✨tercero✨

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Dan se mantuvo sentado en la silla de madera, totalmente confuso y sin saber que hacer o a donde ir para descansar y desempacar. Se sintió inútil sentado en esa silla que después de pensarlo algunos minutos, se levantó y caminó hacia la cocina para ayudar a su tía.

-Hola. Realmente no me presente allá afuera, perdona. Soy Claire y soy la esposa de tu tío, aunque creo que ya lo habías notado.-dijo la señora tan pronto Dan entró a la cocina.

-Un gusto en conocerte, Claire.-respondió Dan un poco incómodo.

Luego de treinta (incómodos) minutos, Arthur llegó a casa y metió a todos los niños quienes aún jugaban en el jardín. La casa se llenó de gritos en al menos tres segundos y los pequeños rápidamente corrieron hacia la cocina gritando y riendo.

-¡Niños! ¡Ya paren de gritar y ayúdenme a poner la mesa!-Claire gritó tratando de obtener alguna ayuda y obteniéndola. Los niños corrieron hacia algunas gavetas y sacaron platos y utensilios.

Dan se sintió incómodo al estar solamente parado, por lo cual agarró algunos vasos y ayudo a llevarlos hacia el comedor donde los niños comenzaban a poner los platos y utensilios junto con servilletas desechables.

La cena paso rápidamente, con conversaciones en cada punta de la mesa y una deliciosa lasaña vegetariana (la cual al principio pensó que sabría horrible pero se sorprendió al probarla ya que, era deliciosa). Hacia mucho que Dan no pasaba una cena como esta, una en donde todos participaban en una gran conversación y hablaban de su día o contaban (malos) chistes.

Antes de ir a la universidad, usualmente comía en su habitación y solamente bajaba si quería otra porción de comida. A sus padres realmente no les importaba si comía con ellos ya que (como había argumentado antes) él siempre fue la oveja negra de la familia.

Era cómodo el comer con otras personas y no sólo consigo mismo, pensó.

-Dan, hijo, te mostraré tu habitación.-Arthur interrumpió sus pensamientos.

Arthur tomó dos de las cuatro maletas de el joven, y lo guió hacia la habitación de éste. Dan tomó las últimas dos maletas y caminaron juntos hacia el patio y ahí fue cuando Dan se preguntó en donde dormiría. ¿Qué no dormiría dentro de la casa?

Arthur, sin notar la pequeña mueca en el rostro de Dan, siguió caminando hasta que llegó a un pequeño cuatro a lado de la casa. Se paró frente a la puerta y dejo ambas maletas en el suelo para sacar un manojo de llaves y buscar la que era de esa puerta. Al insertar una llave y girarla, la puerta se abrió dejando ver una simple alcoba con una cama, un televisor y algunos otros muebles.

-Solíamos rentar esta alcoba, por eso esta algo separada de la casa.-Arthur respondió la pregunta que no fue hecha.-Pero fuera de eso, aquí hay todo lo que puedes necesitar. Por allá hay un baño y por allá hay un armario. No te preocupes por el internet o el cable, acá tendrás ambos. De hecho acá es donde esta la conexión y hay la mejor señal por lo cual creo que tienes suerte. Bueno, creo que eso es todo.

Dan dejó sus maletas a lado de la cama y suspiró. -Sí, eso creo.-Arthur dejó las otras dos maletas a lado de la cama y comenzó a caminar hacia la salida cuando Dan lo interrumpió. -Y tío, gracias por todo.

Arthur le sonrió y salió de la alcoba, dejando a Dan sólo.

Después de tres horas, solamente quedaba una maleta por desempacar (la cual contenía todos sus electrónicos y algunos libros) pero dan estaba tan cansado que decidió dejarlo para mañana. Después de dejar la maleta sobre un escritorio cerca de la televisión, Dan se tumbó sobre la cama sin esperar más de dos segundos y si siquiera quitarse los zapatos.

genie» howell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora