Ya hace unas tres semanas desde que Lucas se fue a Barcelona, nos hemos llamado alguna vez desde entonces, no muchas veces ya que cuando él podía, yo estaba en clase o si yo podía el descansaba o estaba en quimioterapia.
Por lo demás yo seguía estudiando y quedando algún día con mi grupo. No habían vuelto a mencionar el tema de aquellos viajes a Milán y todo seguía trascurriendo como de costumbre, aunque notaba cierto vacío al no tener cerca a Lucas.
-Kira, baja ya a desayunar. –Grita mi madre desde el salón. –Vas a llegar tarde al instituto.
No me apetece nada ir a clase, pero aun así me levanto y me meto en el baño, me lavo la cara y me peino como siempre, más tarde cojo unos pantalones cortos de color cielo y una camiseta negra de manga corta con puntos blancos, que simulan estrellas. Voy al salón y desayuno una manzana roja y un café con leche, la combinación perfecta de cada mañana.
Mientras tanto miro por la ventana de la cocina y enciendo el móvil para escribirle a Gala, vive a dos calles de mi casa y quedamos para ir juntas al instituto.
Gala, te espero en la puerta de tu casa?
Ook.
Me responde nada más enviar el mensaje, así que cuando acabo de desayunar cojo mis cosas y me voy. Yendo por el mismo camino de siempre, veo al señor Antonio, él dueño de la librería, lo saludo como cada mañana. La librería lleva años abierta, es de aquellas en las que entras y es todo un mundo lleno de estanterías y escaleras para conseguir los libros que están arriba del todo. Antonio me conoce desde que tengo 3 años y desde muy pequeña siempre me ha dicho que le gustaría que algún día yo me encargara de su librería, ya que sus hijos no tenían ningún interés por su padre, según él, problemas que entendería de mayor.
-Buenos días señor Antonio, ¿cómo le va todo? –Pregunto acercándome a él.
-Todo como siempre. ¿Esta tarde vendrás un rato? Quiero enseñarte algo. –Me dice mientras se apoya en el marco de la entrada.
-Por supuesto. –Digo encantada. –Sobre las cinco estaré aquí. Ahora he de dejarle, pero nos vemos esta tarde. Adiós.
Me dice adiós con la mano y se mete dentro de la librería. Entonces bordeo la calle y llego a casa de Gala. Ella está en la entrada con el móvil en la mano.
-Buenos días. –Me saluda con la cabeza sin apartar la vista del móvil.
Pasamos dos calles y ella sigue sin decir nada, así que yo sacó el mío y abro Instagram. Veo varias publicaciones de familiares y personas de mi curso, con las que nunca había hablado. No tenía mensajes y sin que Gala se diera cuenta mire su móvil, está chateando con alguien. Supongo que tenemos la suficiente confianza así que le pregunte.
- ¿Con quién hablas? –Por fin levanta la vista del móvil y me mira.
-Con Vera. –Volvió la vista al móvil y no me dijo nada más. Asentí con la cabeza y pensé en seguir hablando con ella, pero sabía que sólo me dejaría respuestas cortas.
Unos minutos más tarde entramos al instituto y me separo de Gala, me despido y ella no contesta, sigue con la vista enganchada al móvil. Hoy está rara, normalmente hablamos por las mañanas, no miramos el móvil durante el trayecto hasta el instituto.
Me dirijo a mi clase y me siento en mi sitio, miro el horario y me toca inglés así que salgo al pasillo y cojo el libro de inglés de la taquilla. Aprovecho para coger el de matemáticas y física y química, ya que las tengo en las siguientes horas. Veo a Connor acercarse, inglés es la única clase que comparto con alguno de mis amigos.
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Un nosotros sin mí
Teen FictionKira tiene 15 años, a punto de cumplir los 16 y su vida estaba siendo guay. Había conocido un grupo de amigos, los cuales pasarían a formar algo en su vida. Sus padres eran un poco estrictos y no les gustaban esos chicos, aunque sabían que no les po...