de papel. Recogió el pedazo y lo leyó atentamente.

"Tócame y todos tus deseos se cumplirán."

Dan frunció el ceño, confundido por el mensaje pero no pudo no sonreír al pensar que esa sería una frase de Christian Grey.

Esa frase era obviamente sobre la lámpara, era obvio. Dan pensó lo que podría hacer si tocará la lámpara. Además, ¿cuales eran sus deseos?

Por ahora no podía pensar en ninguno (excepto un suplemento de Maltesers de por vida, lo cual era algo estúpido pero delicioso) que realmente valiera la pena.

Pero su curiosidad lo estaba matando por querer acariciar la lámpara. Además, ¿que podría pasar si acariciaba esa lámpara? Él no creía en cosas mágicas (excepto en Slenderman, quien lo aterraba cada noche) por lo cual no hallaba posible el hecho de que algo realmente saliera de esa lámpara.

Caminó hasta la cama y observó la lámpara de nuevo. No pasaría nada si acariciaba la lámpara, se dijo a sí mismo.

Tomó la lámpara entre sus manos, indeciso de que debería hacer. No sabía si seguir a la parte lógica de él (que le decía que no hiciera nada, que dejara la lámpara en la caja y que dejara la caja dentro del armario) o a la parte que le gritaba que acariciara la lámpara.

¡Al diablo!

Totalmente seguro, Dan puso su mano derecha debajo de la agarradera de la lámpara y comenzó a acariciar lentamente, inseguro de que hacer. Esta escena le recordaba mucho a la primera vez que trató de «masturbarse» pero eso es otro tema.

Luego de acariciar por lo que pareciera un minuto; nada paso.

Dan sonrió de lado, sabiendo que nada pasaría y preguntándose porque siquiera trato de ver si algo pasaba.

Claramente, nada pasó.

«Toc toc toc» escuchó Dan, saltando del susto.

-...-aclaró su garganta- Pase.

-¿Dan?-la voz de su tío se escuchó desde afuera- Venía a preguntarte si quieres venir a comer conmigo, como en los viejos tiempos.

Los viejos tiempos. Recordó.

Los viejos tiempos eran cuando Dan tenía como seis años, cuando él solía pasar tiempo con su tío.

Solían ir de pesca (cuando no hacia demasiado frío) o simplemente ver películas juntos ya que, Arthur aún no tenía hijos y tenía una gran conexión con Dan. Hasta sé podría decir que más grande que la de él con su padre.

Se la había pasado bien, debía aceptarlo. El haber pasado tiempo con su tío había sido muy divertido y tal vez hasta serían las mejores memorias que recordaba.

-Sí. Como los viejos tiempos.

Cuando Dan había aceptado el ir con su tío "como los viejos tiempos", no pensó que sería tan divertido. Definitivamente su tío aún mantenía ese humor negro (que de hecho, Dan no entendía cuando era pequeño pero ahora que lo entendía reía y respondía sarcásticamente o irónicamente). En fin, se había divertido más de lo que había esperado.

Lo que había sido previsto como solamente "una comida", término siendo algo que Dan había disfrutado mucho y había deseado alguna vez haber hecho algo así con su padre. Una cena en donde, más que en familia, se siente entre amigos. Demonios, cuando hubiera Dan deseado el haber hecho algo así con su padre. Sin embargo lo hizo con su tío, y se sentía maldita mente bien.

Ya eran las ocho de la noche cuando Dan y Arthur regresaron a la casa del último (ya que habían decidido ir a algún buen restaurante en la ciudad, pero de alguna manera terminaron comiendo McDonald's dentro de un auto) y aunque ambos estaban cansado, decidieron charlar un poco más sobre lo que pasaba en sus vidas.

Dan pudo descubrir muchas cosas de Arthur, por ejemplo; Arthur, al igual que Dan, dejo la universidad en su primer año ya que simplemente odiaba estar ahí y lo hacía para complacer a su familia.

Ahora que lo pensaba, Dan era algo parecido a Arthur. Ambos incomprendidos por sus padres, siendo los "rebeldes" (aunque realmente Dan no matarían ni una mosca sin sentir remordimiento) de la familia, defendiendo a sus hermanos menores (en el caso de Arthur, él debía defender a Thomas, el padre de Dan, quien es menor que el por diez años) y dejando la universidad, solamente que una semana después de haber entrado. Lo único diferente, por ahora, era el futuro de ambos.

Arthur vivía en el campo con su esposa y cuatro hijos, totalmente feliz por las decisiones que tomó anteriormente; mientras Dan estaba "escondiéndose" (aunque no quisiera aceptarlo, se estaba escondiendo como un marica de su madre) mientras cuestionaba toda su existencia. Tal vez, en unos seis meses, termine durmiendo detrás de un basurero. O tal vez termine siendo un gran empresario, como su madre hubiera deseado.

Pero quien sabe, el futuro no puede ser previsto. Solamente te golpea cuando ya es el presente.

genie» howell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora